Por Rafael Arias
Columna: Mutatis Mutandis
Creciente rezago de educación y salud
2015-06-12 |
09:54:57
¿A dónde van a parar
los cuantiosos
recursos destinados
a educación y salud y,
en general, por qué no
se evalúan pública y permanentemente?
¿Desperdiciar, desaparecer y saquear para
quebrar y privatizar?
Tiempo de hacer estas preguntas y de obtener
verdaderas y comprobables respuestas.
Nada de que todo va bien y que viene lo mejor.
Participar y evaluar son indispensables. Urge
detener el mal uso y la hemorragia de recursos;
y también, si los hay, reconocer aciertos y logros
para consolidarlos, pues como se puede comprobar
cuestan muy caros y fácilmente se pierden o
desaparecen.
Educación y salud, para atrás
Veracruz además de pobre y hambriento, sigue
en primer lugar nacional de analfabetas y con un
enorme rezago educativo.
Y, por otro lado, de acuerdo a las últimas informaciones,
crece la población ocupada, sin acceso
a los servicios de salud; Veracruz ya es el segundo
lugar, después del Estado de México y por arriba
de Distrito Federal, Puebla y Jalisco.
En efecto. Para 2012, Veracruz ocupa -según
fuentes del gobierno federal- el primer lugar por
número de analfabetos, con 640 mil 465.
Cifra que representaba una tasa de analfabetismo
de 11.19 por ciento, de la población de 15
años y más.
En cuanto al grado de escolaridad, ocupa uno
de los últimos lugares. Mientras el DF es de (10.0) y
el promedio Nacional de (8.6), para Veracruz es de
(7.7) solo por arriba de Michoacán (7.4), Guerrero
(7.3), Oaxaca (6.9) y Chiapas (6.7).
Respecto al rezago educativo, sólo hay que
recordar que anda en poco menos de 3 millones,
en grandes cifras.
Esto es: analfabetas, 640 mil; sin primaria
terminada, 960 mil; y sin secundaria terminada,
1 millón 350 mil.
¿Cuál es la situación real actualizada?
¿Por qué solo evaluar a los sufridos maestros
y no a los que toman decisiones y disponen de los
recursos y las instituciones?
Apretada y aproximada síntesis, para resaltar
que a pesar del considerable volumen de recursos
humanos y materiales, a pesar de los descomunales
presupuestos gubernamentales, no se hace
lo que se debe hacer: acabar con la ineficiencia y
la delincuencia.
¿Cuáles logros y avances? ¿No hay errores,
pérdidas y retrocesos? ¿Qué pasa con las malas
y peores políticas educativas y sus irresponsables
a cargo?
En cuanto a la Salud, la situación anda igual o
peor. Preciso dar seguimiento y ejercer control de
recursos, instalaciones, medicamentos y equipos.
También como un adelanto, es alarmante como
crece el problema.
Veámoslo en los gruesos términos de población
ocupada, en los últimos cuatro años:
1.- En Veracruz sigue disminuyendo (81,506),
la reportada con acceso a los servicios de Salud.
Paso de 838 mil 131 en marzo de 2011, hasta 756
mil 625 en marzo de 2015.
2.- Y sigue en aumento (253,775), la sin acceso
a dichos servicios. De 2 millones 068 mil 542, en
el mismo lapso, llegó a 2 millones 322 mil 317.
No me crea, consulte al INEGI y, en particular,
los últimos
datos del
empleo en
México.
Como los de
enero-marzo de 2015 y los históricos, de la encuesta
nacional de ocupación y empleo (ENOE).
En dichas fuentes oficiales federales, se comprueba
parte del deterioro de los ingresos, de los
que tienen la fortuna de estar empleados, así como
algunas condiciones de trabajo y acceso a servicios
públicos.
Inútil acudir a los irresponsables de la fiscalización
gubernamental, como el órgano de Simulación
Superior (Orfis); la lavandería de la Contraloría; y
la discapacitada Comisión de Vigilancia del Congreso.
Simplemente entre muchos de los aspectos
que no atienden sobresale el de la evaluación del
desempeño.
Y solo para empezar. ¿Para qué entonces está
el obligado presupuesto por resultados?
Imprescindible evaluar
las políticas públicas
A pesar de los voluminosos presupuestos gubernamentales,
apuntalados con una creciente e
injustificada deuda pública e indeseables privatizaciones
con cargo a la población, en la entidad
no se encuentran obras ni para remedio, menos con
autentico sentido y beneficio social; y en cuanto
a los servicios públicos, sobre todo los básicos,
como educación y salud, dan mucho que desear y
frecuentemente se convierten en foco de atención
y escándalo.
Sobresale que de las pocas, de los contados
casos de obra pública, buena parte destacan por ser
inaceptablemente caras, superficiales y ofensivas
a la buena administración y al interés social. ¿Por
cierto y las obras públicas que debe sustentar la
enorme deuda pública, dónde están?
Otras, como las de los juegos del hambre, desde
antes de su realización, destacan por atraer
inconformidades y críticas por su superficialidad,
costos y un ejercicio caracterizado por juegos de
obstáculos, pero a la necesaria transparencia y la
imprescindible rendición de cuentas. ¿A quiénes
y por qué se han concesionado?
¿Qué costos y beneficios sociales han traído?
Pero no se hace nada, se repiten las historias.
Servicios caros, malos y limitados; y obras públicas
raras o contadas.
¿Qué pasa con las políticas públicas, tan cacareadas
como incumplidas? ¿Por qué dejar abusar
y no hacer nada ante deberes y obligaciones sin
cumplir o mal hechas?
Sin duda los ejemplos cercanos y lejanos, locales
y nacionales de este tipo y hasta peores, pueden ser
molestos y hasta ofensivos, pero lo más sorprendente
es la poca importancia y pasividad social,
la desatención y desinterés colectivo, respecto a
ineficiencia y delincuencia gubernamental.
Hasta que llegan hartazgo e inconformidad
social. Hasta que desobediencia y resistencia civil
se hacen presentes.
Preciso siempre tener presente que todo gobierno
requiere de legitimidad en cada una de sus
acciones y, desde luego, de cumplir y hacer cumplir
la ley. Sin credibilidad y confianza social, no hay
gobierno; o, hay que prepararse, porque de ser parte
de la solución, se puede convertir en insoportable obstáculo o problema.
*Academico.IIESES-UV@RafaelAriasH
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