domingo, 05 de mayo del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
Un gobierno a veces pusilánime a veces machito
2015-06-18 | 10:03:17
Por fortuna, los enemigos de la democracia fracasaron el siete de junio. Fuera de algunos incidentes aislados, la elección se llevó a cabo con normalidad. Ese día, cientos de miles de mexicanos voluntariamente armaron las casillas, recibieron los votos, los contaron y llenaron las actas. De las 148 mil 836 casillas programadas, sólo 185 no se instalaron. Es el mayor número en los últimos 25 años pero representa un éxito en el contexto de la amenaza de diversos grupos que prometieron boicotear la elección.
Qué bueno que fracasaron. No obstante, el desarrollo de esta historia fue una de las vergüenzas más grandes del sexenio actual. Como era de esperarse, los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) utilizaron la elección como arma de presión para oponerse a la reforma educativa. Trataron de secuestrar los comicios pidiendo como rescate que el gobierno diera marcha atrás a una reforma que amenaza sus privilegios y prebendas. La administración de Peña, fiel al estilo de operación política priista, trató, en primer lugar, de arreglar el problema a billetazos.
La CNTE, al parecer, recibió los portafolios de dinero del subsecretario Miranda pero siguieron presionando. Fue entonces que el gobierno protagonizó uno de los actos más lamentables del sexenio: canceló la ley, nada menos que la Constitución, para apaciguar los ánimos de los docentes. A través de un comunicado de la Secretaría de Educación Pública suspendió de manera indefinida las evaluaciones a los maestros, pieza fundamental de la reforma educativa.
El gobierno demostró debilidad frente al chantaje de los maestros disidentes. Lo peor es que la negociación de la ley no sirvió de nada. No satisfizo a la CNTE. Como buenos maximalistas que son, nunca ceden. Siempre van por más. Ante la cancelación de la evaluación en un boletín de prensa, los maestros presentaron un nuevo pliego petitorio que incluía demandas imposibles de atender como la aparición, con vida, de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Ni los billetazos ni la suspensión de la ley los complació.
Al gobierno no le quedó otra que enviar a las fuerzas del orden a Oaxaca y Guerrero para que las elecciones pudieran llevarse a cabo. Los maestros se replegaron, tal y como lo hicieron en 2006 cuando habían secuestrado a la ciudad de Oaxaca por un año entero. De acuerdo a un reporte de Integralia, en Guerrero se dieron 38 incidentes de quema de urnas y/o material electoral. En Oaxaca fueron diez más el robo de ocho urnas. En otros estados donde también opera la CNTE ocurrieron otros incidentes: en Michoacán se robaron diez urnas y en Chiapas quemaron 22 urnas y/o material electoral. Gracias a la utilización de la fuerza pública se llevaron a cabo las elecciones con normalidad salvo estos hechos aislados.
Pasadas las elecciones, la pusilanimidad del gobierno frente a la CNTE se convirtió en valentía. El titular de la SEP reculó: anunció que sí habría evaluación. Argumentó que nosotros habíamos entendido mal: que suspensión no era cancelación. Después de haber guardado silencio a piedra y lodo antes de las elecciones, explicó que la suspensión (que no cancelación) había ocurrido por cuestiones técnicas (se carecía de ciertos materiales) pero también por un asunto político. Así trató Emilio Chuayffet de justificar lo injustificable.
Y así comenzó una nueva retórica del gobierno con respecto a la CNTE. Muy machitos, reinstalaron la evaluación y, cuando los señores de la 22 reaccionaron yéndose a una huelga que dejó a los niños de Oaxaca otra vez sin clases, la secretaría de Gobernación anunció que no negociaría con ellos hasta que regresaran a las aulas. Luego nos enteramos que tampoco les pagarían la quincena. Funcionó. Esta semana los maestros regresaron a dar clases. ¿Y qué hizo el gobierno? Pagarles los sueldos aunque no habían laborado ni un solo día de la quincena. ¿No que muy machitos?
El secretario Chuayffet, por su parte, anunció, en uno de esos discursos rimbombantes que tanto le gusta (cuando por fin se decide a hablar), que la evaluación de los docentes se hará “llueve o truene”. La CNTE ya reviró diciendo que no habrá evaluación “llueve o truene”. Así estamos. En un ridículo peregrinar entre pusilanimidad y valentía de las dos partes. Y, mientras tanto, la educación en el país sigue siendo una porquería, politizada y sin poder reformarse.


Twitter: @leozuckermann


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