2015-06-19 | 21:30:32

Cuando la verdad se confunde con los intereses sociales, políticos y personales, se pierde la confianza de la audiencia. Michael Bugeja, de la Universidad estatal de Iowa.

• Partidos de oposición cooptados

La debacle electoral del domingo 7 de junio donde las principales fuerzas opositoras tradicionales en Veracruz fueron arrasadas por el partido gobernante en 16 de 21 distritos electorales federales, fue la crónica de una languidez anunciada.
En la víspera de los comicios electorales las altas esferas gubernamentales y la cúpula del partido tricolor, cruzaban datos duros que les permitía garantizar el triunfo en la mayoría de los 21 distritos electorales en disputa.
No fueron premoniciones, cábalas, obra de las sacerdotisas del Oráculo de Delfos, pitonisas, simples percepciones o la polémica rumorología, el entresijo para que el PRI de Duarte les diera el toque de herida de muerte a las fuerzas opositoras. El oro y el moro, fue la fórmula que le permitió que las cúpulas de oposición se mutaran en priistas.
Curiosamente, este símil ocurrió mucho años atrás cuando éstas le asestaron la peor debacle electoral al PRI en 1998, con Miguel Ángel Yunes Linares, entonces líder estatal del tricolor, frustrado sucesor del gobernador en funciones Patricio Chirinos Calero, y en 2004, con el entonces gobernador Miguel Alemán Velasco que dejó en estado de indefensión al recién electo gobernador Fidel Herrera Beltrán en la Legislatura local con la mayoría panista.
En la apertura de la contienda electoral de 2015 y en el preludio de la renovación de la dirigencias estatales del PAN y del PRD —éste último se le fraguó un auténtico golpe de estado al entonces líder Juan Vergel por las altas esferas oficiales—, el primer círculo de la clase gobernante puso en marcha una estratagema para cooptar a los grupos facciosos antagónicos de las cúpulas políticas, por medio de generosas bolsas pecuniarias, dádivas o cargos públicos en la administración duartista, a cambio de que azules y amarillos se convirtieran en células rojas en elecciones de 7 de junio, como quedó comprobado.
Alineados por las altas esferas oficiales los grupos facciosos o judas de las principales partidos políticos de oposición, provocaron la languidez de los votantes por el PAN y el PRD, con las excepciones de Morena que desbancó al partido del Sol Azteca con dos victorias en Xalapa Rural y en Coatzacoalcos y, los partidos satélites del PVEM y el PANAL que afianzaron el triunfo del PRI.
En el preludio de los comicios electorales, tanto el primer círculo de la clase gobernante como la cúpula priista al interior echaban campanas al vuelo de que conquistaría la mayoría de las 21 distritos electorales, a la oposición en conjunto le auguraban que se quedarían cuando mucho con 4 distritos que serían al azar. Estos resultados, por supuesto, son oxígeno puro para Javier Duarte ante Los Pinos.
Aunque, efectivamente la estratagema de los altos círculos del poder público fue un rotundo éxito en Veracruz con el número de votantes que participaron en las elecciones intermedias y el número de distritos que se llevó a la canasta del viejo PRI, jamás en sus neuronas cruzaron la idea de que se perdería Xalapa Urbano, con la gris Elízabeth Morales, a manos de Morena y que Veracruz urbano, con Carolina Gudiño, Veracruz rural, con Anilú Ingram, sucumbirían ante el PAN de los Yunes Linares.
Y Coatzacoalcos, que en el pasado había sido factor del bipartidismo y estaba en poder del PRI —la tierra de la esposa del gobernador Javier Duarte—, perdió el converso priista Rafael García Bringas ante la experredista Rocío Nahle. Qué ironía, qué manera de perder uno de los bastiones priistas más importantes para la clase priista que serán claves en el juego sucesorio gubernamental de 2016.
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