domingo, 05 de mayo del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Tamales y hot dogs
2015-06-26 | 09:06:36
Babalucas le confió a un amigo: “Mi esposa
está otra vez embarazada. Tenemos ya cinco
hijos, y viene otro. No sé qué hacer para evitar
que siga creciendo la familia”. El amigo le
aconsejó: “Contén tu instinto. Usa la cabeza”.
“¡Oh no! -se alarmó el badulaque-. ¡Podría
lastimar a mi mujer!”. (No le entendí).
Pepito le preguntó en la calle a un señor:
“¿Perdió usted un billete de 200 pesos?”. El
hombre simuló que buscaba en el bolsillo y
dijo luego: “Sí. Debe habérseme caído. ¿Lo
encontraste?”. Respondió el chiquillo: “No.
Sólo estoy investigando cuántas personas
han perdido hoy un billete de 200 pesos. Con
usted ya van 76”...
Se ha dicho siempre que las tres mejores
cosas de la vida son una copita antes y un
cigarrito después.
Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la
concupiscencia de la carne, se jactó: “Anoche
le hice el amor a una chica en su departamento.
Se lo hice tan bien que cuando terminamos
sentí ganas de fumarme un cigarrito, y todos
los vecinos encendieron también el suyo”...
¿Hay alguien que dude todavía de la decadencia
de las costumbres en el hemisferio
occidental? La moral, lo mismo que el miriñaque,
las polainas y el corsé, ha caído en
desuso. Prueba evidente de eso es el cuento
que verá la luz aquí el día último del mes que
corre (y muy aprisa).
Tan execrable chascarrillo tiene el dudoso
honor de haber sido calificado como el más
rojo del primer semestre. Su aparición en
esta columneja será una muestra más de
la impudicia que priva en nuestro tiempo.
¡No se lo pierdan mis cuatro lectores! ¡Está
buenísimo!...
Pocas veces los gobernantes son veraces,
pero casi siempre son voraces. Quienes nos
gobiernan podrán ignorar muchas cosas pero
ciertamente no desconocen el espurio arte
de exprimir los bolsillos de la gente.
Nunca he entrado en las oficinas de
la secretaría de Hacienda, pero nada me
sorprendería ver en ellas el retrato de don
Antonio López de Santa Anna.
Si este señor cobraba impuestos por las
ventanas y los perros que hubiera en cada
casa, los actuales recaudadores acaban de
imponer una gabela a los tacos, tamales y
hot dogs que el pueblo compra en la tienda
de la esquina.
No creo que la recaudación por tal concepto
vaya a ser muy alta, pero estoy seguro
de que la desatinada medida hará que crezca
el reconcomio de la ciudadanía contra la administración
actual, que parece empeñada
en allanarle el camino de la presidencia a
López Obrador o a algún bronco candidato
independiente menos gastado y menos desgastado
que el tozudo Peje.
Y ya no digo más, porque estoy muy encaboronado.
Comentaba la señora de don Solfamido: “A
mi esposo le gusta mucho la música. Tenemos
una criadita muy guapa, de cuerpo escultural,
y que canta muy bien. Cuando la muchacha se
baña suele cantar en la ducha. Y Solfamido,
en vez de poner un ojo en la cerradura, pone
una oreja”...
Decía un tipo: “Fui un niño tan pobre que
si hubiera sido niña no habría tenido nada
con qué jugar”...
El huésped del hotel se quejó: “El cuarto
que me asignaron es demasiado pequeño”.
Preguntó el de la recepción: “¿Por qué lo
dice?”. Replicó el huésped: “Metí la llave en
la cerradura y quebré la ventana”...
Astatrasio Garrajarra llegó a su casa a las
7 de la mañana. Le dijo su mujer: “Espero
que tengas una buena razón para explicar tu
llegada a estas horas”. “La tengo -respondió
el temulento-. El desayuno”...
Doña Pasita, bondadosa anciana, se sintió
mal y pidió que le llevaran un sacerdote a su
lecho de enferma. Antes de que llegara el
padre llegó el médico, que empezó a auscultar
detenidamente a la paciente. Doña Pasita le
hizo señas a su hija para que se acercara, y
le preguntó en voz baja: “¿Quién es éste?”.
Le contestó la hija: “Es el doctor”. Dijo doña
Pasita: “Ya me lo suponía. Cuando empezó
a agarrarme todo pensé que para ser cura se
estaba tomando demasiadas libertades”...
Las señoras que asistieron al curso de
parto sin dolor se tomaron la foto del recuerdo
con el instructor al terminar la actividad.
Todas mostraban un evidente estado de
embarazo. Por su parte el médico, en medio
del grupo, lucía una amplia sonrisa de satisfacción.
Vio aquello un borrachito que pasaba
por ahí y exclamó con admiración y envidia:
“¡Uta! ¡Qué semental!”... FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
John Dee tenía 500 volúmenes en
su biblioteca. En Europa sólo Erasmo
de Rotterdam poseía más libros que él.
Cierto día lo visitó en su casa Eloína,
la joven abadesa del convento. A más de
hermosa era mujer inteligente y culta.
Sabía de cuestiones importantes, como
la cocina, y sabía también de otras cosas
de menor importancia, pero también
útiles, como la filosofía.
En el curso de la charla Eloína se
quejó del obispo. Era hombre zafio e ignorante
que condenaba en sus sermones
todo lo que no entendía. Hablaba pestes
de la mujer, decía que los alquimistas
eran hechiceros, y execraba a los poetas.
Eloína le preguntó a John Dee:
-¿Tenéis por ventura algún remedio
contra la estupidez?
Contestó él al tiempo que le mostraba
los libros de su biblioteca
-Tengo 500.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Es bueno el cine mexicano”
Cierto crítico decía
con aire conocedor,
que del cine lo mejor
es siempre la dulcería.


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