miércoles, 05 de junio del 2024
 
Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna: Triunfadores y perdedores
Triunfadores y perdedores
2015-06-27 | 09:59:18
Dicen quienes conocen el arte de la guerra, que las grandes batallas las ganan los generales. Esto implica que para lograr el triunfo no son suficientes la valentía, ni el arrojo de los soldados; sino que resultan indispensables los conocimientos, la experiencia, el liderazgo, las decisiones oportunas y la estrategia seguida por los generales que tienen el mando de las tropas. Aplicando este mismo criterio a las autoridades civiles de cualquier país y de cualquier partido, observamos que las naciones que más destacan por su crecimiento económico, desarrollo cultural y avance tecnológico, son aquéllas que tienen como gobernantes a las personas más preparadas y honradas, con capacidad de mando, experiencia y liderazgo; con un gran compromiso con su nación. Que poseen visión de futuro y que por sus buenos resultados, tienen una importante aceptación de la ciudadanía. Si en esos países, además de las cualidades de sus líderes, existe un verdadero estado de derecho que le
brinde certidumbre jurídica a los inversionistas para crear empleos y una ciudadanía que participa, vota, trabaja con eficiencia, paga impuestos y exige buenos resultados a sus gobernantes; resulta entonces explicable su rápido desarrollo. En cambio, muy pocos avances logran los países que tienen gobernantes inexpertos y demagogos, los cuales manejan las finanzas públicas a base de ocurrencias y con total desparpajo. Quienes no planean lo que harán y no toman decisiones relevantes para no afectar más su menguada popularidad, quienes anuncian una cosa y hacen otra, quienes exigen el pago oportuno de impuestos, pero no dan cuentas claras del uso que dan al erario público y quienes junto con la camarilla que los rodea se enriquecen escandalosamente y con total impunidad. Esta situación se agrava cuando la mayoría de los ciudadanos solo se quejan y no actúan, ni votan, ni participan en la cosa pública. Cuando una
buena parte de éstos ven al trabajo como una carga molesta que debe evitarse; gastan más de lo que ganan, e inventan cualquier excusa para no cumplir con sus obligaciones y hasta ven como normal la corrupción. No cabe duda que cada quien es el arquitecto de su propio destino y eso es aplicable a los habitantes de cualquier nación. Por eso, cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Si en México queremos estar mejor que ahora, deberemos cambiar entre todos, gobernantes y gobernados esos paradigmas para imitar todo lo que han hecho bien las autoridades y los ciudadanos de las naciones que han tenido éxito. Si no cambiamos para mejorar a través de nuestra participación y del cumplimiento de nuestras responsabilidades, seguiremos solamente quejándonos y con un crecimiento bastante mediocre. Eso no se lo merece México. ¿No les parece?.
Hasta el próximo sábado.


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