2015-06-30 | 21:26:21

Muchos triunfarían en cosas modestas e importantes si no estuvieran obsesionados con grandes ambiciones. Con el triunfo inesperado de haber ganado un buen número de diputaciones federales la estrategia política del gobierno del estado tuvo un nuevo giro de 180 grados para la renovación de la gubernatura de la entidad veracruzana.

Nada es bastante, para quien es bastante, resulta poco.

Se decidió que si los gobernadores cuando estaban en funciones Miguel Alemán y Fidel Herrera tenían el poder de dejar a su sucesor, también Javier Duarte podría hacer lo mismo. Tomando en cuenta la debilidad y el permanente cuestionamiento en que se encuentra el presidente Peña Nieto. Al no existir un mandatario fuerte, los gobernadores priistas asumen el papel independiente que existía con los gobierno federales panistas.

Desde un principio del actual gobierno, el exgobernador Fidel Herrera estuvo trabajando la sucesión de Duarte de Ochoa, con sus cartas en la Secretaría de Gobierno, Gerardo Buganza y Erick Lagos, que están ahora pulidos con los resultados de la pasada elección federal.

Esta nueva situación ya la percibieron los senadores José y Héctor Yunes que se perfilaban como aspirantes con mayores posibilidades de lograr la candidatura del Revolucionario Institucional para la próxima administración.

De acuerdo a la teoría fidelista que cualquier arreglo político con dinero resulta barato, se va a intentar “disciplinar” a los legisladores con una buena suma de los recursos públicos que se pueden manejar.

El panorama cambió radicalmente, por lo que se avecina una histórica división entre los cuadros priistas, de allí el retorno del severo carácter de Yunes Landa, quien empieza a cuestionar la gubernatura bianual y la creación de un nuevo partido político en alianza con el PRI, considerando que Manlio Fabio Beltrones debiera asumir el liderazgo nacional en el mes de septiembre.

La clase política veracruzana peca de ingenua, y si alguien llegara a pensar en la retirada del grupo fidelista del poder en Veracruz, estaría dotado de una candidez infantil imperdonable.

El poder estatal por ese grupo que controla el cuenqueño, no fue prestado como lo reconocen anteriores gobernantes, según ellos fue comprado muy caro, con un elevado costo de endeudamiento. Ellos llegaron para quedarse, donde no existe el menor pudor y no se aceptan a pusilánimes.

El ejemplo de Andrés Granier, de Tabasco, que sigue en la cárcel y el de Eugenio Hernández, de Tamaulipas, que es buscado por el FBI es el factor motivante para que esto no ocurra en Veracruz.

Estos nuevos acontecimientos políticos son registrados por los partidos de oposición, quienes ven la gran oportunidad que esta divergencia los favorece y al fraccionarse el partido en el poder, las posibilidades de ganar la gubernatura han crecido de manera exponencial.

Por Acción Nacional, Miguel Yunes Linares encuentra un nuevo y fácil camino, por Morena como aglutinante de la izquierda se analiza un candidato externo.

La figura de Pepe Yunes con su definida posición de rechazo total al gobierno le ha permitido crecer en las encuestas. Héctor Yunes, la circunstancia lo obliga a sumarse a la disidencia.