domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
Zabludovsky y el fin del monopolio informativo
2015-07-06 | 08:30:34
Durante lustros, Jacobo Zabludovsky tuvo el monopolio informativo en México. Sí había otras opciones pero eran de nicho: la gran mayoría de los mexicanos se informaba a través del noticiero nocturno del Canal Dos. 24 Horas tenía algo imposible de pensar en nuestros días: una audiencia masiva cautiva. Y el famoso conductor la aprovechó para realizar un noticiero protector, cosmopolita y culto.
Protector porque siempre defendió al régimen político priista. Ni lo criticó ni lo cuestionó. Sus coberturas fueron favorables para el gobierno en turno, en particular para la institución presidencial. Esto se explicaba por la alianza entre los dueños de Televisa y el PRI. Era una relación de quid pro quo: el gobierno permitía que los propietarios operaran un negocio muy rentable a cambio de coberturas benévolas. En 24 Horas, Zabludovsky magnificaba los logros gubernamentales y soslayaba los errores. Eventos tan importantes como el 2 de octubre del 68 o el halconazo del 71 no aparecieron. Otros, como la elección de 1988 o el levantamiento zapatista de 1994, tuvieron un sesgo favorable para los gobiernos. El noticiero también sirvió para quemar la imagen de algunos ex presidentes cuando así convino al Presidente en turno.
Cosmopolita porque, lo que Zabludovsky no podía reportar con toda libertad en México, sí lo hacía a nivel internacional. La audiencia de 24 Horas gozaba de una cobertura amplia de corresponsales en distintos países, algunos de ellos grandes periodistas que trasmitían reportajes de calidad. El noticiero le dio, por ejemplo, un magnífico seguimiento al caso Watergate en Estados Unidos o a la muerte de Franco y la transición a la democracia en España.
Y 24 Horas era un noticiero culto. El hecho de tener una audiencia masiva asegurada le permitió al conductor realizar algunos contenidos de altura. Realizó memorables entrevistas a grandes personalidades de las artes. La vasta cultura de Jacobo aparecía todos los días en su noticiero. Cada semana, por ejemplo, le dedicaba varios minutos a presentar libros recientemente publicados.
Zabludovsky hizo de su monopolio informativo un ejercicio protector del régimen político, de notables coberturas internacionales y animada conversación cultural. Estamos hablando de algo impensable para un noticiero televisivo hoy en día porque, a diferencia de la audiencia masiva cautiva que tenía Jacobo, hoy existe una mayor competencia en el mundo informativo de los medios de comunicación. No sólo hay más opciones en los electrónicos sino que Internet ha revolucionado la forma en que los individuos nos enteramos. La información viaja en tiempo real: cuando está pasando un evento, la gente ya sabe. No hay que esperar al noticiero nocturno como ocurría en épocas Zabludovsky.
Jacobo tenía un monopolio que le aseguraba el rating. Eso, en el régimen autoritario, lo obligaba a tener una cobertura protectora del gobierno, pero también le permitía trasmitir contenidos poco atractivos para la mayoría de la población (reportajes internacionales o culturales). Hoy los noticieros tienen que ganarse el rating en un ambiente de mayor competencia con audiencias cada vez más sofisticadas. Los medios ya no pueden ofrecer un solo producto masificado. Tienen que segmentar las audiencias y darles contenidos que les atraigan. No es gratuito, entonces, que los productos informativos se hayan multiplicado, cada uno con un sello distintivo. Puede ser con reportajes de investigación, con imágenes espectaculares, con humor, con opiniones plurales o con posturas anti o pro gubernamentales. El chiste es ganarse un pedazo de la audiencia que antes tenía 24 Horas en su totalidad.
El mismo Zabludovsky terminó conduciendo un noticiero vespertino en Radio Centro con un sello propio cuando se retiró de Televisa. Tomó lo mejor de 24 Horas –lo cosmopolita y culto–, le añadió un toque nostálgico y un sesgo a favor de la oposición lopezobradorista. De esta forma, De 1 a 3 capturó a su segmento.
Pocos días antes de fallecer, Jacobo seguía transmitiendo este programa con la lucidez que lo caracterizaba. La semana pasada murió a los 87 años de edad. Su deceso nos recuerda esa época en que un solo noticiero tuvo en México el monopolio informativo, con todo lo bueno y malo que eso permitía. Hoy, por fortuna, vivimos en un país y un mundo muy distintos donde existe una mayor competencia económica, política y mediática. Hoy ya no tenemos que esperar 24 Horas para informarnos porque cada segundo lo estamos haciendo.


Twitter: @leozuckermann
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