domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de poder
México entre el autoritarismo y la democracia
2015-07-08 | 09:26:29
Durante el régimen autoritario, la opinión pública no se medía en México. Como muchas cosas, se imponía por decreto. ¿Para qué medir la popularidad del Presidente si los medios, controlados por el Estado, decían que el jefe del Ejecutivo era popularísimo? ¿Para qué medir las intenciones de voto si el noventa por ciento de los mexicanos votaría por el PRI? ¿Para qué medir los valores de la población si todos estaban de acuerdo con los postulados del nacionalismo revolucionario?
No es gratuito que la opinión pública se haya comenzado a medir en México al mismo tiempo que el país estaba inmerso en un proceso de democratización. De repente, el gobierno y los medios empezaron a medir la popularidad del Presidente, las intenciones del voto y los valores de la población. En este último rubro descubrimos —y seguimos descubriendo— una sociedad que combina valores autoritarios con democráticos. Bien lo había definido la revista Nexos en una edición del 2002: México contaba con ciudadanos de baja intensidad. Éramos ¬–y seguimos siendo– hijos de un progenitor autoritario y otro demócrata.
Por un lado, somos los hijos del régimen autoritario tal y como lo definió Juan Linz en 1975. Recordemos sus características: “Pluralismo político limitado con una mentalidad distintiva más que con una ideología elaborada y guiadora, sin movilización política amplia e intensa salvo en algunos periodos de su desarrollo, donde un líder, o un grupo reducido, ejerce el poder dentro de límites mal definidos pero predecibles”.
Pero también somos los hijos de una democracia naciente tal y como lo define Robert Dahl en su libro sobre la poliarquía. Una sociedad con libertad de formar y asociarse en organizaciones, con libertad de expresión, derecho de voto, de ser votado a un puesto de elección popular y de los políticos de competir para lograr apoyo social. Una comunidad donde existen fuentes alternativas de información, elecciones libres y equitativas e instituciones gubernamentales que hacen las políticas públicas a partir del voto y otras expresiones de preferencias sociales.
El académico estadounidense John R. Zaller ha demostrado cómo la opinión pública es un matrimonio entre información y predisposición. Información para formar una imagen mental de un tema particular y predisposición que motiva algunas conclusiones sobre este tema. Siguiendo a Zaller, creo que el régimen autoritario mexicano dejó una huella en las predisposiciones, llámense prejuicios, que tiene la gente sobre la política en México. La buena noticia es que la información nueva que llega tiene ya más tintes democráticos. Por eso vemos una sociedad donde conviven opiniones autoritarias, hijas de las predisposiciones, y opiniones democráticas, hijas de la nueva información.
En su libro sobre la formación de la opinión pública, Zaller menciona la importancia que tienen los medios de comunicación para diseminar la nueva información que forma la opinión pública. Huelga decir que lo que le conviene a una sociedad democrática es muchos medios con información alternativa. Muchos canales con mensajes plurales que le den vigor a la competencia por el poder. La pregunta es si en México tenemos esa competencia.
Me parece que en el 2006 tuvimos la elección presidencial más competida y auténtica de nuestra historia. Sin embargo, a muchos políticos, más hijos del autoritarismo que de la democracia, les disgustó la idea. Y en lugar de vigorizar más la competencia, hicieron una reforma electoral que la restringiría. Ya en la elección de 2012 vimos los efectos de dicha reforma que, en aras de una supuesta equidad, proveyó poca información a la sociedad: pocos debates públicos entre los competidores y muchos anuncios anodinos de los partidos políticos.
Desde entonces han pasado tres años y me parece que cada vez hay menos competencia en los medios tradicionales. Dos de los conductores radiofónicos más críticos del gobierno de Peña salieron del aire y no han regresado. Un popular programa de debates en el principal canal televisivo terminó. Pero, por otra parte, se han fortalecido las redes sociales como fuentes informativas alternas que han vigorizado a la democracia. No es gratuito, en este sentido, que los candidatos independientes hayan ganado en las últimas elecciones sin los medios electrónicos tradicionales (radio y televisión) pero con una fuerte presencia en los nuevos medios del Internet (Facebook, Twitter y Youtube).


Twitter: @leozuckermann
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