miércoles, 01 de mayo del 2024
 
Por Gaudencio García
Columna: Plana Mayor
Plana Mayor
2015-07-18 | 21:35:41
PLANA MAYOR

 Pelegrín, cae en el síndrome del Sísifo

Gaudencio García Rivera

El surrealismo político que vive Veracruz no tiene parangón en la

historia contemporánea del Estado. La planeación político económica

que puso en vigor en el 2010 el gobierno duartista con el slogan

populista de la “prosperidad”, resultó un espejismo, un mito genial y

una entelequia.

El último trecho del gobierno de Javier Duarte -el más importante y

vital para un gobierno saliente que permita saldar todos los pasivos

económicos y humanos con los caídos por omisión o comisión-, en

pleno 2015, a un año y seis meses de que concluya la accidentada

administración local, está haciendo agua. Están en el ojo de la

involución social.

Los principales operadores de la Sefiplan, de la Secretaría de

Gobierno, de la Fiscalía General del Estado, de la Secretaría de

Seguridad Pública y de la coordinación general de Comunicación

Social, han mostrado su incapacidad y su gris actuación para resolver

los grandes pasivos sociales, económicos y políticos que arrastra el

gobierno duartista con los mandantes.

Los pocos resultados que exhibía con grandilocuencia el gobierno de

la prosperidad en las asignaturas de la multiplicación de nuevas

fuentes de trabajo, seguridad pública, procuración y expedita

aplicación de la justicia –donde se destinan millonarios recursos

públicos que no se reflejan en la salvaguarda física y patrimonial de la

sociedad-, restauración del maltrecho tejido social, se han venido a

pique.

Las instituciones públicas de los tres poderes del Gobierno del Estado

de Veracruz, organismos autónomos y descentralizados –sobre todo

los contrapesos del Poder Ejecutivo-, han perdido credibilidad, certeza

jurídica, objetividad y sentido social al grado que han exacerbado y

provocado el encono de la burocracia por la falta oportuna de las

remuneraciones y conquistas laborales; de la retención ilegal de las

participaciones federales a los 212 municipios del Estado; del rezago

oprobioso de pagos a empresarios vinculados con la infraestructura

social y prestadores de servicio; falta de pagos a los medios de pagos

a los medios de comunicación, etc, etc.

Los grandes logros políticos y sociales del gobernador Javier Duarte,

pírricos si se quiere, es mantener la entidad apenas y muy apretado a

medio nivel de los embates del crimen organizado –los plagios,

crímenes, cobros de piso y desapariciones están a la orden del día-,

para evitar que Veracruz no se convierta en un Estado disfuncional.

Ah, el otro logro que luce como el máximo blasón de su gobierno es el

orgulloso nepotismo cruzado de él y de sus principales colaboradores.

La familia del Poder Ejecutivo está en la nómina oficial. Esto es

peccata minuta, comparado con la impresionante deuda pública que

elevó unilateralmente sin ser cuestionado por los sumisos diputados

de la LXIII Legislatura local.

Ante el creciente reclamo airado de una larga fila de proveedores del

Gobierno del Estado, el titular de la Sefiplan Antonio Gómez Pelegrín,

y el resto de los operadores duartistas se quemaron las neuronas para

contener a los deudores, en una de las clásicas prácticas que aplica El

Chapo Guzmán: te pago el 20% de la deuda rezagada. Y borrón y

cuenta nueva.

Por supuesto, en lugar apaciguar los ánimos de los acreedores se

multiplicaron los desdoros contra de quienes se atreven a realizar

propuestas fuera de la ley que van en contra del marco del derecho

de la sociedad democrática que integran la res pública y de los propios

ordenamientos del gobierno duartista.

Es evidente, que la clase política gobernante ha caído en el síndrome

del Sísifo político. Qué grave y que cinismo, pues.

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