Por Gaudencio García
Columna: Plana Mayor
Plana Mayor
2015-07-18 |
21:35:41
PLANA MAYOR
Pelegrín, cae en el síndrome del Sísifo
Gaudencio García Rivera
El surrealismo político que vive Veracruz no tiene parangón en la
historia contemporánea del Estado. La planeación político económica
que puso en vigor en el 2010 el gobierno duartista con el slogan
populista de la “prosperidad”, resultó un espejismo, un mito genial y
una entelequia.
El último trecho del gobierno de Javier Duarte -el más importante y
vital para un gobierno saliente que permita saldar todos los pasivos
económicos y humanos con los caídos por omisión o comisión-, en
pleno 2015, a un año y seis meses de que concluya la accidentada
administración local, está haciendo agua. Están en el ojo de la
involución social.
Los principales operadores de la Sefiplan, de la Secretaría de
Gobierno, de la Fiscalía General del Estado, de la Secretaría de
Seguridad Pública y de la coordinación general de Comunicación
Social, han mostrado su incapacidad y su gris actuación para resolver
los grandes pasivos sociales, económicos y políticos que arrastra el
gobierno duartista con los mandantes.
Los pocos resultados que exhibía con grandilocuencia el gobierno de
la prosperidad en las asignaturas de la multiplicación de nuevas
fuentes de trabajo, seguridad pública, procuración y expedita
aplicación de la justicia –donde se destinan millonarios recursos
públicos que no se reflejan en la salvaguarda física y patrimonial de la
sociedad-, restauración del maltrecho tejido social, se han venido a
pique.
Las instituciones públicas de los tres poderes del Gobierno del Estado
de Veracruz, organismos autónomos y descentralizados –sobre todo
los contrapesos del Poder Ejecutivo-, han perdido credibilidad, certeza
jurídica, objetividad y sentido social al grado que han exacerbado y
provocado el encono de la burocracia por la falta oportuna de las
remuneraciones y conquistas laborales; de la retención ilegal de las
participaciones federales a los 212 municipios del Estado; del rezago
oprobioso de pagos a empresarios vinculados con la infraestructura
social y prestadores de servicio; falta de pagos a los medios de pagos
a los medios de comunicación, etc, etc.
Los grandes logros políticos y sociales del gobernador Javier Duarte,
pírricos si se quiere, es mantener la entidad apenas y muy apretado a
medio nivel de los embates del crimen organizado –los plagios,
crímenes, cobros de piso y desapariciones están a la orden del día-,
para evitar que Veracruz no se convierta en un Estado disfuncional.
Ah, el otro logro que luce como el máximo blasón de su gobierno es el
orgulloso nepotismo cruzado de él y de sus principales colaboradores.
La familia del Poder Ejecutivo está en la nómina oficial. Esto es
peccata minuta, comparado con la impresionante deuda pública que
elevó unilateralmente sin ser cuestionado por los sumisos diputados
de la LXIII Legislatura local.
Ante el creciente reclamo airado de una larga fila de proveedores del
Gobierno del Estado, el titular de la Sefiplan Antonio Gómez Pelegrín,
y el resto de los operadores duartistas se quemaron las neuronas para
contener a los deudores, en una de las clásicas prácticas que aplica El
Chapo Guzmán: te pago el 20% de la deuda rezagada. Y borrón y
cuenta nueva.
Por supuesto, en lugar apaciguar los ánimos de los acreedores se
multiplicaron los desdoros contra de quienes se atreven a realizar
propuestas fuera de la ley que van en contra del marco del derecho
de la sociedad democrática que integran la res pública y de los propios
ordenamientos del gobierno duartista.
Es evidente, que la clase política gobernante ha caído en el síndrome
del Sísifo político. Qué grave y que cinismo, pues.
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