martes, 30 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Habrá mejores tiempos
2015-07-20 | 09:37:44
Aquellos casados estaban haciendo el amor.
Con febricitante voluptuosidad lo hacían en
loco arrebato de libídine. Ambos llegaron al
mismo tiempo al éxtasis en medio de un wagneriano
concierto de gritos, ayes y variadas
exclamaciones de agotada pasión. Rendidos
se separaron y quedaron tendidos de espaldas
en el lecho. “¡Uf! -le dijo ella a él-. Si me dices
en quién estabas pensando yo te diré en quién
estaba pensando yo”...
Frase poco célebre: “Existen diversos aparatos
mecánicos para excitar sexualmente a la
mujer. El más eficaz de ellos es un convertible
del año”...
Mamá borrega le dijo a su hija, la linda
borreguita: “Cuídate de ese borrego. Lo único
que le interesa es tu lana”...
Los novios fueron con señor cura. “Padre
-le pidieron-, queremos que nos case”. “No
puedo” -respondió el sacerdote. “¿Por qué?”
-se asombraron los novios. Explicó él: “No me
gusta participar en juegos de azar”...
Comentó don Geroncio, señor de edad
madura: “Mi mujer y yo tenemos cama de
agua. Ella la llama el Mar Muerto”...
La esposa de don Algón llamó por teléfono
a su oficina. Eran las 11 de la noche y él
todavía no regresaba a su casa. La secretaria
contestó la llamada. Preguntó la señora:
“¿Por qué se está tardando tanto mi marido?”.
Respondió la secretaria. “Es la edad. Y estas
interrupciones no ayudan nada”...
Voy y vengo por todas partes del país. Me
ha sucedido estar en el curso de una misma
semana en Ciudad Juárez, Guadalajara y
Chetumal. Cualquiera diría que a mi edad
ya debería yo dedicarme a disfrutar la vida.
¡Pero si eso es precisamente lo que estoy
haciendo!
Gozar la vida a plenitud; compartir con
mi prójimo la santa eucaristía de la risa, que
es sacramento de alegría, de amor; recibir el
afecto de la gente, oír sus palabras de bondad,
y ver en cada nuevo día una milagrosa
oportunidad de ser feliz y dar felicidad a los
demás.
Ahora, sin embargo, advierto que el desánimo
se ha apoderado del país, y que privan
en él nocivos sentimientos pesimistas y de
escepticismo. ¿Cómo puede ser eso, si hoy es
sábado, y además pagaron el día 15? Yo soy,
por naturaleza, un optimista. No un cándido
iluso, entiéndaseme bien.
En materia de vida podría repetir los bellos
versos del poeta jerezano: “A medida que vivo
ignoro más las cosas. / No sé ni por qué encantan
las hembras y las rosas”. En cuestión
de historia, sin embargo, estoy un poco más
informado, y sé que México ha vivido peores
tiempos que éstos por los que ahora atravesamos,
y siempre ha superado sus dificultades.
¿Que el dólar, que el Chapo, que el petróleo,
que la inseguridad, que las corruptelas -y
grandes corrupciones- de nuestra vida pública?
Todo eso pesa, ciertamente, pero todo
eso pasa. Vendrán mejores tiempos si como
ciudadanos ayudamos a que vengan.
Don Vetulio era sordo como una tapia. (Como
una tapia sorda, hay que aclarar, pues las
paredes oyen). Cierto día estaba con su hijo en
la única fonda del lugar cuando llegaron dos
agentes viajeros, el uno joven, de edad madura
el otro, y se sentaron en la mesa vecina.
El viajante joven le preguntó al mayor:
“¿Ya había estado usted en este pueblo, don
Mercuriano?”. “¿Que si había estado? -rió el
hombre-. Conozco este pueblo como la palma
de mi mano. Aquí empecé mi carrera de vendedor.
¡Qué tiempos! Conocí a una muchacha
llamada Facilisa. Hembra más ardiente no
he vuelto a ver jamás.
Todos los días nos íbamos a las afueras del
pueblo y hacíamos el amor. Aún recuerdo el
lunar que tenía en el pecho, y aquella manchita
roja que tanto me gustaba, en la pierna
izquierda”.
Don Vetulio alcanzó a entender que el viajero
estaba contando algo muy interesante,
pues todos los presentes habían dejado sus
conversaciones para seguir el relato con atención.
Preguntó ansiosamente a su hijo: “¿Qué
dice? ¿Qué dice?”. El muchacho le gritó en la
oreja: “¡Dice que conoció a mamá!”...
Babalucas contrajo matrimonio. Ninguna
experiencia tenía en el amor, de modo que su
flamante mujercita se vio obligada a darle las
instrucciones necesarias. Le iba diciendo:
“Hacia adelante. Ahora hacia atrás. Hacia
adelante. Ahora hacia atrás”. Le dijo con impaciencia
Babalucas: “Bueno, ya decídete,
¿no?”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
El perro del Potrero se llama “Nopisiái”.
En sus días de cachorro se metía en el
jardín de las dalia, y le gritaba doña Rosa:
-¡No pise ahí!
Luego iba hacia el almácigo donde empezaban
a crecer las diminutas plantas
del chile, el ajo y la cebolla, y don Abundio
le gritaba:
-¡No pise ahí!
Y así se le quedó de nombre: el Nopisiái.
Voy por la huerta y el perro va conmigo.
De súbito entre las patas le salta
un conejito. El Nopisiái corre tras él y
lo arrincona contra una quebrada del
terreno. El conejito no tiene escapatoria.
Ya alarga el Nopisiái las fauces para
atraparlo. Yo le voy a gritar: “¡Quieto!”,
pero no alcanzo a hacerlo. El Nopisiái
se frena. Ha visto que el objeto de su
persecución es un gazapo, un asustado
conejito niño, y no lo toca. Voltea a verme
como en consulta, y obedece mi voz de
regresar.
Le doy unas palmadas y me quedo
pensando por qué nosotros los humanos
no respetamos la vida que comienza, si
ante ella hasta los perros de rancho se
detienen.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Problema de obesidad en el mundo”.
Hacemos oídos sordos,
pero se oyen dos lamentos:
uno es el de los hambrientos,
y el otro el de los muy gordos.


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