sábado, 27 de abril del 2024
 
Por Rafael Arias
Columna: Mutatis Mutandis
La banda que manda
2015-08-13 | 10:06:21
Una y otra vez, la realidad se expresa, alerta y advierte, anuncia y señala.

Aquí, allá y acullá, los problemas crecen.

Demagogia y simulación, distracción y manipulación no pueden ocultar lo evidente. Palabras, declaraciones y discursos oficiales se estrellan en los hechos que, insistentes se repiten y presentan.

Así que, con o sin permiso. Estamos obligados a insistir y repetir lo que ya se sabe, pero no se toma en cuenta, ni se pone en práctica.


Revocación y control de daños

En una Democracia, quienes gobiernan, electos o designados, todos sin excepción, son y deben ser siempre considerados servidores públicos, ni más ni menos. Ni designio divino, ni realeza aristócrata. Mucho menos impunidad delincuencial.

De ahí que extraña y ofende, que se niegue, conculque o escamotee el derecho de elección-revocación, que es uno solo e inseparable. Ningún pueblo tiene la obligación de sostener y soportar a un mal o peor gobierno, hasta que concluya el periodo para el que fue electo. Simplemente no hay que olvidar. Es de humanos equivocarse y, por tanto, se debe reconocer que hay unos gobernantes más humanos que otros.

Adquirir representación pública y, concretamente, un encargo en el gobierno, implica a la vez adquirir compromisos y obligaciones, algunas de ellas ineludibles e irrenunciables.

Se consigue el cargo y el encargo, con su poder, pero la autoridad se gana. El nombramiento no es garantía de cumplimiento y decoro, de resultados positivos y comprobables.

Gobernar, ser funcionario o un modesto empleado no es, en principio, una graciosa concesión, préstamo o atributo, mucho menos cheque en blanco, para hacer lo que se dé la gana y cuando se quiera, mucho menos, tomarlo como la oportunidad de aprovechamiento y beneficio personal, familiar o de grupo. Prohibida ineficiencia, corrupción y delincuencia.

Los límites y deberes empiezan con los establecidos en las leyes que, por cierto, todo servidor público con el simple hecho de serlo adquiere compromiso y obligación ineludibles de cumplirla y hacerla cumplir, en tiempo y forma.

En letra muerta pretenden convertir principios básicos constitucionales.

“Los recursos económicos de que dispongan la Federación, los estados, los municipios, el Distrito Federal y los órganos político-administrativos de sus demarcaciones territoriales, se administrarán con eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez para satisfacer los objetivos a los que estén destinados…”

Por tanto, hay que insistir y repetirlo, todos y cada uno deben estar sujetos al imperio de la aplicación puntual y efectiva de la ley; y además, cuando menos, al cumplimiento verdadero y puntual de los principios básicos de todo buen gobierno: transparencia, eficiencia, previsión, rendición de cuentas, fiscalización y evaluación pública del desempeño. Evaluación, no complicidad y simulación.


Integrar gabinete o equipo, no cártel o banda

Últimamente, salvo excepciones, el nombramiento oficial de demasiados, privilegia incondicionalidad y no capacidad, complicidad más que efectividad en muchos niveles y ámbitos de gobierno, sean por elección o por designación. Abyección y corrupción son la mejor recomendación.

Esta creciente forma de integrar equipos de trabajo, que se espera, debería ser de profesionales, honestos y eficientes, no garantiza la atención puntual de necesidades y requerimientos sociales, ni el cumplimiento puntual de responsabilidades y de objetivos y prioridades institucionales.

En todo caso, tarde o temprano se le reconocerá, como el cártel político electoral que domina, o la banda que manda; misma que para lograr la continuidad de la impunidad hará hasta lo imposible, desde reciclarse hasta mantenerse en el poder a cualquier costo.

Lo cierto es que en la mala o peor integración de equipos, se hacen evidentes la falta de responsabilidad, efectividad y honestidad en el desempeño del cargo, así como los pocos o nulos resultados positivos y su desmedido costo en tiempo, recursos y oportunidades; de ahí que con frecuencia, sean simple consecuencia tanto ineficiencia y desaprovechamiento, como pérdidas y hasta el abuso en el uso del patrimonio y recursos públicos, así como en el ejercicio de las atribuciones institucionales.

Así no es raro, escuchar de todo, como justificación o pretexto. La realidad muestra el tamaño del daño de la improvisación, la ineptitud y la mediocridad; y también los alcances de la perversidad, complicidad y corrupción, de ineficientes y delincuentes gubernamentales, muchos de ellos conocidos porque “ no tienen llenadera”.

Y ni modo hay que repetir e insistir.





En todo caso, lo cierto es que, ante irresponsables y mediocres, ante ineptos y corruptos, no hay presupuesto ni recursos presentes o futuros que alcancen.

Así, el endeudamiento crece, a todos se debe y la mala administración se transforma en un sistema de paguitos, de lentos y penosos trámites en lo oscurito, en denigrante y convenenciera petición de favores, y en obligada entrega de propinas, mochadas que agilicen el ansiado pago.

Situación que tiende a agravarse en épocas de elecciones y sobre todo, según vox populli y tradición popular, se intensifica en los años de Hidalgo y de Carranza. Es más, incluso notoriamente no son ni serán suficientes, los esfuerzos y alcances de los buenos servidores públicos, muchos anónimos, pero que aunque pocos y contados, sin duda los hay.

Imprescindible integrar gabinete y equipo bajo principios de honestidad, profesionalismo y efectividad, que promuevan y motiven la más amplia y verdadera participación ciudadana; y sobre todo, que cumplan con sus obligaciones y trabajo. Auténticos servidores públicos y no depredadores sociales.

Como siempre defender responsabilidad y buenos resultados, hay que identificar, consolidar y defender los pocos y contados logros y avances. Cuesta demasiado obtenerlos.

Mientras se hace presente el viejo principio impuesto por la irresponsabilidad ciudadana y el desinterés social. “Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen” dirían unos. Otros, simplemente afirman que se tiene lo que se soporta, apoya y sostiene. La banda que manda.


*Académico.IIESES-UV@RafaelAriasH

Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez


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