viernes, 03 de mayo del 2024
 
Por Fernando Vázquez Rigada
Columna: El país que no existe
El país que no existe
2015-08-18 | 09:54:43
Nací en un país
que ya no existe.
Esa es la afirmación central del
protagonista de la nueva novela
de Daniel Espartaco Sánchez. Se
refiere a que vio la vida en un país
de Europa Oriental, desaparecido
tras la caída del comunismo. Con
todo, es, en realidad, una metáfora
sobre México.
Los que nacimos antes de 1993,
coincidimos en la condición del
protagonista de la novela. 1994
lo marcó todo. A partir de ahí,
México se cimbró por un estallido
social -la irrupción del EZLN-,
vendría después el retorno del
ajuste de cuentas, cruento y vil,
de los políticos. La bancarrota.
La alternancia sin transición. La
democracia pervertida. La guerra
contra el narco. En fin: todo.
México ha perdido muchas
cosas desde entonces. El civismo.
La ética. La vergüenza.
El civismo: fracturado por la
disolución de la identidad, expulsando
400 mil compatriotas al
año y ahora más de 150 mil: un
éxodo. ¿Qué ha dejado tras de sí?
Un territorio de familias rotas, de
huérfanos, de hogares móviles.
Ahí reside uno de los fermentos,
solo uno, de la terrible violencia
que ha convertido al país en
un gigantesco cementerio. Camposanto
clandestino. Fosa que no
deja de engullir gente sin rostro,
sin nombre, sin historia. A fuerza
de bala nos hemos acostumbrado
al horror.
En este tobogán insaciable
se consumió nuestra ética, que
debería basarse en el principio de
solidaridad, rectitud, respeto. Se
instaló en nuestros poros el peor
virus: el de la indiferencia.
Una sociedad -nos recuerda
Umberto Eco- se pierde para
siempre cuando deja de pensar en
el otro. Lo que nos une es aquello
que nos identifica, que nos compromete,
que nos solidariza. La
ética en México voló en pedazos
por la certeza de que solo se sube
aplastando a los demás.
Y hemos perdido la vergüenza.
La mayor producción es la de
pobres: miserable a los que les
extirpamos el futuro porque el
país no crece, porque entre más
pobres más presupuesto que hurtar.
2 millones de pobres más en
este México que se mueve.
De ellos, casi millón y medio
se incubaron en dos estados:
Veracruz y el Estado de México.
La perversidad mayúscula reside
en la ausencia de azoro. Eruviel
Avila aspira a ser presidente y
generó casi un millón de pobres
en dos años. La pobreza extrema
se disparó 27.6 por ciento en
EDOMEX. Rafael Moreno Valle
y Manuel Velasco comparten el
bochorno de ser gobernantes
(fallidos) de los estados primero
y cuarto con mayor porcentaje
de pobreza.
Esos dos últimos ¿gobernadores?
Han gastado miles de millones
de pesos en la promoción de
su imagen, recursos públicos de
estados que desfallecen de hambre.
En Chiapas, 76 de cada 100
personas viven en pobreza. En
Puebla, 64. Un oprobio, ineficiencia
y frivolidad que los inhabilitaría
de cualquier aspiración futura.
Si se cruzara la estadística del
despilfarro y el abuso del erario
contra la generación de miseria,
descubriríamos el tumor político
-corrupto, arrogante y cínico- que
carcome a la nación.
El otro vertículo es el de la sociedad:
indiferente, comodina y
acomodaticia. Que crítica, pero
solo en el café. Activistas de clóset.
Gente sin voz pública. País de
habitantes, sin ciudadanos.
Si por el carril externo no recuperamos
el civismo, la ética y la
vergüenza, tendremos que admitir
que, sí, efectivamente, nacimos
en un país que ya no existe. Y que
no volverá jamás.
@fvazquezrig


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