lunes, 06 de mayo del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Resucitan a un cadáver
2015-08-21 | 09:48:49
El cuento que descorre hoy el telón de esta
columnejilla es del peor gusto. Si lo doy
a los tórculos es solo porque me sirve de
adecuado prolegómeno a un comentario
de política.
Cierto norteamericano vino a México,
y en los primeros días de su estancia vivió
dos muy ingratas experiencias. La primera
fue que comió chile, y a consecuencia de eso
sufrió el efecto llamado “de campana”: el
chile le picó y le repicó, o sea que le causó
una fuerte irritación tanto al entrar como
al salir.
La segunda experiencia fue aún peor:
tuvo trato carnal con una maturranga callejera,
y a resultas de ese acto de fornicio
contrajo una infección venérea que lo hacía
caminar con las patas abiertas y maldecir
como poseso.
Clamaba con gemebundo acento el lacerado
gringo: “¡Mí no comprende México!
¡Tomo chilito y me arde culito! ¡Tomo culito
y me arde chilito!”. Sin haber sufrido ninguno
de esos dolorosos ajes puedo decir
lo mismo: “Mí no comprende México”. No
entiendo a este país.
El gobierno pone en el camino de la desaparición
a ese asqueroso xiote, forúnculo
o buba que se llama CNTE, y luego resucita
a un cadáver llamado SME, que despedía
ya tufo de hedentina.
Eso me hace recordar a la burrita de
la canción de don Ventura Romero, que
daba dos paso pa’ delante y veinticuatro
para atrás. Ya se verá que la “cooperativa”
que ahora se inventa como regalo al líder
de los electricistas será una nueva fuente
de problemas. Vuelvo a decirlo: “Mí no
comprende México”.
Al terminar el trance de amor con el
borrego la borreguita suspiró: “Se acabó
la lana virgen”.
Declaró Babalucas: “Hay tres clases de
personas: las que saben contar y las que no”.
Otro de Babalucas. Dijo el tonto Roque:
“Voy al funeral de todos mis amigos
para que luego ellos vayan al mío”. Doña
Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad,
hizo su caminata matutina por el
parque y luego se acomodó en una banca
a descansar.
En eso llegó Pepito con su perro, un
can corriente cruzado con de la calle, y se
sentó al lado de la empingorotada mujer.
“Ruégote, niño -le pidió doña Panoplia de
inmediato-, que te vayas a otra banca con tu
perro. Por las pulgas, sabes”. Le dijo Pepito a
su gozque: “Vámonos de aquí, Fido. Parece
que la señora tiene pulgas”.
La novia de Capronio, sujeto ruin y desconsiderado,
lo amenazó llena de enojo: “¡Si
me dices ‘panzona’ una vez más ya nunca
volverás a verme!”. Clamó él: “¡Por favor no
me dejes, Abdomina! ¡Hazlo por nuestro
hijo!”. La muchacha se sorprendió: “¿Cuál
hijo?”. Respondió el vil jayán con simulada
preocupación: “¿Qué no estás embarazada
de 8 meses?”.
Alguien le preguntó a Afrodisio, hombre
salaz: “¿Qué buscas en una mujer?”. Respondió
él: “Que sea tetona”. “No -aclaró el
otro-. Quiero decir, para una relación seria”.
Contestó Afrodisio: “Que sea la más tetona”.
“No me entiendes -dijo el que preguntaba-.
Lo que quiero que me digas es qué buscas
en una mujer para casarte con ella”. “Ah
no -manifestó Afrodisio-. Ninguna es tan
tetona como para hacer eso”.
Acude a mi memoria en este punto una
bonita anécdota. A mediados del pasado
siglo vivió y trabajó en México una actriz
de cine llamada Hilda Kruger, alemana. A
más de ser muy bella, esa señora era muy
culta: escribió con bien cortada pluma acerca
de dos mujeres mexicanas cuyas figuras
la sedujeron: Sor Juana y la Malinche.
Su principal atributo, sin embargo, era
un exuberante busto cuya opulencia desbordaba
el amplio escote de los vestidos que
usaba ex profeso para lucir aquel profuso
encanto.
En cierta ocasión coincidió en una recepción
diplomática con don Luis María
Martínez, arzobispo primado de México. Al
lado del eclesiástico estaba el michoacano
José Rubén Romero, hombre de ingenio
pícaro y travieso, creador del famoso Pito
Pérez. La actriz llevaba en el pecho una
cruz de oro que el prelado no pudo menos
que notar.
Le dijo a la Kruger: “Veo con emoción,
señora, que a pesar de su profesión artística
no ha olvidado usted su fe, como
lo demuestra la preciosa cruz que lleva”.
Cuando se retiró la dama Romero le dijo
al arzobispo: “Monseñor: con el mayor
respeto, pienso que lo que a usted lo emocionó
no fue la cruz, sino el Monte Calvario”.
FIN.


MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Llegaron sin aviso y me dijeron:
-Somos las viejas rencillas.
Traté de ser amable. Contesté:
-No son ustedes viejas.
Suspiró la mayor de ellas:
-Desde la primera vez que su
usó la expresión “viejas rencillas”
hemos envejecido mucho.
-Por favor no diga eso -insistí-.
Podrán ustedes ser rencillas, pero
viejas no son.
Declaró ella:
-Se ve que es usted un caballero.
Por eso me atrevo a suplicarle que
pida a sus lectores que ya no digan
“viejas rencillas”. En vez de esa expresión
que nos lastima -recuerde
que somos mujeres- podrían decir:
“no tan viejas rencillas”.
Le ofrecí cumplir su petición, y
lo hago ahora en nombre de las no
tan viejas rencillas.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“ Harán un paseo peatonal en
la Ciudad de México”.
Esas buenas intenciones
están fuera de lugar:
el paseo se va a usar
para manifestaciones.


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