jueves, 02 de mayo del 2024
 
Por Aurelio Contreras Moreno
Columna: Rúbrica
El imperio de la impunidad
2015-08-24 | 09:49:55
Nadie esperaba que un empleado del
Presidente de la República condenara
o siquiera señalara que su jefe incurrió
en una ilegalidad.
Pero el patético espectáculo mediático
que protagonizó el viernes pasado
el secretario de la Función Pública,
Virgilio Andrade, al exonerar de cualquier
conflicto de interés al presidente
Enrique Peña Nieto, a su esposa Angélica
Rivera y al secretario de Hacienda
Luis Videgaray por las adquisición de
millonarias mansiones a una empresa
proveedora del Gobierno Federal,
resultó un insulto a la inteligencia de
todos los mexicanos.
Porque independientemente de que
tenga o no algún asidero legal la “conclusión”
a la que llegó la Secretaría de la
Función Pública en su “investigación”
sobre las “casitas” de Malinalco, Valle
de Bravo y la “blanca”, la percepción
generalizada entre la población es
que se trata de monstruosos casos de
corrupción e impunidad, que dejan
por los suelos la imagen no sólo de la
institución presidencial, sino la del
país entero.
No por nada el mismo Enrique
Peña Nieto, una vez que se conoció
el informe de Virgilio Andrade, pidió
una “disculpa” a los mexicanos por un
asunto que “lastimó” la confianza de
los ciudadanos en las instituciones del
país.
¿Y cómo podrían los mexicanos confiar
en esas instituciones, empezando
por la presidencial, si quienes debieran
hacer cumplir y respetar las leyes, son
los primeros en quebrantarlas? Un
funcionario público no sólo debería
ser honesto, sino también parecerlo.
Si alguna expectativa positiva había
acerca del funcionamiento del Sistema
Nacional Anticorrupción anunciado
con gran pompa hace unos meses, con
la actuación de la Secretaría de la Función
Pública quedó al desnudo lo falaz
que resulta. La “justicia” en México se
aplica selectivamente, interesadamente,
con fines que no corresponden al
respeto al Estado de Derecho.
Por eso en estados como el de Veracruz
ha podido mantenerse en el poder
un gobernador como Javier Duarte.
Las corruptelas de su administración
han sido ampliamente documentadas
a lo largo de casi cinco años. Hay incluso
denuncias penales presentadas
por instancias federales. El enriquecimiento
de varios funcionarios y ex
funcionarios es escandaloso. Y no pasa,
ni pasará, nada.
La rendición de cuentas, la transparencia
y el respeto a la ley fueron
apuñalados por la espalda, de nueva
cuenta, por la clase política de este
país, que nos lleva de regreso, como en
un tobogán macabro, hacia el pasado
más ominoso de México. Para muestra,
basta ver la devaluación de nuestra
moneda y la crisis económica del país,
así como el reciclaje de figuras políticas
dinosáuricas como el f lamante
dirigente nacional del PRI, Manlio
Fabio Beltrones.
Mientras no existan instancias independientes
de todos los niveles de
gobierno que investiguen y sancionen
los excesos que se cometen desde el
poder, no hay nada qué hacer para
desaparecer la corrupción, el mal
endémico que le ha dado al traste a
México.
Seguiremos viviendo en el imperio
de la impunidad.
Email: aureliocontreras@
gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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