domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Rafael Arias
Columna: Mutatis mutandis
Echando a perder en Veracruz ¿Se aprende?
2015-09-10 | 09:44:27
Pérdidas y más pérdidas. Inocultables pobreza,
hambre, inseguridad, desempleo e
informalidad. Desastre económico, crisis de
las finanzas gubernamentales y más deuda
pública injustificada; malbaratamiento y dispendio
del patrimonio público; privatización
o entrega de servicios y dependencias gubernamentales;
y lo más preocupante: involución
y destrozo institucional, en buena medida por
corrupción e impunidad crecientes.
Echar a perder y no aprender
Los seres humanos, somos animales que
hacemos lo que aprendemos a hacer y traemos
en la sangre. Difícilmente llevamos a
cabo, comprendemos o explicamos lo que
desconocemos, ignoramos y no sabemos.
Tal vez por eso y más, habemos unos más
animales que otros.
Se cree, que para bien, a diferencia de
muchos, tenemos instinto o impulso de
exploración y aventura, de investigación
e imaginación, para descubrir e inventar,
para incrementar y hasta mejorar de muchas
formas saber y conocimiento, práctica
y renovación.
Uno de los propósitos de y para la vida es
aprender; y una de sus claves es aprender a
aprender.
El problema, sobre todo en el desempeño
de la función pública, es que a pesar de
lo que digan, presuman y prometan, no se
puede exigir a muchos servidores públicos,
funcionarios y gobernantes que hagan lo
que no saben, ni entienden y comprenden,
mucho menos cumplen, practican o prevén.
Demagogia y simulación, engaño y perversión
para beneficiarse, son algunos de sus recursos
más utilizados.
Ejemplo. Vieja y probada forma la de
aprender a partir del ensayo y corrección
del error. El problema empieza cuando no
hay intención de corrección; ni nuevo intento
o ensayo; y se acaba por mantenerse, acostumbrarse
y beneficiarse del error.
Ni que decir de aquella otra, conocida
como “echando a perder se aprende”. Misma
que puede llevar a la extinción, confrontación
o fatalidad extrema, por lo mucho que se
pierda y lo poco o nada que se aprenda.
¿Cuánto se ha ganado y perdido en los
últimos diez años en Veracruz? ¿Qué se ha
aprendido? ¿En cuanto a gobierno y políticas
públicas, estamos condenados a más de
lo mismo y peor? ¿Qué de la prospectiva,
escenarios y oportunidades posibles?
Para cuándo y por quien, la verdadera e
imprescindible, evaluación del trabajo realizado
por presuntos responsables, prófugos
potenciales y posible impunes intocables,
en el gobierno. ¿Y el actualizado y auténtico
diagnóstico que muestre fortalezas y debilidades,
avances y retrocesos?
Hay que señalar, que parte del error y lo
mucho que se pierde, radica en no ocuparse y
detener a quienes provocan, sostienen y viven
de repetidos y nuevos errores, de cuantiosas
o mayores pérdidas gubernamentales; o los
que simplemente disfrutan la comodidad y
privilegios del cargo, caracterizándose por
ser servidores públicos que no sirven, y menos
atienden y resuelven necesidades y problemas
sociales. Pero eso sí, salen de pobres.
Improvisación, ocurrencias
y simulación
Hay muchas razones para padecer los efectos
de ineptitud e irresponsabilidad, de ineficiencia
y delincuencia en los gobiernos.
De todos esta vez resalto y comento uno,
que es fundamental y que está vinculado con
un aspecto determinante para la vida civilizada
y la convivencia pacífica, para el mismo
fortalecimiento del Estado de Derecho.
Esta razón radica en el simple y sencillo
abandono, de la obligación central de todo
servidor público, funcionario o gobernante:
cumplir y hacer cumplir la ley, puntual y
correctamente.
Pero, ¿cómo pueden hacer lo que no saben
o desconocen, si ni siquiera se preocupan y
ocupan en leerla y entender el alcance de sus
obligaciones y deberes?
Y desde luego, este hecho también se
extiende a gran parte de ciudadanos y sociedad
que tampoco tienen interés en leer y
conocer las leyes para poder exigir la garantía
y ejercicio de sus libertades y derechos, así
como realizar y cumplir las correspondientes
obligaciones ciudadanas y sociales.
Si no se tiene idea de qué deberes, obligaciones
gubernamentales hay que exigir. Si no
se reclama rendición de cuentas, fiscalización,
transparencia y evaluación, objetivas
y confiables.
¿Cómo hacerlo si no se sabe ni se lee el
contenido de las leyes?
Claro que no puede pensarse que, para
ineficientes y delincuentes en el gobierno, se
acepte y justifique que no lean, entiendan,
observen y apliquen los contenidos de las
leyes.
No. Cualquier pretexto es sólo eso, pretexto.
Lo que sucede es que algunos simulan,
engañan, manipulan y disponen con toda
intención y propósito para beneficiarse,
enriquecerse y aprovecharse de su posición
en los gobiernos.
Escriben, promueven y hasta logran la
aprobación, de leyes que no obedecen. Establecen
pactos, tratos, compromisos y hasta
contratos con la sociedad que no cumplen.
Leen discursos en los que no creen. Se comprometen
a hacer lo que no saben y mucho
menos les interesa.
Como forma del analfabetismo funcional,
pasan a ser expresión o ejemplo del analfabetismo
delincuencial gubernamental, basado
en interpretación y aprovechamiento de lo
que les conviene.
Claro que si se reconoce este último, habría
que agregar el individual y colectivo, una
especie de analfabetismo social que, aun
sabiendo recibir un mensaje, leído o escrito,
se dispone o hace otra cosa, caracterizada por
pasividad y dejadez, desinterés y abandono
individual y colectivo.
Analfabetismo funcional, esta vez ciudadano
y social, incrementado por la distorsión,
enajenación y negación que muchos medios
y comunicadores acostumbran difundir,
propagar e imponer. Tema, desde luego,
polémico y multifacético.
Así, no hay ley efectiva, si no se aplica; ni
presupuesto que alcance, sin orden y disciplina.
Bien dicen: “no falta dinero, sobran
ladrones”.
Se aprovechan quienes mal administran
y pasan por encima del presupuesto, usan y
abusan recursos públicos y disponen hasta
de lo que no hay. Total, no pasa nada. Larga
vida a la complicidad e impunidad.
Ejemplos crecen y se acumulan. Prosperidad
de pobres y hambrientos. Endeudan y
privatizan hasta lo básico y elemental, como
el agua en Veracruz, que indebidamente paso
a manos de quienes en Brasil son perseguidos
y procesados, mientras aquí son consentidos
y estimulados. ¿Quiénes son los socios, cómplices
y encubridores dentro de los gobiernos?
Total en reedición de cuentos; entre más
pierden, menos aprenden.
AcadémicoIIESES-UV@
RafaelAriasH Facebook:Veracr
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