domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Rafael Arias
Columna: Sucesión, sin exoneración
Sucesión, sin exoneración
2015-09-14 | 09:59:40
Faltan 438 generosos días, 14 meses
y medio, más deuda e involución
institucional.
Excepciones aparte, reiterar lo
evidente. El deterioro grave, que todo
Estado de Derecho debe enfrentar y
superar. Amenaza en aumento, la de
no pocos malhechores en el poder:
electos, designados o nombrados.
Junto a sus cómplices y beneficiarios
dispuestos a hacer lo que sea,
para mantener ventajas y privilegios;
y asegurarse la libertad misma, puesta
en peligro si las cosas favorecen a
justicia y decencia.
Inocultable.
Las y los veracruzanos demandan,
entre otras, urgentes e imprescindibles
acciones, para impedir la
continuidad de la impunidad.
Ante desastres y abusos en aumento,
para muchos, no hay presunción
de inocencia y sí, evidente
ineficiencia y delincuencia.
Comprobación y evaluación
La fuerza de la costumbre. El peso
de la tradición. La efectividad de
enajenación y manipulación de las
masas les ha favorecido y favorece.
Todo hacia adelante, futurismo
ramplón y enajenador. Ritual que
se repite, hábito hecho modo, forma
y fondo de la liturgia política que
lleva a la exagerada concentración
y personalización del poder.
Voluntarismo y discrecionalidad
del gobernante, con todos sus defectos
y limitaciones, inconveniencias
y repercusiones.
Tradición “cultivar y chocholear”
al que gobierna o tiene posibilidades
de ser, no importa si es capaz y
está preparado para asumir cargo y
responsabilidad; tampoco si da o no
buenos resultados.
Sobrevalorada expectativa de
renovación, de la calendarizada
elección, en no pocas veces impide
reconocer y hasta pensar en el
imprescindible control de daños,
pérdidas y sacrificios. Todo por seguir
haciendo las cosas de la misma
manera.
Por costumbre. No nos detenemos
a pensar dónde y cómo estamos,
por qué y quienes son responsables
y culpables. Preciso diagnosticar y
evaluar, decidir y organizar antes,
ritmo, intensidad y orientación del
esfuerzo individual y colectivo. Para
colmo, frente a una creciente problemática
más compleja y en muchas
formas diferente, nos comportamos
igual.
En parte alentados, enajenados,
conducidos y domesticados por
quienes usan y abusan del cargo
gubernamental.
Costoso avalar antes de evaluar;
peligroso, confiar antes de constatar.
Ahí vamos en fila india, en religiosa
procesión. Generación tras
generación, en el ritual que la tradición
impone.
A correr tras lo que viene sin analizar
y arreglar en lo que estamos.
¿La “caballada” esta gorda o flaca?
¿Quién es “el bueno”? ¿Cuál es “el
tapado”?
Justificada atención, expectativa
y esperanza en la elección, en aspirantes
y suspirantes, y en su momento
en candidatos; pero poco o nada
se hace, respecto a diagnosticar y
saber magnitud y complejidad de la
situación actual, así como constatar,
medir y valorar trabajo y desempeño
realizados por expirantes y próximos
a ser relevados. Grave error olvidar
o soslayar que, en su momento,
asumieron deberes y obligaciones,
compromisos y promesas para llegar
al cargo.
¿Cumplieron? ¿Hicieron su trabajo?
O se convirtieron en irresponsables,
ineficientes y delincuentes que,
obviamente, hacen y harán hasta lo
imposible por disfrutar de la continuidad
de la impunidad.
Futurismo exagerado y anticipado.
Aspirantes y suspirantes son
importantes. Pero, ¿son capaces y
están preparados para atender la
situación actual? Preciso es, asegurar
rumbo y futuro, pero no con
incapaces, ocurrentes y mediocres.
Por tanto hay que analizar preferencias,
coincidencias y consistencias
de participantes en una
elección. Invariablemente, a partir
de diagnosticar la situación actual
y, al mismo tiempo, sin minimizar
o abandonar evaluación y juicio de
los que están y, por fortuna se irán.
Rendición puntual de cuentas, de
los que obtuvieron apoyo y confianza
de ciudadanos y sociedad en general.
Clara y consistente entrega
recepción. Recibir y no encubrir.
Sanear y limpiar. Sacudir y barrer
para adelante y arriba, para atrás y
todos lados.
La tragedia de política, gobierno
y administración podría resumirse.
Pasó de obligación incumplida y
responsabilidad evadida, casi desde
siempre, a simulación y apariencia,
para hacer como que se hace y
aparentar cumplir, con lo que no se
cumple. Rollo del desarrollo.
Así, Veracruz ha absorbido,
cada vez más, teoría y práctica de
la apariencia y complacencia, de
complicidad e impunidad, como
forma de permanencia y ejercicio
gubernamental.
Urge cumplir y hacer cumplir la
ley. Nada de continuidad en la impunidad.
Exonerar, encubrir, proteger,
disculpar, justificar, eximir,
dispensar, absolver, excusar, tapar…
es simplemente más de lo mismo y
peor.
*AcademicoIIESES-UV@
RafaelAriasH. Facebook:Vera
cruzHoydeRafaelAriasHdez


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