sábado, 08 de junio del 2024
 
Por Rodolfo Mora Forsbach
Columna: Diálogos de besugos
El médico
2015-09-26 | 10:43:46
Desde niño mi pasión por la medicina fue evidente, cada vez que podía pedir juguetes no faltaba el maletín de doctor y hasta un resucitador como le llamaba a toda la family le recetaba chochitos de dulce, hay médicos que estudian por vocación y otros por complejos, unos por curar y otros por traer una bata y que les llamen de usted o señor doctor, la razón por la que fui a España es simple, trabajar acá o allá es el cielo o el infierno, tema que he tocado en muchas ocasiones aquí, en radio y TV. No es casualidad que se cometa el error de confundir la vara de Esculapio símbolo de la medicina con el más usado en la actualidad, el caduceo de Mercurio, Dios del comercio, ya que en estos tiempos la medicina a nivel de algunos galenos como de las grandes farmacéuticas se ha convertido en un negocio en toda la extensión del verbo, por cierto ya hablaré del SIDA en su momento, e incluso más allá si hablamos del nuevo armamento efectivo, letal y real que de nuevo no tiene nada, que se usa desde tiempos inmemoriales de los Hititas y antes que son las llamadas armas biológicas como envenenamiento de comida y agua con material infeccioso; uso de microorganismos, toxinas o animales, vivos o muertos en sistemas de armas y también productos inoculados biológicamente. Estando en Madrid en el 2004 un vecino uruguayo me presto un libro que después compre llamado “El médico” de Noah Gordon, hace poco salió la peli en cine la cual por andar de viaje por España se me pasó, el sábado pasado por fin la vi y me trajo a la mente dos cosas, como ha cambiado el físico, la mente y el espíritu del médico hoy día y otra las epidemias y el uso de los enfermos como guerra bacteriológica. En la conquista los españoles usaron la viruela con toda alevosía y ventaja, mato más de 2 millones de personas, una de las zonas más afectadas fue la ciudad de Cempoala en Veracruz, fue abandonada y sus escasos sobrevivientes trasladados a Xalapa o en la edad media los cadáveres con peste bubónica que eran lanzados en catapultas a castillos y ciudades, un sinfín de casos en la historia como el ejército británico con los
nativos americanos, en la 1ra guerra mundial con el ántrax, la guerra chino-japonesa o la independencia israelí con tifus Salmonella. Es la primera vez en más de 250 años que la industria bélica cede el primer puesto a la industria farmacéutica, recuerdo estar en DF haciendo papeles en la embajada española y a no más de una semana de llegar a Madrid por TV vi cómo se desataba la alarma de la gripe llamada porcina del virus H1N1, que por cierto jamás me creí, fuerte paranoia la que se armó y más viniendo de médicos de allá, en Madrid preocupándose de como al haber tenido contacto con ellos que iba a pasar mandaron alguien a llamarme, ni siquiera tuvieron la decencia de ser ellos mismos, aparte de ignorantes, cobardes, una minoría claro, estando ya en Canarias me decían que porque no quería ponerme la vacuna y mas que había hecho inmunología, cosa a la que contesté sin dudar “por eso mismo”, una gripe que no mato más personas que una gripe común, millones gastaron países en comprar el famoso Tamiflu que sirve como agua de Lourdes, con dinero del pueblo, en Chile, en España entre otros y jamás rindieron cuentas. El brote de ébola que se dio en África subsahariana en Liberia, que casualidad, bien dicen que sobre los jodidos cae la desgracia y no por casualidad. Existen 5 tipos de virus de ébola, como se fuma que el centro de control de enfermedades de USA patenta una sexta cepa con el registro CA2741523A1, ¿con qué fin?, si se supone que dicho centro es para controlar, hacer vacunas, por sentido común me indica con esto hacer una cepa, una vacuna y lucrar, negocio millonario. España no supo ni quiso responder al caso de ébola del cura ni la enfermera, en México es de risa y de pena oír a la SSA decir estar preparados. Después, cambio en medios de comunicación el contagio de saliva a por aire, mutó tan rápido, o era meter miedo a la plebe y ya no hablaré de las resucitadas de Libia, donde hay una contradicción hay una mentira, no hay peor ciego que el que no quiere pensar, yo solo pinto lo que veo.
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