domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Uriel Flores Aguayo
Columna: Para congreso bananero el de Veracruz
Para congreso bananero el de Veracruz
2015-10-30 | 11:10:22
De manera previa al desarrollo de mi opinión
sobre el tema del título de este artículo, quiero
invitar a la búsqueda y análisis de dos hechos
paradigmáticos de los comportamientos obsesivos
e inerciales desde el poder: estos son los
momentos previos a la revolución mexicana y
los juicios a los genocidas del fascismo Alemán.
En el primero se destaca la fiesta magnificada
del centenario de la independencia,
con un Porfirio Díaz, mostrándose seguro y
pleno, aparentando dominio absoluto del país
y, si acaso, preocupado por las recepciones a
sus invitados; al poco tiempo no solo tuvo que
dejar el poder, sino que se vio obligado al exilio.
En el segundo, los responsables del asesinato
de millones de personas, sobre todo judíos,
apenas balbuceaban respuestas acudiendo al
expediente burocrático de haber obedecido
ordenes.
Las lecciones de esos hechos son tan
duraderas como lo exige el absolutismo y el
quehacer inercial. El control absoluto, fundado
en represión e ilegitimidad, se vuelve, en horas,
descontrol absoluto; el cumplimiento ciego de
órdenes nocivas es letal, por lo que debe ser
detenido inmediatamente.
Hablar de que en Veracruz, tenemos un congreso
bananero, es una obviedad, es descubrir
el hilo negro; la mayoría de sus integrantes se
esmeran, todos los días, de confirmarlo con
todos los colores y matices a su alcance.
Reiterar la crítica a un papel tan limitado
en autonomía y calidad pero abundante en
consignas y docilidad, es recordar, dejar constancia,
señalar los puntos concretos de lo que
debe cambiar, de lo que no se debe hacer desde
los espacios legislativos.
Dado que hay grados de sumisión y exhibición
de pequeñez y caricaturas entre los diputados
oficialistas y sus aliados, históricamente,
siempre será necesario y sano establecer las
comparaciones y alcances de su papel; hay
más o menos Legislaturas entreguistas, con
disputas de récords, las hay inocuas, también
las más dañinas, las opacas, hay de todo... y
la actual.
La legislatura que funge - finge - actualmente
es muy llamativa y curiosa, cumple un
papel poco decoroso, ajenos a un rol al menos
regular, no sólo aprobando todo lo que le mande
el Ejecutivo sino también obviando el debate
y, sobre todo, la información a la sociedad.
No deliberan, no fijan postura, no informan
y, sin embargo, aprueban asuntos que
inciden en el presente y futuro de todos los
Veracruzanos. Es evidente su desapego al papel
más importante que le asigna la constitución:
representantes populares.
No representan a la gente, solo sirven al poder
ejecutivo. No tiene caso siquiera hablar de
legislar para la ciudadanía o de ser contrapeso
de los otros poderes. Ni soñarlo; no saben, no
quieren o no pueden desempeñar un papel
digno y de utilidad social y democrática.
Recién se han presentado polémicas iniciativas
del ejecutivo, la referida al aumento del
impuesto a la nómina y la llamada reestructuración
de la deuda, ambas con un amplio
cuestionamiento de los más variados sectores
sociales de Veracruz.
La actitud de la mayoría de diputados ha
sido penosa, dando celeridad a las aprobaciones
pero sin argumentos. Se han olvidado definitivamente
de cumplir con sus obligaciones
básicas de representación para lo que fueron
electos.
En esas condiciones pierden respeto, utilidad
social y legitimidad. Abonan en concreto
al descrédito de las instituciones, generando
malos ejemplos y convirtiéndose en un estorbo
para la democratización de Veracruz.
Es una pena tener a diputados dedicados a
servirse, a agradar al ejecutivo y a auto representarse.
No merecen ese cargo, no cumplen
ni con lo elemental. Han degradado, todavía
más, el nombre del legislador, hasta convertirse
en vulgares empleados del ejecutivo.
Parecieran no darse cuenta de su contradicción,
acostumbrados a cumplir órdenes, a ver
por sí mismos; es alta la traición que le hacen
al pueblo, renuncian a ser poder para agachar
la cabeza y levantar el dedo.
Supongo que, como los genocidas del
nazismo, solo siguen instrucciones, en ellas
se refugian y, cuando sean juzgados, agacharan
la cabeza y dirán que hicieron los que les
mandaron.
De las legislaturas que he conocido pocas
o ninguna como esta en carencia de debate,
de baja personalidad y abundancia de ocio;
en su mayoría dedicada a cumplir agenda y
caprichos de partido hasta el ridículo.


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