sábado, 04 de mayo del 2024
 
Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
Don Toño Ferrari: réquiem
2015-11-25 | 21:09:53
Don Antonio Ferrari Alemán, fue uno de los fundadores más queridos de Boca del Río. Durante los muchos años de su vida se dio a querer y alcanzó el reconocimiento de toda una comunidad conocida como la más politizada del país y también con la de mayores conflictos.

Entre la gente se le conoció siempre como don Toño, quién para todos ricos y pobres, siempre evocaba una sonrisa y un saludo festivo.

Así fue siempre su carácter como el de un autentico boqueño que disfrutó la vida a mares y de amores, porque supo amar a todos sus semejantes con el cariño y el respeto de una larga existencia en donde consolidó una gran familia junto a su esposa doña María de Jesús Pardiño “Marichuy” por varias décadas, la dueña de la más grande tradición gastronómica de la región junto a su hermano Rafael “Fallo Pardiño”, también un personaje recordado y llorado en lo que antes se conoció como una bella aldea de pescadores, hoy convertida en la ciudad de vocación turística de mayor importancia en la entidad.

Entre propios y extraños don Toño, se mostro siempre autentico, muy platicador y dicharachero con sus cuates y amigos de confianza. Un personaje que se caracterizo por su sinceridad y honestidad en el trato con sus semejantes y ante todo el ser humano que nunca se conflictuó con nadie por ser un hombre de paz y amiguero como pocos.

Doña Chuy Pardiño y Don Toño Ferrari, consolidaron una familia a base de trabajo de toda la vida. Así fue la filosofía transmitida a todos sus descendientes hijos, nietos, bisnietos y sobrinos, más los agregados de toda la vida, los amigos de su hijo Ramón Ferrari Pardiño, con los que se conformó una gran familia de muchos años, en donde se han superado por el paso de los años, todo tipo de resquemores, chismes, intrigas y aspectos mundanos, con los que nunca ha comulgado esta familia acostumbrada a brindar la tradicional amistad del veracruzano sin limitaciones ni miramientos a invitar a la mesa, saludar y despedirse y ante todo la solidaridad humana sin ninguna distinción.

En sus estilo muy personal y generoso con todos los que arribaron por muchos años al restaurante famoso de la familia en Boca del Río “El Paradaise”, don Toño, después del saludo muy atento “siéntate tomate un café, ahorita viene mi hijo Ramón”.

En ocasiones por las mañanas frente a la playa de pie, se le veía reflexionando con su mirada ante la inmensidad del mar en donde todos los días tenía momentos especiales de oración con el Creador. “siempre pido y doy gracias a Dios por mi hijo Ramón, para que sea como ha sido siempre buen hijo, buen padre y un buen amigo con la gente”.

En sus largas pláticas frente a una taza de café, don Toño, hablada de su niñez, de aquellos tiempos de pobreza, con la añoranza de los juegos infantiles, las bromas de los chamacos y hasta evocaba con mucha risa, cuando los chiquillos de su época le hacían burla y se decían cosas entre unos y otras. Sus ojos evocaban como una película todos sus recuerdos ligados con el negocio de su familia de la pesca.

Con las damas todo un caballero y de frente podía decirle a una joven hermosa, “mi amor es que estas muy buena” y las risas.

Así corrieron los años en Boca del Río y don Toño, vio la transformación de su pueblo y el desarrollo de su hijo Ramón en la político y luego su nieto Antonio Ferrari Cazarin, que llevó su nombre y heredó el sentido filosófico de su abuelo.

Nunca se le vio enojado o molesto, ante la adversidad de la enfermedad jamás una queja, siempre emotivo y lleno de vida a pesar de que en ocasiones serio se veía que por el paso de los años y las enfermedades en su rostro mostraba el rictus del dolor, pero su mejor medicina era ver y saludar a la gente, a los amigos, a los comensales a los que les daba una alegre bienvenida que ha sido un escuela para toda la familia.

Con la sonrisa picaresca de toda su vida, contaba muchas anécdotas, una que la causaba mucha risa. Decía que: cuando me llevaban al quirófano en la camilla para una intervención quirúrgica que determinada el seguir adelante o hasta ahí en la voluntad de Dios, vio a toda su familia muy consternada, lo veían muy callados y preocupados a su paso, pero con su característico humor, don Toño, les evocó una frase de ánimo muy coloquial en la región: “Adiós putos”, en una autentica demostración de valor y de fortaleza para sus seres queridos que estaban apesadumbrados por el momento y que fue superado por la fortaleza física y su amor por la vida. Hasta que unos años después, fue llamado ante el Creador después de una larga y fructífera vida llena de generosidad con sus semejantes. Descanse en paz. Así las cosas.


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