2015-11-26 | 21:26:54

No debe resultar extraño esa estrategia de los gobiernos del PRI por criticar al presidente de Morena, Andrés Manuel López Obrador, por sus continuas apariciones de spots donde se coloca en la delantera de la carrera presidencial, pero en el fondo figura una peligrosa estrategia de apoyar a los candidatos a gobernadores de Morena para volatizar el voto de la oposición.

Son los líderes priistas más interesados que Morena presente buenos aspirantes a las candidaturas con el fin de que se divida el sufragio de los partidos opuestos al partido tricolor.

Saben que en escasas entidades podría el PRI superar el 50 por ciento de los votantes. Lo que necesitan es una oposición dividida y nada ayuda mejor para lograr eso que el fortalecimiento de Morena.

Es una estrategia arriesgada porque los gobernadores priistas solo están viendo las ventajas que pueden tener para el próximo año, pero, para AMLO y su partido lo que les interesa es el escenario que tendrán para el 2018.

Para el gobierno federal, el camino para ganar nuevamente la Presidencia de la República tiene que pasar por el triunfo de las trece gubernaturas que estarán en juego en el 2016. Asegurar el triunfo en estos gobiernos estatales les amarra la victoria para la “grande”.

En el caso del estado de Veracruz donde el PAN y el PRD ya se decidieron por Miguel Ángel Yunes Linares, quien les ha prometido una entidad segura, con oportunidades de trabajo para todos y en el que todos volvamos a vivir felices, saben que el candidato priista no tendrá oportunidad en su campaña de reflejar un cambio positivo por los negros y negativos antecedentes de las dos pasadas administraciones estatales.

Por el lado de Morena, ya está decidido que el candidato será el diputado federal Cuitláhuac García, un joven idealista sin compromisos, que puede sumar un buen número de sufragios, ya que garantiza que castigará a los funcionarios estatales que se han enriquecido con los recursos del pueblo.

El retraso en destapar al candidato del partido tricolor y las graves divergencias que existen entre el gobernante Duarte de Ochoa y los tres senadores que representan a Veracruz, colocan desde el inicio de esta contienda electoral en una desventaja al aspirante priista que le resultará muy difícil de superar para los comicios del mes de junio.

La especulación creada con la pasada visita de Aurelio Nuño, secretario de Educación donde cobijara al líder Alberto Silva se olvidaron que el exjefe de la Oficina de la Presidencia se mueve de acuerdo a lo que le señala su jefe de siempre Luis Videgaray. Así que las ilusiones para que se quedara un duartista en el nuevo gobierno estatal se esfumaron cuando trascendió quien era el poderoso padrino.

El problema del aspirante tricolor es ajeno a su persona, pero tiene que cargar con el ominoso pasado de una hegemonía de más de ocho décadas donde la corrupción y los malos gobiernos han sumido en la pobreza a seis millones de veracruzanos.