viernes, 03 de mayo del 2024
 
Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
Escasea el agua
2016-01-29 | 09:39:46
Goretina, virtuosa jovencita, trataba de convencer a su amiga Camayá, muchacha algo liviana, de que dejara su vida de disipación. “Alguna vez quise renunciar a ella -manifestó la chica-. Por un tiempo dejé de fumar y de beber; dejé también el sexo. ¡Fueron las 12 horas más largas de mi vida!... Clamó el ecologista, exasperado: “¡El Titanic, siempre el Titanic! ¿Acaso el iceberg no sufrió también bastantes daños?”... Todo está muy caro. El hombre del carrito ofrece sus hot dogs en cómodas mensualidades... Don Añilio, senescente caballero, pidió ser admitido en el Geezer’s Club, formado por señores de la tercera edad entrando ya a la cuarta. Le dijo el presidente de la asociación: “Quiero advertirle que en este club no hablamos de religión. Respetamos las creencias de cada quien, pero pensamos que pertenecen al ámbito de lo privado. Tampoco hablamos de política. Eso se presta a ingratas discusiones. Finalmente, tampoco hablamos de sexo”. Preguntó don Añilio: “¿Lo consideran tema impropio?”. “No -respondió el veterano-. Lo que pasa es que ya no nos acordamos”... El vocabulario sonorense es rico en sabrosas expresiones. Las recogió en sus libros don Horacio Sobarzo, gran lexicógrafo y estudioso de la cultura popular. En Sonora se usa la palabra “áñil” para decir lo mismo que se dice cuando se dice “a huevo”, “a fuerza” o “por supuesto”. Escaseó una vez el agua en Hermosillo, y cierta señora llamó a un programa de radio que trasmitía las quejas de la gente. “Señor locutor -dijo-. En mi colonia falta el agua. Nos la sueltan nomás dos o tres horas cada día, y eso en horas indispuestas. Tiene una que levantarse a media noche a coger agua en cubetas, ollas, lavamanos, lo que sea”. Preguntó el locutor: “¿Y anoche cogió, señora?”. Después de una pausa de vacilación respondió ella con orgullo: “¡Áñil!”. Numerosas colonias del DF sufrirán escasez de agua debido a obras de mantenimiento en el Sistema Cutzamala. Durante varios días sus habitantes tendrán que hacer lo mismo que la señora de la anécdota. Quiero decir, recoger agua en tinas, ollas, lo que sea. ¡Áñil!... Pepito y Juanilito buscaban canales en la tele, y dieron con uno que pasaba una película erótica. “Ya no le cambies -le dijo Pepito a su compañero-. Se me hace que esto es mejor que Plaza Sésamo”... Doña Tebaida Tridua, lo sabemos, es presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías. En tal carácter se dedica a vigilar celosamente la moral ajena. Se había abstenido ya de estorbar la aparición de los cuentos que en este espacio ven la luz, pero ayer nos envió un enérgico memorial escrito en caracteres elzevirianos en 12 fojas útiles y vuelta para protestar por la publicación del chascarrillo que ahora sigue. Lo damos a los tórculos pese a la pataleta de la ilustre dama. La libertad debe ser libre. El rey Pipino el Breve era llamado así por la cortedad de su atributo varonil. La reina se consolaba de esa insuficiencia con los miembros -dicho sea sin intención segunda- del personal de servicio. Sabedor de los devaneos de su esposa
el rey hizo llamar al mago Merlín a fin de que ideara el modo de castigar a quienes se refocilaban con la soberana. El sabio cabalista ideó un ingenioso mecanismo que, colocado a modo de pequeña guillotina, cortaría la alusiva parte al hombre que tuviera acceso carnal a la señora. Para probar el artilugio Pipino fingió que se iba de cacería una semana. A su regreso examinó uno por uno a los moradores del palacio. Empezó por los guardias de corps de la reina: a los 14 les faltaba lo que antes habían tenido. Siguió luego con los criados: desde el menestral hasta el copero todos había perdido aquello. Hizo después la revisión de sus cercanos colaboradores: ninguno se había librado de la -digamos- balanotomía. Por último Pipino examinó a Merlín. Grandes fueron su alivio y su satisfacción al ver que el mago conservaba íntegra la región objeto del examen. Atribuyó ese hecho a la madura edad del taumaturgo, pero quiso confirmar su lealtad. “Dime -le preguntó- ¿por qué entre todos los hombres cercanos a la reina tú eres el único que conservó su parte? ¿Acaso eso se debe a tus muchos años?”. Merlín no pudo contestar. FIN.


MIRADOR ›armando fuentes aguirre
A mí le memoria nunca me falla: siempre me ayuda a poner en el olvido lo que no quiero recordar. En cambio este amigo mío tiene una pésima memoria: no se le olvida nada. Recuerda por eso como si hubiera sido mañana lo que le sucedió hace tiempo. Aún no llega a los 50 años, y goza de cabal salud, al menos en lo que atañe al cuerpo. Conoció a una linda chica y le dijo un piropo para halagarla. Ella le reprochó: -¡Ay, señor! ¡A su edad! Dice mi amigo que habría preferido que la muchacha le hubiera clavado un puñal en el corazón. Hay quienes aseguran que en cada hombre se esconde un Don Juan, y en cada mujer una Doña Inés ansiosa de encontrar un galán que la seduzca. Quién sabe, quién sabe. El talante del hombre es mucho más predecible que el de la mujer. Debemos ser comedidos con las damas, no importa que eso nos gane ante ellas fama de aburridos. ¡Hasta mañana!... MANGANITAS ›por afa
“Un hombre que bebía en la barra de una cantina cayó de borracho al suelo” Llegaba otro bebedor y le pidió al cantinero: “Dame lo mismo, mi ñero, de lo que tomó el señor”.


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