viernes, 03 de mayo del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Tomando precauciones
2016-01-31 | 10:44:04
Don Astasio llegó a su casa después de cumplir su jornada de 8 horas de trabajo como tenedor de libros. Colgó en la percha su saco, su sombrero y la bufanda que usaba aun en los días de calor canicular, y luego se encaminó a su alcoba a fin de reposar un rato antes de la hora de la cena.

Lo que vio en la recámara lo dejó sin habla: su esposa, doña Facilisa, se estaba refocilando carnalmente con un individuo cuya baja condición moral se notaba de inmediato, lo mismo que su destreza en el acto natural.

No pronunció palabra don Astasio. Fue al chifonier donde guardaba una libreta en la cual solía anotar inris para decirlos a su mujer en tales ocasiones. Volvió a la alcoba y le espetó el último que había registrado: “¡Peliforra!”.

“Ay, Astasio! -respondió en voz de queja la señora sin perder el compás de tres por cuatro, valseadito, con que llevaba a cabo sus movimientos amatorios-. Tú coleccionas estampillas; pintas paisajes a la acuarela; haces trabajos de carpintería. ¿Y yo no puedo tener mis hobbies?”...

Dicen que el amor es una lotería. No es cierto. En la lotería tienes alguna posibilidad de ganar...

El papá de Dulciflor se preocupó: ya eran las once de la noche y su hija no subía a la recámara: seguía en la sala con su novio. Desde lo alto de la escalera le preguntó: “Dulciflor: ¿está ahí ese muchacho?”. “No, papi -respondió ella-. Pero ya va llegando”...

Don Añilio, señor de edad madura, fue a una agencia matrimonial. Le dijo a la encargada: “Necesito casarme. Quiero una mujer con el pelo de Veronica Lake, los ojos de Gene Tierney; las mejillas y la voz de Lauren Bacall, los labios de Sophia Loren, el busto de Jayne Mansfield, la cintura de Audrey Hepburn, las caderas de Marilyn Monroe y las piernas de Cyd Charisse. Espero que sea rica y de buena sociedad. Además debe ser virgen”.

La mujer vio a don Añilio de arriba abajo. Aparte de sus muchos años -los evidenció al citar a aquellas artistas- el señor se veía de pobre condición económica, y algo cuculmeque. Le dijo: “Una mujer con tales cualidades tendría que ser una idiota para casarse con usted”. Repuso don Añilio: “El grado de inteligencia no me importa”...

Uglicio era más feo que el pecado. Que un pecado feo, quiero decir, porque los hay bonitos. Por eso se sorprendió cuando al ir por una calle de colonia rica una guapísima señora lo llamó desde un balcón y le dijo al tiempo que le arrojaba la llave de la casa: “Suba por favor.

En este momento me hace falta un hombre como usted. Lo espero en mi recámara”. Entró Uglicio y subió de dos en dos los peldaños de la escalera. Ardiendo en rijos penetró en la alcoba. Ahí estaba la señora. Pero estaba también un niño con aspecto de travieso. Le dijo la mujer al mocoso: “¿Lo ves? Te dije que si seguías portándote mal iba a venir el coco”...

Doña Macalota le reprochó a don Chinguetas, su marido: “Estás gastando mucho en licor”. Opuso el señor: “Menos de lo que tú gastas en maquillaje”. Ella se defendió: “Yo necesito el maquillaje para verme bonita”. Replicó don Chingueta: “Yo también necesito el licor para verte bonita”...

Una señora llamó por teléfono a su comadre. Le dijo: “Con la mala noticia, comadrita, de que murió mi esposo”. “¡Qué barbaridad, comadre! -exclamó la mujer-. ¿Dónde van a velar a mi compadre?”. Respondió la viuda: “En la funeraria El Último Suspiro. Pero le suplico que no haga usted acto de presencia”.

La otra se consterno al oír aquello. Le preguntó: “¿Por qué no quiere usted que vaya yo, comadre?”. Explicó la otra: “Es que mi viejo decía siempre que tiene usted unas pompas como para resucitar un muerto, y no quiero que vaya a revivir el desgraciado”...

Simpliciano, candoroso joven, le dijo en arrebato lírico a Pirulina: “¡Quiero vivir a tu lado!”. “Cómo no -respondió ella-. Te avisaré cuando se desocupe el departamento vecino”...

La mamá de Pepito lo llevó a un laboratorio de análisis clínicos. Vio él ahí a un niño de su edad que lloraba lastimeramente. Le preguntó: “¿Por qué lloras?”. Respondió el pequeño: “Mi mamá me trajo a que me hicieran un examen de sangre, y me picaron el dedo”. Dijo Pepito: “Yo vengo a que me hagan un examen de orina, pero ni crean que voy a dejar que me piquen ahí”. FIN.


Mirador

Armando Fuentes Aguirre


Historias de la creación del mundo.

El Señor hizo los cielos y la tierra.

Puso en el cielo dos grandes luminarias: el sol y la luna, y una miríada de estrellas.

Llenó la tierra de plantas y animales, y colmó de peces los océanos.

Finalmente el Señor dio vida a Adán, para que con su trabajo continuara la obra de la creación.

El Padre le mostró al Espíritu el universo salido de sus manos, y le dijo:

-Ahora voy a crear algo que podrá hacer el trabajo de cinco hombres por la mitad del salario.

Así dijo el Creador.

E hizo a Eva.

¡Hasta mañana!...



Manganitas

Por AFA


“Un hombre maduro que iba a casar con mujer joven hizo que le inyectaran glándulas de mono”.

Después de inyecciones mil

no funcionó el tratamiento:

el señor, hasta el momento,

no ha bajado del candil.


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