2016-02-04 | 10:53:24

Si nos quejábamos de los anteriores impúdicos gobiernos que han azotado al País, hasta hacernos quedar como el pingajo maloliente dentro del concierto mundial de naciones prósperas, que cuentan con una educación de excelencia, un sistema de salud que vela por los ciudadanos, y una verdadera seguridad, que hace de la vida cotidiana algo normal y esencial para la convivencia humana.

Es por lo que la actual administración es lo más parecido al testamento de una loca.

Construida sobre cimientos de estiércol y rebosante de la atosigante corrupción que anida en la impunidad, ha llegado al extremo de celebrar con fanfarrias la delirante devolución del pasaporte de otro más de los muchos depredadores de nuestros impuestos, al anunciar con bombo y platillo ese sacro santo señor de apellido Beltrones, (otro más de los secuaces en activo) que el finísimo caballero Humberto Moreira, quedó exculpado por la justicia gachupa, pudiendo desempeñarse (tan idílico ser) en el puesto que le venga en gana, por ser un maravilloso político, al extremo de poderlo comparar con José Murat, (como usted sabe, ex gobernador de Oaxaca, y quien estuvo -junto a Enrique Jackson- cobrando en el gobierno de Veracruz un millón de pesos mensuales, mas gastos en hoteles de cinco estrellas, viajes en primera clase, camionetas blindadas, guarda espaldas y celulares, por ser asesor del caudillo de turno) quien puso a su delfín al servicio de la maquinaria priista, para terminar de aterrorizar al pueblo, (en su añorado puesto), en el que a buen seguro olvido algunos miles de millones, que ahora por medio de su vástago, podrá recuperar.

Si lo anterior amén de carecer de progenitora, no es tener la cara más dura del Universo, y desvergüenza congénita, ¿nos podría usted (amable lector) decir cómo llamarle?

Y así es como sexenio tras sexenio, han venido hundiendo al pueblo, al punto y hora de llevarlo a la sala de “urgencia”, (en la cual se encuentra) donde rodeado de vampiros, el jefe mayor firmará el acta de defunción, haciendo constar en la misma que: “El ciudadano murió por falta de huevos”. Y es que ya sabe usted: Estos productos de gallina, hoy escasean una barbaridad.

Lo prometido en esa tan excelsa campaña que tuvimos (¿?), es papel que es usado cada mañana después de ese beatífico despertar, donde un día si, y otro también se culpa a China por el desequilibrio en que ha puesto a nuestro tan robusto peso, que nos lleva a recordar el billete con la esfinge de Sor Juana, que nos garantizaba que en nuestros bolsillos llevábamos… ¡puras madres!, y que razón tenía la “Décima Musa”, que si no hubiera sido por Margarita López Portillo, hubiera seguido siendo una desconocida carente de valor literario, (como lo sigue siendo), pero… aquí ya sabe usted que “más vale caer en gracia, que ser gracioso”. Y hablando de gracias, y “graciosos”.

Vemos con el descaro que la cónyuge del señor de “Las manos limpias”, intenta postularse para la presidencia, y nos preguntamos: ¿Habrá algún tarado/a que pueda creer en alguien que convive con un ente que por siempre tendrá las manos manchadas de sangre?

¿Qué es lo que desea este maléfico personaje, regresar a Los Pinos?

Bastante tenemos con su “alumno”, que ahora sí que se puede decir que “superó al maestro”, al terminar haciendo de México un País inhabitable, donde vemos la mayor corrupción de la Historia, aderezada con la incertidumbre de si podremos regresar al hogar, gracias a la falta de pantalones de este régimen fascistoide, que ahora con la próxima visita de Paco I, (y gracias al bombardeo de los medios comprados por el gobierno, como Televisa, TV Azteca, Milenio y otros malvivientes de lo que debería ser un periodismo honesto, que se ha convertido en un nido de culebras y alimañas) intentará “distraer” al pueblo.

Un pueblo sin esperanza de ningún tipo, cuya expectativa es saber si mañana tendrá un trabajo (aunque sea con un salario de miseria) para poder aguantar la hambruna en la que vive.

Y no nos vengan con evenflosadas: En lo que va de este sexenio los pobres de solemnidad han aumentado a tres millones, aunque ahora pomposamente les llaman pobres moderados, ¿y saben qué? La obligación de un gobierno, (sea cual sea su color) es garantizarle al ciudadano (entre otras muchas obligaciones tipificadas en la Carta Magna) perfecta manutención al mismo, mediante un trabajo honrado, y no con salarios de esclavos.

Una educación de primer Mundo, y no las loqueras de Nuño, que llegan a la esquizofrenia de horarios optativos para los maestros de turno. Una salud de categoría, donde nuestras mujeres no den a luz en las puertas o “jardines” de esas cosas raras, llamadas clínicas u hospitales, y por último (entre otras vicisitudes que del diario vemos en este México decadente) ¡Seguridad! Sí, SM. Henry I: ¡Seguridad!

Así que al ver que usted por medio de su gobierno no es capaz de meter en cintura a estos gobernadores convertidos en buitres, donde muchos de ellos están marcados por el maridaje con los cárteles, y delincuencia organizada, y “viendo” que esto pinta de mal a peor, lo mejor es no pagar ningún tipo de impuestos.

Si usted no cumple con su palabra empeñada, ¿por qué tenemos que pagar impuestos? Ustedes viven de nuestra sangre, que se llama trabajo, que se convierte en dinero, así que: ¿A cuenta de que tenemos que seguir manteniendo a una bola de pelafustanes? Pero veamos que nos dicen Don Quijote y Sancho. Ellos son tan honestos, que son odiados por la maraña de truhanes que nos “rodean”.

-Sancho: Oye mi señor: ¿Para qué sirve una policía infiltrada por los narcos y el hampa en general, junto a un Fiscal a modo que no sirve para nada?

-Don Quijote: Ay, ay, mi buen Sancho. Sirven para tapar los poderes corruptos e indeseables, que les faltan los tamaños para decirnos el porqué asesinaron a nuestra querida Regina, al resto de los compañeros, al joven Gibrán, y ahora a los cinco jóvenes secuestrados por las fuerzas del gobierno. Para eso sirven.

-Sancho: ¡Ah!, chingao, chingao, chingao.