lunes, 20 de mayo del 2024
 
Por Rafael Arias
Columna: Mutatis Mutandis
Enemigos de la Universidad
2016-02-10 | 09:15:19
#Todos somos UV No, los peores enemigos de la Universidad, o de la educación superior pública y gratuita no son ignorancia, enajenación e intolerancia; ni los radicales de derecha o izquierda, reaccionarios o libertadores, conservadores y “persignados”; tampoco, los son los presuntuosos elitistas y excluyentes, que se sienten “elegidos”, selectos y privilegiados. A propósito de lo que se vive. Permítaseme por esta vez, no hablar de cifras y estadísticas, situación y consecuencias económicas y administrativas. No se necesita ser experto en finanzas o educación superior; ni especialista en organización, estructura y funciones organizacionales. Por ahora, permítaseme simplemente breves reflexiones, sobre algunas razones y derechos, actitudes y costumbres conocidas y padecidas. Los peores enemigos de la Universidad, son los simuladores que dicen respetarla y la agreden y denigran; los que dicen defenderla y la atacan y debilitan. Los que hablan de apoyar y acaban por socavar. Todo para aprovechar o sacar ventaja de acuerdo a sus muy particulares intereses políticos, económicos o sociales. Incluyo adictos a foto, reflectores, boletín y declaraciones llenas de promesas incumplidas. Esos que aseguran ser comprensivos, eficientes y congruentes en el desempeño de cargos públicos que se les han confiado. Cuando en la realidad real, los hechos demuestran el tamaño del daño de su ineptitud e irresponsabilidad, de su mediocridad o perversidad. Los mismos que, como ya es del dominio público, juran y perjuran supuesta obediencia y lealtad sin límites al “jefe”, para protegerse y refugiarse en la ineficiencia y la delincuencia gubernamental, de la mala y peor administración, así como del mal gobierno. Para hacer y deshacer, para sacar provecho y ventaja. Ocasionando situaciones conflictivas perjudiciales a la sociedad para que, a fin de cuentas, ellos y otros, compliquen aún más los problemas, beneficiándose de ello, sobre todo subordinados o empleados, caracterizados por una carrera convenenciera o por simple disposición oportunista de servilismo, abyección y perversidad. Amos y concesionarios de la “licuadora presupuestal”, que no dudan en afectar lo que es de todos, disponer del bien común, manipular la ley, hacer, revolver y deshacer presupuestos, así como condicionar, ordeñar, disminuir y desaparecer asignaciones, aportaciones, subsidios y apoyos anunciados y aprobados, conforme a derecho y a prioridades y necesidades sociales. La Universidad pública desde siempre ha tenido enemigos, oponentes y saboteadores. Unos y otros han argumentado diversas razones para atacarla y denigrarla, desaprobarla y debilitarla, estancarla y hasta desaparecerla. Desde esta perspectiva no es difícil encontrar que, en el fondo la mayoría, por no decir todos, en el fondo han tenido y tienen un denominador común para atacarla y debilitarla, mismo que está vinculado al interés económico que defienden y representan. Esta es y ha sido siempre, en última instancia, una de las principales razones de la lucha por y contra la Universidad, junto a motivaciones ideológicas, religiosas o políticas de dominación y control; tanto del saber y su puesta en práctica, como de exaltación, organización y movilización social. En su caso, forma y estructura de barbarie, vinculada sobre todo, con el seguimiento y con
trol de la información y del conocimiento, de su teoría y aplicación, de ciencia y tecnología, así como orientada a bloquear e impedir el desarrollo de habilidades y capacidades de la población. Y también, lucha de apropiación, de la fuente de servicios y nicho de mercado que representa. Común para algunos beneficiarse o sacar ventaja de su irresponsable comercialización; o como siempre, en otros campos económicos, políticos y sociales, simplemente aprovecharse de la ignorancia y deformación del conocimiento. A todo esto. Últimamente, habría que agregar las innumerables ventajas y beneficios que resultan para algunos, el manejar y disponer discrecional y libremente, de instituciones y recursos gubernamentales; del uso y abuso del presupuesto oficial, para favorecer o perjudicar a conveniencia. A estos, concretamente en los gobiernos, hay que hacer responsables de inconformidad y descontento social, ocasionados y agravados, tanto por la falta de oportunidades, como el limitado acceso a las Universidades y la educación pública, gratuita y de calidad. Inconformidad y descontento que se intensifican y complican con más limitaciones y sacrificios sociales. Son ellos, dignas excepciones aparte, amos y señores de la burocracia, tanto irresponsables y demagogos, como oportunistas y convenencieros. Ineficientes e intocables, responsables o causantes del nacimiento y crecimiento de la desobediencia y la resistencia civil. No solo por falta de atención y solución pertinente y oportuna, sino también por la arbitrariedad y abuso, al cancelar o limitar valiosas oportunidades existentes, mismas que se reducen o desaparecen por falta de entrega, en cantidad y a tiempo, de los recursos aprobados y presupuestados; o que se encarecen y comprimen por la falta de apoyo institucional que se manipula, condiciona o reduce arbitrariamente. Por fortuna, muchos de los enemigos de la Universidad son identificados, enfrentados y combatidos, por otros y otras que tienen presente la conciencia, responsabilidad y valor de defender, lo que es de todos los presentes y de las generaciones futuras. Ellos y ellas están al “pie del cañón”, en la defensa activa y en la lucha permanente por el bien común, el interés social. Pocos y contados, pero responsables y solidarios, no pueden ni van a estar solos en la defensa de la Universidad y la educación superior pública y gratuita. Justo es decir que tanto enemigos, como defensores no son todos, ni siquiera los más. En contraste, preocupa que muchos, la inmensa mayoría no reaccionamos ante despojos y pérdidas, ocasionados por la impune ineficiencia y delincuencia gubernamental. Demasiados. No asumimos oportuna y plenamente nuestras responsabilidades y, consecuentemente, las situaciones se agravan y complican, aumentando limitaciones y sacrificios sociales. Desinterés, pasividad y silencio apoyan y fortalecen a enemigos de la Universidad y del Estado de Bienestar. Hay que alertar y avisar, recordar y sensibilizar para que cada quien haga lo que considere debe hacer. Por cierto. Increíble. Por años cobraron y ahora resulta que no aparecen más de 2 mil aviadores en la Secretaría de Educación en Veracruz. Como “el monje loco, nadie supo, nadie sabe y nadie sabrá”.
*AcademicoIIESESUV@RafaelAriasH. Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHde
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