martes, 28 de mayo del 2024
 
Por Roberto López Delfín
Columna: El Presidente y la marihuana
El Presidente y la marihuana
2016-04-24 | 12:12:16
Como el periodismo es la historia de lo inmediato, al margen del escenario de confrontación que las campañas políticas nos están haciendo vivir en Veracruz, es necesario privilegiar hoy un suceso de ayer, martes 19 de abril, que podría cambiar estructuralmente nuestra realidad y abrir una puerta hacia un futuro mejor para nuestra sociedad.

La historia tiene sus vueltas. Habiendo México y Colombia pugnado por la realización en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de una sesión de la Asamblea General sobre el Problema Mundial de las drogas (Ungass) y habiendo tenido éxito tal iniciativa, se anunció la semanas pasadas que el Presidente Enrique Peña Nieto (EPN) no asistiría a tan importante reunión, por tener “otros compromisos en su agenda”.

Afortunadamente, hace unos días, ante la reacción de los medios y las redes sociales sobre la negativa del Presidente a asistir a la reunión que él mismo convocó, se han suscitado, en nuestro País de tantas y tan malas noticias, algunas sinceramente esperanzadoras:

1.- Dejando a un lado la soberbia y su conocida negativa al uso de las drogas hoy ilegales en nuestro País, el Primer Mandatario reconsideró su decisión –ya era hora de admitir que hasta los sabios pueden cambiar de opinión- y compareció personalmente a la Asamblea General de la ONU, dejando de lado los “compromisos adquiridos”, en una muestra de coherencia que, aunque no debió haber sido sencilla, es consistente con el hecho que México es el País que más sufre a resultas de las mafias del crimen organizado, cuya principal actividad es el tráfico ilegal de drogas.

2.- Sorprende el prometedor viraje de la posición presidencial respecto al consumo de drogas “blandas ilícitas”. Afirmó ayer EPN que “Como Presidente de México en esta Sesión Especial doy voz a quienes ahí (en los foros sobre la marihuana que se realizaron en nuestro País) expresaron la necesidad de actualizar el marco normativo para autorizar el uso de la marihuana con fines médicos y científicos”, agregando que “se debe asegurar la disponibilidad y un mejor acceso a las substancias controladas para fines médicos y científicos, evitando, al mismo tiempo, su desviación, uso indebido y tráfico. Los participantes de aquellos foros también expusieron la importancia de elevar, de acuerdo a los estándares internacionales, la marihuana que puede ser considerada para uso personal con la finalidad de no criminalizar a los consumidores”.

Digno de elogio. Creo que es la primera vez que EPN muestra la sensibilidad para –respecto a cualquier tema- manifestar flexibilidad y anteponer la realidad y opinión predominante a nivel internacionales a su personal opinión, que de acuerdo a su personal estilo de gobernar, había sido invariablemente inflexible, inapelable, vertical, no sujeta a discusión.

Tal muestra de inteligencia política de EPN es notable y vale la pena celebrarla en bien de México. Esperamos ver de nuestro Presidente muchas más reconsideraciones necesarias. Considero significativo que dicha flexibilización que le permitiría, sin duda, gobernar de mejor manera, se dé respecto a uno de los temas nucleares que originan la violencia extrema, aberrante, generalizada que padecemos; la inseguridad que no cesa y la creciente corrupción en nuestra Nación.

En un espectacular cambio de posición frente a la mariguana, EPN reconoció que “El esquema basado esencialmente en el prohibicionismo, la llamada guerra contra las drogas que comenzó en los años 70, no ha logrado inhibir la producción, el tráfico, ni el consumo de las drogas en el mundo ”(sic) y señaló que “Durante décadas, México ha sido una de las naciones más comprometidas contra el problema de las drogas. Mi País forma parte de las naciones que han pagado un precio excesivo en términos de tranquilidad, sufrimiento, y vidas humanas, vidas de niños, jóvenes, mujeres y adultos”.

Ante estas definiciones presidenciales, toman fuerza las propuestas de que efectivamente, se aborde el “problema” del uso de la marihuana, ya no desde una perspectiva de seguridad pública o nacional, sino desde la óptica de los derechos humanos y la salud pública, lo que sin duda, como hemos pugnado públicamente tantos, conlleva le necesidad de que se den pasos decididos, expeditos, para la despenalización de su consumo racional, permitiendo por ejemplo, elevar la cantidad que legalmente se puede tener para uso personal, legalizando el cultivo para autoconsumo y avanzando hacia su eventual distribución controlada y legal, como ocurre muchos otros países, Holanda, Uruguay por ejemplo y las más de 20 entidades federativas de nuestro poderoso vecino del norte, Estados Unidos, que ha seguido una política dual, hipócrita, que por un lado permite y facilita la legalización de la marihuana en términos medicinales, científicos y hasta recreativos en forma controlada en su territorio y; por otro lado, alienta y financia la despiadada, inútil guerra contra las mismas substancias en los que ellos llaman “países productores” que surten o podrían surtir de esas drogas a su mercado interno, hoy legalmente dominado totalmente por productores supervisados en todo tiempo por la autoridad, con excelentes resultados sociales y abatimiento de la violencia de las mafias productoras y contrabandistas de drogas clandestinas.

En 16 minutos de discurso ante la Ungass, el Presidente ha mostrado sensibilidad social, ha entendido que México no es un planeta aislado y debe ajustar su legislación respecto a las drogas a los estándares internacionales. Ha escuchado a sus consejeros y generó un viraje en las políticas públicas de su gobierno respecto al uso y consumo de la marihuana. Ha señalado que, en tratándose de delitos relacionados con drogas, se deben privilegiar penas proporcionales y alternativas al encarcelamiento, incorporando la perspectiva de género, las condiciones de vulnerabilidad y se manifestó por resolver “círculos viciosos” de marginación y criminalidad que se han desarrollado en torno al tráfico de las drogas.

A grandes males, grandes remedios. Esperamos que el discurso de ayer, aterrice pronto en reformas legales, antes del final de este sexenio, consistentes con el evidente fracaso del prohibicionismo y la despenalización para el consumo personal, civilizado de la marihuana, en condiciones equivalentes a la regulación de otras drogas enervantes, igual o más dañinas que esta, pero aceptadas desde hace siglos, social y legalmente: como el alcohol y tabaco, por ejemplo.

No hace falta decir que, a estas alturas, la despenalización (ojo, no abogo por la legalización) no resolverá todos nuestros problemas relacionados con las drogas, ni la drogadicción, ni el problema de seguridad pública y nacional creado por la impunidad y poder corruptor de los cárteles del crimen organizado que las trafican, pero también han diversificado sus actividades al tráfico de seres humanos; el secuestro; el robo; la extorsión y el cobro de derecho de piso entre otras actividades criminales, pero sin duda este ha sido un gran paso conceptual hacia delante.

Que EPN “mueva a México” en la misma dirección a la que se dirige el mundo. Que se debilite y/o contribuya a la desaparición de los cárteles que han hecho del tráfico de la marihuana su principal fuente de ingresos, mismos que ha invertido perversamente en la diversificación de sus actividades corruptoras, ilegales, violentas. Viviremos mejor con mayor posibilidad ser felices, cuando entendamos que la represión y las policías no hacen mejores a los pueblos, lo que incrementan nuestras posibilidades ser felices son reconocimiento de nuestra pluralidad e individualidad, nuestras identidades, necesidades y profundas convicciones.


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