jueves, 02 de mayo del 2024
 
Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
Paraísos artificiales
2016-04-25 | 08:56:05
Babalucas, hombre de escaso caletre, le confió a un amigo: “Me enteré de que mi mujer me engaña”. El amigo, pragmático, le aconsejó: “Engáñala tú también”. “Tienes razón -replicó el parapoco-. Le haré creer que no sé nada”. En el campo nudista todos andaban nudos, esto es decir coritos, encuerados, incluso los empleados y trabajadores. El gerente del club se alarmó al ver al mesero del bar. Lo llamó y le preguntó, nervioso: “¿Tienes paperas?”. “No -respondió el camarero-. Pero ¿dónde quiere usted que me guarde las propinas?”. El granjero le dijo a su mujer: “Pienso que el gallo tiene pie de atleta. Las gallinas están poniendo huevos con los aros olímpicos pintados en el cascarón”. Terminó el primer trance de amor en la noche de bodas, y el anheloso novio le preguntó con inquietud a su flamante mujercita: “¿Te gustó?”. Respondió ella: “No te preocupes. Después de todo yo no sé cocinar”. Don Chinguetas y su esposa doña Macalota son inseparables: a veces se necesitan seis vecinos para separarlos. Su último pleito conyugal fue motivado por el devaneo que el casquivano señor sostenía con una empleada de comercio. Iba del bracete con ella por una céntrica avenida, y doña Macalota alcanzó a verlos. Esa noche, en la casa, la airada señora le reclamó a su marido esa infidelidad. Él, como es de rigor, lo negó todo. “¡Desvergonzadocaraduracínico! -le gritó ella en un solo golpe de voz-. ¿Y aún te atreves a negarlo? ¡Pero si te vi con mis propios ojos!”. Respondió, calmoso, don Chinguetas: “¿Y les vas a creer a tus ojos más que a mí?”. Tenía yo 75 años cumplidos cuando subí a lo más alto del alto Machu Picchu. Al empezar el ascenso el guía vio mis canas y me dijo solícito y preocupado: “Señor: ¿no quiere que le consiga un bastoncito?”. Respondí: “No creo necesitarlo”. Llegué el primero a la cumbre, antes que el guía y los jóvenes del grupo. Me preguntó lleno de asombro: “¿Cómo es que tiene esa condición física?”. “No lo sé -contesté sinceramente-. Lo único que puedo decirle es que nunca he fumado”. “Ésa es la explicación” -concluyó el hombre. En efecto, jamás he fumado tabaco. Y menos aún he fumado marihuana. Nunca he conocido ninguno de los nombrados “paraísos artificiales”. Todos mis paraísos -muchos tengo- son naturalitos, y más paradisíacos son cuanto más naturales. Hablo entonces desde la segura barrera de la teoría y digo que es atinada la iniciativa del Presidente Peña en el sentido de no considerar como delito la portación de hasta 28 gramos de mariguana. Eso significa un cambio de importancia en el tratamiento de una cuestión que ha dado origen a tantos y tan graves problemas. A la aplicación de tal medida debe corresponder una adecuada campaña educativa que oriente acerca de todo lo relativo al consumo de esa que en tiempos muy pasados fue llamada “maléfica hierba”. Opiniones a favor y en contra suscitará la iniciativa presidencial.
A mi juicio representa un paso significativo en el ya impostergable proceso tendiente a despenalizar las drogas y disminuir así el ominoso poder del narcotráfico. Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, estuvo en la visita anual que el Club de Damas hacía a la prisión local. Le preguntó a un reo: “¿Hay aquí televisores?”. Respondió el individuo: “Solamente en las celdas de castigo”. Llorosa, gemebunda, Dulcilí le dijo a su mamá: “¿Recuerdas que me hablaste de las abejitas y las florecitas? Pues la abejita ya me dio un piquetito”. Don Valetu di Nario, provecto caballero, casó con Pompalina, muchacha en flor de edad. En la noche nupcial ella se le presentó vistiendo un negligé blanco. Dijo el años marido: “Amada mía: te ves tan pura que no me atrevo a tocarte”. La noche siguiente la novia apareció con un negligé color de rosa. Declaró don Valetu: “Mi amor: te ves tan inocente que temo profanar tu candidez”. La noche que siguió lució la joven un negligé color azul. Manifestó el señor Di Nario: “Cielo mío: te ves tan angelical que me apenaría ofender tu pudor”. Al día siguiente ella vistió un negligé negro. Don Valetu se azaró: “¿Por qué llevas esa oscura prenda?”. Respondió Pompalina: “Debo guardarle luto a la difunta”. (No le entendí). FIN


MIRADOR ›armando fuentes aguirre Me habría gustado conocer a Richard Nash. Escribió una bella obra de teatro, “The rainmaker”, que después se hizo película con Burt Lancaster y Katherine Hepburn. En sus diálogos puso el escritor algunas frases memorables: “La fe es saber con el corazón”. Dice una mujer, hablando del hombre con quien se casará: “Haré cosas para él, y nunca tendrá que decirme: ‘Gracias’ porque toda nuestra vida juntos será una continua acción de gracias”. Y estas palabras, dirigidas a un individuo que creía ser dueño absoluto de la verdad: “Estás tan lleno de lo que es correcto que no puedes ver lo que es bueno”. Me habría gustado conocer a Richard Nash. Sabía decir con sencillez las cosas importantes. ¡Hasta mañana!... MANGANITAS ›por afa “Una araña le picó a un maduro señor en cierta parte.” Rogó muy emocionado: “Doctor, por favor le pido: quíteme lo dolorido y déjeme lo inflamado”.


NOSOTROS

Periódico digital en tiempo real con información preferentemente del Estado de Veracruz México


NOSOTROS

Periódico digital en tiempo real con información preferentemente del Estado de Veracruz México