miércoles, 01 de mayo del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
Democracia y legalización de la mariguana
2016-04-25 | 08:59:52
Si algún día regreso a dar clases, a mis alumnos les pondría el caso de la legalización de la mariguana como ejemplo de lo bien que puede funcionar la democracia en México. Comenzaría dándoles los datos de cómo la prohibición había fracaso y, peor aún, generado violencia en el país. No obstante, los gobiernos –siempre propensos a la inercia y presionados por Estados Unidos– se habían empeñado en seguir aplicando esta fallida política pública.
Luego les contaría cómo el cambio comenzó gracias a una iniciativa de la sociedad civil organizada. Cuatro ciudadanos, preocupados por la violencia, habían formado una organización llamada Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART) para desafiar el prohibicionismo y buscar nuevas soluciones. Cómo habían solicitado a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) que les otorgara un permiso para sembrar, cultivar, preparar, acondicionar, poseer, transportar y consumir mariguana y cómo esta institución, dependiente del Poder Ejecutivo, se los había negado porque estaba prohibido en la ley.
Luego SMART se ampararía en contra de esta decisión argumentando que violaba sus derechos constitucionales. A mis alumnos les relataría cómo, en ese momento, entró el Poder Judicial como factor de cambio. Cómo la Suprema Corte de Justicia de la Nación había atraído el caso. Cómo un ministro había redactado un brillante proyecto de sentencia que luego fue aprobado por la Primera Sala otorgando el amparo a SMART y obligando a que la COFEPRIS les otorgara el permiso originalmente denegado.
Narraría cómo, a partir de entonces, la COFEPRIS recibió un alud de solicitudes de otros ciudadanos quienes, aprovechando el precedente legal, querían también producir y consumir mariguana. Cómo, obligados por la resolución judicial, el Ejecutivo y Legislativo convocaron a sendos foros para discutir nuevas políticas relacionadas con la mariguana, sustancia que, de acuerdo a la ciencia, es menos peligrosa y adictiva que el alcohol que sí está legalizado.
A partir de los foros en el Senado, su presidente había presentado una iniciativa muy amplia para legalizar y regular la mariguana contemplando la descriminalización de su uso, el cultivo doméstico de hasta seis plantas para consumo recreativo, licencias para clubes cannábicos y la autorización de la cannabis médica y de investigación científica. Asimismo, proponía un mercado regulado no competitivo con una institución reguladora y otra con el poder monopsónico de la yerba.
Por su parte, los foros organizados por el Ejecutivo habían logrado algo muy importante: que el Presidente cambiara de opinión. En su campaña y los tres primeros años de su sexenio, siempre había mantenido una postura conservadora a favor de la prohibición. Pero ahora, en un buen discurso en las Naciones Unidas, el mandatario mexicano había reconocido el fracaso de un prohibicionismo y propuesto un nuevo enfoque basado en los derechos humanos y la salud pública.
Le contaría a mis alumnos cómo el Presidente posteriormente había enviado al Congreso una iniciativa para permitir la mariguana de uso medicinal e investigación científica, el incremento de la posesión legal de mariguana para uso personal de cinco a 28 gramos y la excarcelación de presos de consumos bajos. A todas luces, esta propuesta era muy limitada porque no resolvía cómo los consumidores se allegarían de la yerba para consumirla: absurdamente dejaba el abastecimiento en manos del crimen organizado.
Todavía no sabemos cuál será el desenlace final de esta historia. En la mesa hay dos propuestas de cambio: la amplia del presidente del Senado y la restringida del presidente de la República. El Poder Legislativo tendrá que decidir. La oposición tiene un papel muy importante que jugar: dependerá del PAN y PRD si se inclinan más por la iniciativa del Ejecutivo o la del presidente del Senado. Supongo que, como ocurre en toda democracia, habrá una negociación y, al final, tendremos una ley en medio.
Sea cual sea, estamos viendo el fin del prohibicionismo de la mariguana en México. Se trata de una estupenda noticia al desechar una política pública fallida. Y todo este proceso de cambio nos está demostrando algo muy importante: que nuestra democracia sí funciona cuando los actores políticos se lo proponen. Que hoy, a diferencia del pasado autoritario, no sólo cuenta la voz del Presidente sino de la sociedad civil y los poderes Judicial y Legislativo. Nada mal para un país con tan escasa tradición democrática.



Twitter: @leozuckermann
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