2016-05-08 | 21:53:20

Con motivo de las campañas electorales se crea un periodismo de ficción donde se reflejan noticias que no ocurren y se simulan realidades inexistentes. Un mundo imaginario para apoyar a unos candidatos y perjudicar a otros.

Se pierde la calidad informativa y se hace a un lado el imperativo ético y profesional que debe existir para los que ejercen esta actividad noticiosa en los medios.

El desnudar y exhibir a la clase política veracruzana se ha convertido en una fuente noticiosa. Los rumores y las conjeturas presentadas como sucesos reales trasgreden a la ética periodística. Lo malo es el cinismo que impera entre esta clase dedicada a la política.

María del Carmen Aristegui Flores al igual que otros periodistas se ha convertido en un referente del quehacer informativo del País. Lo interesante de esta reportera es la pluralidad con que maneja en sus programas la noticia del día.
Se le puede considerar como una de las voces y plumas autorizadas en esta época de manera singular porque ha resistido la presión del gobierno federal para acallarla al obligar al medio en que ella trabajara a terminar con su contrato.
El público mexicano confía en que ella dice la verdad.

Durante las últimas semanas el candidato de la alianza PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes Linares, ha acudido a los medios de la ciudad de México con el propósito de aclarar ciertas informaciones que él considera que son falsas y que tienen como finalidad bloquear su campaña en la búsqueda de la minigubernatura, se olvida que existe el derecho de réplica y que lo puede ejercer con aquel medio que haya dado a conocer lo que él considera como equivocado.

A los periodistas de la ciudad de México las notas noticiosas que se producen en la entidad veracruzana no les interesan, pues la mayoría de su público es nacional y se prestan a este juego de guerra doméstica de lodo de los políticos locales quienes por cierto no es gratis, solo los divierte, no los toman en serio por falta de interés de su auditorio.

Cada noticia tiene un público diferente. Lo que ocurre en Zacatecas no se cree que le interese a los lectores de Orizaba.

Para la gente de Tijuana desconoce que el Pipo es candidato de un partido político. En Santiago Papasquiaro, Durango, la tierra del reportero en Washington, Gregorio Meraz, no le atraen nada de lo que acontece en Las Choapas o en la laguna de Tamiahua, la cuna de Vianey Toral.

Por otro lado, sí les llama la atención cuando escuchan y leen el volumen de las fabulosas fortunas del enriquecimiento ilícito de los políticos, de los desvíos multimillonarios de la exorbitante deuda del gobierno estatal, se enteran de la terrible ola de violencia que vive el pueblo de Veracruz donde ocurren más de 23 secuestros al día o que matan a una madre y su escolta cuando se opusieron al plagio de una niña estudiante.

Las noticias escandalosas de la nota roja veracruzana es lo que acapara la atención. Los medios de comunicación ejercen el derecho a definir su propia agenda, no puede ni debe ser en otra forma.