viernes, 03 de mayo del 2024
 
Por Aurelio Contreras Moreno
Columna: Rúbrica
Rúbrica
2016-06-06 | 10:40:37
Independientemente de las tendencias
y de los resultados que arroje la elección
de este 5 de junio en Veracruz, lo más
probable es que ésta acabe resolviéndose
en los tribunales.
La impudicia del grupo gobernante se
dejó ver durante todo el periodo de campañas,
pero se reveló con toda su fuerza
en los días previos a la jornada electoral,
en los que con absoluto cinismo e irresponsabilidad
intimidaron a la población
con la perversa intención de que no saliera
a votar y dieron pie a diversos actos de
violencia que enturbiaron el ambiente.
A pesar de ello, aunque al momento
de redactarse estas líneas aún no había
un estimado oficial de participación
ciudadana, lo que pudo observarse en
las calles de los principales centros urbanos
fue a mucha gente votando. Por
esa parte, la ciudadanía hizo su parte y
merece absoluto reconocimiento.
Sin embargo, fue tan grande el lodazal
y tan evidente la manipulación de
recursos públicos para fines políticos,
que es inevitable la judicialización y,
por ende, que la voluntad popular pase
a segundo término para ser sustituida
por los alegatos legales y la decisión de
unos cuantos.
El primer responsable de este deplorable
escenario es el gobernador Javier
Duarte de Ochoa. Él y su primer círculo
no dudaron en desbaratar lo que quedaba
de las instituciones en el estado con tal
de buscar salvar el pellejo y evitar una
eventual victoria de su mayor oponente
político, el candidato de la alianza PANPRD
Miguel Ángel Yunes Linares, violando
la ley en repetidas ocasiones con
el desparpajo que da el saberse cobijado
por la impunidad.
En segundo lugar está el árbitro de la
contienda, el Organismo Público Local
Electoral (OPLE). Inoperante, permisivo,
omiso, timorato, sometido, es una
prueba fehaciente del fracaso de la última
reforma político-electoral. Los órganos
electorales de los estados siguen siendo
satélites controlados por los gobiernos
locales, que era precisamente lo que se
quería evitar, y la única manera de que
eso cambie será desapareciéndolos y
dándole la responsabilidad de la organización
de los comicios en las entidades,
directamente, al Instituto Nacional
Electoral. Y aún así, no hay garantía de
que no se corrompan.
Porque el INE también tiene una
buena parte de la culpa del “marranero”
de la elección en Veracruz. Validó la
integración de un consejo general del
OPLE con personajes que están ligados
de manera más que evidente al régimen
estatal y que incluso incumplían con los
requisitos de elegibilidad para el cargo,
como el de tener experiencia en temas
electorales. El INE permitió que se
nombrara como autoridad electoral a
títeres de los operadores del duartismo.
Ahí están las consecuencias.
La intromisión de Javier Duarte y
miembros de su gobierno en las campañas
políticas, así como la sistemática
violación a la ley en la que incurrieron
durante el proceso electoral, hace que
parezca inevitable la impugnación de
los comicios, más aún si se confirman
las primeras tendencias dadas a conocer
tras el cierre de las casillas.
Y lo peor es que sea ésa, precisamente,
la idea. “Ningún Yunes será gobernador”,
dijo alguna vez el ex gobernador y jefe
del clan, Fidel Herrera Beltrán. Si las
elecciones se anulan, haría efectiva la
maldición.
Email: aureliocontreras@
gmail.com
Twitter: @yeyocontreras


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