domingo, 05 de mayo del 2024
 
Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Marcado por la alternancia
2016-06-09 | 09:28:58
Si de algo se regodeaba siempre el gobernador Javier Duarte era de su pericia como estratega electoral. Inclusive en reuniones privadas con columnistas presumía que su sucesión la había empezado a preparar desde que asumió el poder en diciembre de 2010.

Entre el recuento, refería que lo primero que promovió fue separar la elección municipal de la de gobernador, pues en la sucesión estatal de 2004, la de Fidel Herrera Beltrán, y posteriormente en la suya, al PRI le costó varios puntos porcentuales la desbandada de los grupos de aspirantes a las alcaldías que no obtenían la nominación del partido tricolor.

“Soy un demócrata, creo en la alternancia… ¡pero que le pase a otro pendejo! Ja, ja, ja”, expresó entre carcajadas en marzo de 2015 durante un desayuno en casa del político sureño Carlos Brito Gómez, en cuya charla explicó por qué había enviado al Congreso local tres meses antes, en diciembre de 2014, la iniciativa de reforma para elegir en 2016 a un gobernador para un periodo de solo dos años .

Dijo que a él no le iba a pasar lo de sus homólogos priístas Rodrigo Medina, de Nuevo León, y José Calzada Rovirosa, de Querétaro, donde el primero entregó la gubernatura al ex candidato independiente Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, y el segundo a Francisco Domínguez Servién, del PAN, a pesar del excelente gobierno que –enfatizó– hizo el queretano que actualmente despacha como titular de la Sagarpa.

Sin embargo, a principios de este año se filtró la versión de que en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI y en la Secretaría de Gobernación estaban sumamente preocupados por lo complicado de la elección veracruzana.

El jueves 18 de febrero, por ejemplo, en su columna “Teléfono Rojo” que publica en la página web “24-horas.mx”, el periodista José Ureña comentó que “el mando político del país está alarmado por la situación política-electoral (…), sobre todo en Veracruz” y que ponderaban “¿qué hacer con el gobernador Javier Duarte para atemperar las pasiones en aquella entidad del Golfo de México?”.

“Y por el ánimo observado, no se sorprenda usted si en días –digamos cinco– se decide actuar para intentar recuperar la gobernabilidad, fortalecer la seguridad pública y garantizar elecciones pacíficas. Ya se verá cómo se actúa.”

Según desmenuzaba por esos días el columnista Ureña, los escenarios bajo análisis eran variados, desde “el menor” que podría ser “un llamado a cuentas para evitar torpedeo en las campañas, habida cuenta de su animadversión con el priísta Héctor Yunes y los escándalos previsibles del panista Miguel Ángel Yunes”, hasta “una intermedia” que “sería pedirle amablemente organizar su salida con algunas consideraciones, equivalentes a poner un interino cercano, no ser perseguido por sus estelas de deuda, inseguridad, arbitrariedad y persecución de opositores”, o inclusive “la última, la más extrema”, que “sería enfermarlo bajo amenaza de un proceso por las denuncias en su contra”.

El periodista capitalino admitía desconocer cómo actuaría el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, del cual apuntaba que “no necesitaría operar personalmente” la salida del veracruzano, sino que “los operadores serían otros”: del lado oficial, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y, del otro, el presidente del CEN del PRI, Manlio Fabio Beltrones, “una pinza imposible de superar”.

Desde esa ocasión, ¡casi cuatro meses antes de la debacle priísta de este domingo 5 de junio!, el autor de “Teléfono Rojo” resumía que en la cúpula del partido tricolor y en el gobierno federal se lamentaban por no haber actuado oportunamente, “cuando a principios de 2015 el senador Héctor Yunes pidió a Osorio Chong no dejar pasar el tiempo en la remoción de Javier Duarte para evitar mayor deterioro en Veracruz”.

Y es que ya para entonces, la situación de Duarte se agravó al oficializarse el resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2014, por la que el gobierno de Veracruz recibió observaciones por más de 35 mil millones de pesos, entre observaciones pendientes de solventar de los años 2011 a 2014; por el Importe de Procedimientos Resarcitorios y por el monto de Denuncias Penales relacionadas con simulación de reintegros.

Otro arponazo letal lo recibió el 24 de mayo, dos semanas antes de las elecciones, con el reportaje del diario digital Animal Político, que exhibió una presunta red de 21 “empresas fantasmas” a las que el gobierno de Duarte –vía adjudicaciones directas o licitaciones cerradas– entregó contratos por 645 millones de pesos para la compra de productos que debían destinarse a población vulnerable, los cuales nunca llegaron a su destino.

Por eso Héctor Yunes, sus aliados y colaboradores, atribuyen su derrota al descrédito y repudio popular del gobierno duartista, pero operadores políticos muy cercanos a la Casa Veracruz aseguran que pese a ese mal humor social, Yunes Landa y su equipo de campaña se habrían dejado ganar la elección al cometer por su parte una serie de errores y abusos que de última hora los desfondó casi 4 puntos porcentuales debajo del candidato de la alianza PAN-PRD.

No obstante, este martes, al mandar un mensaje de reconciliación y de felicitación a los veracruzanos por su participación en los comicios, a Duarte no le quedó de otra que darle la bienvenida a la alternancia y festinar que “llegó para quedarse” en Veracruz, aunque ayer el candidato del PRI aún no se daba por derrotado dadas las inconsistencias detectadas en las actas de escrutinio durante el conteo distrital.



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