2016-07-12 | 09:11:49

Javier Duarte se ha convertido en una especie de piñata a la que todos le pegan, debido a las acciones de su sexenio pero sobre todo, a las de la segunda mitad. Lo menos que piden algunos actores políticos es su dimisión al cargo.

Lo más, su cabeza, más ahora que la Procuraduría General de la República inició una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corté de Justicia por los casos del llamado “blindaje” mediante las leyes anticorrupción que habría iniciado para cuidarse la espalda cuando deje el cargo.

Que nadie se cuelgue milagros ajenos. Si la PGR dio ese paso es porque así lo ordenó el presidente de la república; sin su voluntad no se mueve absolutamente nada.

Aquí la pregunta es ¿por qué esperó Enrique Peña Nieto tanto tiempo para hacer lo que tuviera que hacer? ¿Por qué dejó que las cosas llegaran hasta este momento?

El resultado de la elección federal de 2015 habría sido distinto no sólo en Veracruz sino en todo el País. Y el resultado en las gubernativas en 2016 también. ¿Entonces cuál es la jugada del presidente? ¿A qué le tiraba?

Hoy Javier Duarte se lleva todos los porrazos. Claro que es responsable de sus acciones y sus omisiones y tendrá que enfrentar las consecuencias mientras sus enemigos se relamen los bigotes disfrutando el festín político de su linchamiento mediático.


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Pero que nadie se confíe. La caída de Duarte puede arrastrar a los ayuntamientos priísta cuyos alcaldes han tenido un desempeño gris, que son la mayoría, por no decir todos.

La falta de obras, las obras de relumbrón frente al abandono de las colonias populares no tardan en reventarle a los presidentes municipales ociosos. Ellos también están por convertirse en piñatas. Que pongan sus barbas a remojar.


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Por otra parte, dicen los chismosos del SAT que la salida de Alejandro Buenavad Madrigal del Servicio de Administración Tributaria en Veracruz no fue una renuncia común y corriente como quisieron hacer ver.

Las versiones que circulan son que el cese fue fulminante de parte del director nacional, Aristóteles Núñez Sánchez, quien una tarde se hizo el aparecido por la oficina y no encontró al hoy despedido.

Durante cuatro horas esperó a que llegara Buenavad Madrigal, pero éste nunca se apareció pese a que se encontraban en el proceso de las declaraciones anuales, que es cuando más trabajo hay para esta dependencia. Pero que conste que es un rumor de pasillo. No estamos afirmando nada.


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El anuncio de que ni los Halcones Veracruz ni los de Xalapa participarán en la próxima temporada de la Liga Nacional de Baloncesto viene a confirmar que el próximo gobierno de dos años ya no apoyará al deporte profesional.

Y el mismo futuro podrían tener el Águila de Veracruz y los Tiburones Rojos de Veracruz, aunque en este último caso se manejan en un esquema diferente ya que son propiedad de la familia Kuri.

El próximo gobierno está en su derecho de no inyectar recursos públicos a dicho rubro, y por el contrario, dar “pan y circo”, pero metiendo a la cárcel a los peces gordos prósperos. A ver qué resulta.