martes, 28 de mayo del 2024
 
Por Roberto López Delfín
Columna: Vórtice
La mayor elección de México
2016-07-19 | 09:16:58
Más allá del triste espectáculo que ha resultado sufrir, testimoniar la tentativa desesperada de la clase política gobernante priísta en Veracruz para aferrarse enfermizamente al poder; procurar inadmisibles impunidades; desmantelar patrimonialistamente instituciones y; limitar al máximo los márgenes de maniobra y los recursos económicos del gobierno electo de la Coalición PAN-PRD que indefectiblemente, tomará el poder dentro de poco más de 4 conflictivos meses, podemos apreciar día a día como, dentro de un marco mayor, elevando la vista a la realidad Nacional, de la que nuestro devenir local es sólo una parte, se mueven con estratégica, prístina claridad a otro nivel el Primer mandatario y su gabinete; los partidos políticos; los personajes e intereses para la búsqueda del poder en México, en la elección más grande que se hayamos realizado en nuestra historia, la del súper domingo 3 de julio del 2018, en que elegiremos al próximo Presidente de la República, 128 senadores, 500 diputados y centenares de cargos de elección popular en 29 de las 32 entidades federativas de nuestro País. A 2 años de distancia, con el mundo, el País y Veracruz en crisis, se vislumbran interesantes escenarios de alternancia del político poder en México, a resultas de los procesos electorales y relevos institucionales de poder de este 2016 y la insaciable búsqueda del poder económico y político en todas y cada uno de los municipios y estados que constituyen nuestra República. Más de 154 casillas se instalarán en el súper domingo del 2018, en la que elegiremos a un gobernador de Veracruz por 6 años y un Congreso local de tres, que tomarán la estafeta de los recientemente electos aquí. Para entonces, podremos valorar sus niveles de éxito al revisar sus resultados y sin duda, estarán ya condenados algunos de los obscuros personajes que con las tinieblas de su mezquindad, solipsismo, incapacidad, corrupción y sectarismo están escribiendo la lamentable página de nuestra historia, en que la democracia al servicio de México no acaba de nacer en Veracruz y el régimen autoritario, vertical, partidocrático y personalista no acaba de morir. En preparación para el súper domingo del 2018, PRI y PRD han renovado sus dirigencias nacionales, cada uno de acuerdo a sus tradiciones y usanzas políticas: el PRI “eligió” a un tecnócrata tocayo del EPN, Enrique Ochoa Reza en un descarado, abierto “dedazo” presidencial, recibido con porras y el disciplinado, unánime entusiasmo por parte de sus “militantes” (o deberíamos decir borregos) y; el PRD eligió a propuesta de la tribu de mayor futuro dentro de sus múltiples corrientes -la encabezada por el precandidato presidencial Miguel Ángel Mancera- a Alejandra Barrales, ex aeromoza, ex líder sindical, exlegisladora, ex modelo para revistas para “caballeros” y ex pareja sentimental del propio Miguel Ángel Mancera. Quedan muy claros los mensajes de tales designaciones: el PRD favorecerá su política aliancista, pero favorecerá la posibilidad de aliarse con Andrés Manuel López Obrador, para crear un “frente único de izquierda” de cara al 2017 y 2018 y; por su parte, el Presidente Enrique Peña Nieto no entregará sin pelear el poder que el PRI reconquistó hace 4 años dinamitando desde el Poder Legislativo Federal y el bloque de gobernadores priístas los 12 años de poder de los panistas Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa de exiguos logros y progreso para México, de tan triste evocación popular por no haber podido cumplir o querido cumplir ni sus promesas, ni con las expectativas ciudadanas. Pero así como está claro que el PRI elegirá como candidato a la Presidencia de la República a quien decida EPN –todo parece indicar que Miguel Osorio Chong será el ungido- una nueva estrategia está en desarrollo para que el PRI no entregue el poder Nacional en el 2018, como este año lo tendrá que hacer –a la mala- en Veracruz. Ayer presentó su renuncia el Secretario de la Función Pública, el gris Virgilio Andrade, que ningún resultado dio en la lucha contra la corrupción de “apariencia” que el Gobierno dice encabezar y; la PGR presentó ante la Suprema
Corte de Justicia de la Nación acciones de inconstitucionalidad en contra de los congresos de Quintana Roo y Veracruz, para evitar la violación de los principios del “Sistema Nacional Anticorrupción” que impuso el PRI, evitando la creación del “blindaje” que los gobernadores priístas Roberto Borge y Javier Duarte, diseñaron para no ser juzgados por las múltiples acusaciones de corrupción, malversación de recursos y fraude de que se les imputa. Ambas medidas tiene la misma intencionalidad, el PRI entendió fuerte y claro el mensaje de rechazo del electorado a su corrupción e impunidad y tratará de desmarcarse de sus miembros más corruptos, de ser necesario oponiéndoseles, para crear la percepción popular de que en el PRI es un partido renovado, limpio, de resultados buenas intenciones por el que vale la pena sufragar en los años venideros, especialmente en la crucial elección del próximo año que renovará la gubernatura del Estado de México en el 2017 y en el súper domingo del 2018. Por su parte el PAN aún sigue de fiesta por los resultados del 5 de junio y su joven presidente, Ricardo Anaya ha reconocido los motivos de su éxito, en la expectativa de que la marea de sus recientes victorias sea suficiente para un retorno panista al poder en las elecciones de los próximos años. Él y Margarita Zavala -cuyo peor pasivo político es ser esposa del visceral expresidente Felipe Calderón Hinojosa a quien debemos el inicio de la “guerra contra el narcotráfico” de la que aún no sabemos cómo ni cuando salir- se han subido en la “ola azul” del inesperado repunte electoral y ambos aspiran a encabezar como presidentes de la República, una nueva etapa de la derecha en el poder. Pero para mí, el viraje más interesante de estrategia rumbo a la necesaria renovación del poder político en la elección más grande de la historia de México, lo ha dado en días recientes Andrés Manuel López Obrador, puntero en las encuestas de preferencia para próxima elección para la Presidencia de la República, en la que tomando realista y pragmáticamente su tercer intento de convertirse en Presidente de la República, ha cambiado el tono y contenido de su discurso, alejándose del radicalismo de la CNTE; señalando que no buscará abolir la “Reforma Educativa” que había señalado como expresión de “la mafia del poder” que con frecuencia confrontó y realizo guiños al PRD, abriendo explícitamente la posibilidad de realizar alianzas con otros partidos de izquierda en las elecciones venideras. Es muy significativo que AMLO se aleje de la serie de decisiones maximalistas y erróneas tomadas desde hace 10 años, como declararse ”presidente legítimo”; tomar Paseo de la Reforma por meses; mandar al diablo a las instituciones del Poder en México; mostrar resentimiento y dogmatismo; optar por la lógica “purista” del estás conmigo o contra mí; apoyar organizaciones sindicales corruptas e impresentables que buscan objetivos políticos y cuyo éxito significa una derrota Nacional; no mirar más allá de su ego y los vítores de sus seguidores. Hoy AMLO intenta mostrar que ha cambiado para posicionarse mejor entre las clases medias, ir eliminando el rechazo de buena parte del electorado y los factores reales de poder que lo consideran “un peligro para México”, un “Mesías tropical”, un “radical”; e intenta mostrarnos una versión política mejorada de sí mismo, una que desea la conciliación, que está buscando el centro del espectro ideológico para, tomando distancia de la izquierda radical, defender ahora la gobernabilidad, la institucionalidad y la reforma educativa para consolidarse políticamente más allá del apoyo de sus muchos incondicionales, que no fueron suficientes para llevarlo al poder en las 2 elecciones presidenciales pasadas. La tercera será la vencida para AMLO, él lo sabe. Sí es sincero y su estrategia conciliadora, racional funciona, podrá capitalizar personalmente que el electorado mayoritariamente rechaza al PRI y se ha desengañado de los gobiernos federales del PAN. La izquierda moderada tendrá su oportunidad de gobernar. Ojala así sea.
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