2016-07-21 | 09:28:48

Los priístas han dominado y reinado desde los años cincuenta. El quebrantamiento de los grupos y las formas, la alternancia que desplazó al PRI-Gobierno en la elección del pasado 5 de junio, la escasez de circulante y la batalla en contra de la delincuencia organizada, ha encendido la hoguera de la confrontación política. Ley inexorable de la vida es su extinción, su decadencia. Para encarar el envejecimiento, ya entrado en años, al tricolor le urge una renovación total e incluso, me atrevo a señalar, un cambio de nombre y, por tanto, de colores. Ser priísta es ser comodín, pieza de cambio y de recambio. Salvo muy contadas excepciones, no representan a nadie ni tienen una fuerza propia. Veracruz es una reserva electoral definitoria para los partidos políticos que
contenderán por la Presidencia de la República en 2018. Y será muy codiciado por una “Morena atractiva” que ronda muy cerca de Los Pinos por ser la mejor posicionada ante el electorado nacional y liderada por Andrés Manuel López Obrador. Con ocho millones de habitantes, nuestro estado enarbola una sociedad que respeta las instituciones, pero también reconoce sus derechos. Se cumplen obligaciones y se convoca al diálogo entre gobierno y ciudadanía. Confiamos en el juicio popular y nos sumamos al perfeccionamiento de nuestra democracia. Miguel Ángel Yunes Linares es el mandatario electo por la alianza PANPRD y por tanto representará a los habitantes de Veracruz. Su responsabilidad está
regida por nuestra Constitución. Él lo sabe y nosotros también. La reconciliación y la unidad son una prioridad en esta circunstancia de rebatinga política para evitar el caos, pero se ve más que imposible. Las aguas están muy turbias y los enconos un día sí y otro también. Hay descalificaciones entre políticos que detentan el poder y los que llegarán con la alternancia. No solo vivimos una crisis económica, social y de seguridad, sino también de credibilidad. Por eso todos debemos remar hacia el mismo destino. No hay de otra. Ninguna mano que ayude está de más. Todas son importantes porque Veracruz las necesita; es más, le urgen. Las vendettas son leyendas de mafias. Lo que se requiere es un gobierno incluyente, abierto a todas
las voces, porque las diferencias son nuestra fortaleza: unidad en la diversidad. No olvidemos que somos una sociedad multiétnica y plural. Olvidarlo es negar nuestros orígenes. Asumimos nuestra corresponsabilidad en el marco del respeto, la libertad y la colaboración. Nadie es pequeño y nadie es gigante como para no poder trabajar conjuntamente por el desarrollo y crecimiento de Veracruz. No creemos en la uniformidad de pensamientos, ni en dogmas ni en milagros. Tiempos nuevos vienen para Veracruz, pero el Estado sigue y seguirá como el ente que nos permite cohabitar en paz y con respeto. Son tiempos de gobernar en unidad y sin venganzas… pero eso sí: con la ley en la mano. Veracruz es para la República… ¡La joya de la corona!