miércoles, 03 de julio del 2024
 
Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
Los ciclos de la vida
2016-08-09 | 19:37:23
La vida no se vive con recomendaciones como cómo recetas de cocina. La experiencia se adquiere con el conocimiento, el fracaso, las caídas y el levantarse de nuevo, para volver a caer y al final encontrar la superación con la paz interior.

El primer paso del ser humano realizado, se puede dar con el perdón, cuando se aprende a ver y reconocer que el hombre –genéricamente hablando—en su maldad es el único que mata a los de propia especie, por eso para entender la vida, primer hay que aprender a conocerse asimismo.

Con el tiempo, el ser humano adquiere mediante la observación y el registro de los múltiples actos cotidianos de la vida que se convierten en la sabiduría que dan los años.

Por eso, desde niño, hay que escuchar a los viejos a las personas mayores, escucharlas en sus pláticas y en sus relatos, para de ahí partir hacia los horizontes insospechados de la vida.

Escuchar, hablar y leer, pueden tres aspectos que conllevan a veces a crecer más rápido como ser humano. En el caso de las personas que por causas involuntarias no leen, la vida les da la oportunidad de escuchar a sus mayores que les rodean y de forma acceder al conocimiento y acumular así mayor experiencia.

En la escuela se aprenden muchas cosas y de dice que hay que partir de la teoría a la práctica.

La vida es cambiante, va girando y en cualquier momento te puede dar un sobresalto, un susto y aprender que son los ciclos del cambio y la evolución.

Aprender de la observación y la experiencia a superar errores, a veces es necesario borrar los malos momentos, pero también tenerlos en el baúl de los recuerdos para no volver a cometerlos.

Siempre tener memoria para todos aquellos que a lo largo de la vida se han mostrado generosos y se entregan para compartir conocimiento y experiencia.

Recibir a veces un consejo se convierte en lo más sabio de la esencia de quien se da sin ninguna restricción. Casi siempre los primeros consejos provienen de los padres y también de los maestros, de amigos y familiares.

Después de la gratitud el ser humano, aprende a ver en su interior y si se conduce en el desarrollo humano y espiritual, se pueden alcanzar niveles insospechados de felicidad, cuando se acepta que de cualquier persona familiar o no, puede llegar el mal en un segundo, porque esa es la naturaleza y a veces se puede presentar como una carga, cuando lo mejor es medir las consecuencias de la propia maldad que se puede exponer hacia los que se rodean.

Después de todos estos años que han pasado en donde se han tenido las grandes y mayores experiencias, lo más grande que se aprende es a ser feliz y también a aceptar la realidad con estoicismo y una voluntad de seguir siempre con la creencia de que existe una voluntad divina que te conduce, que te lleva de la mano y que te sugiere, más no te ordena en los momentos especiales de decisión.

En este momento, al llegar a un año más de vida, y se sigue siendo niño, a veces con la inocencia innata de creer en la gente y en los grandes deseos de paz interior para los demás, pero siempre con la sensación de que llevados de la mano de Dios, se sigue en el día a día, con la intención de hacer el bien, de no lastimar, no dañar, no herir y de no hacer nada que ofenda a la naturaleza.

Dios manda al mundo a los seres humanos con muchos dones, hay a quienes desde la familia les pueden suceder muchas cosas positivas y negativas. Todo esto se puede amalgamar en un necesariamente seguir adelante.

Alimentar al cuerpo sanamente, pero también al espíritu, y de esa forma encontrar el equilibrio que conlleva a la salud mental y física.

A todos gracias por los favores recibidos y por la necesidad de creer cada vez más entre unos y otros, siempre con el sueño de una vida mejor para propios y extraños.

Y cuál sería la receta de la felicidad. Leer todos los libros llenos de sabiduría desde la biblia, y todos los grandes libros de las diversas creencias religiosas. Todos llevan a un mismo fin. Por eso leer y volver a leer, platicar con la gente, comunicarse y ante todo aprender a escuchar a los demás y al yo interior, que se convierte en el mejor juez de cada quien.

Despojarse del ego y los apegos, esa es la mayor virtud del ser humano. Y encontrar en los animales que tenemos alrededor, en los que se pueden ver los más grandes principios que a veces son la ausencia total de los seres humanos: amor, lealtad, entrega total y sin condiciones. Además no acumulan dinero. ¡Aguas! Así las cosas.


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