martes, 28 de mayo del 2024
 
Por Roberto López Delfín
Columna: Vórtice
Secuestro de la educación en México
2016-08-23 | 09:00:06
Entre 1934 y 1940, cuando el General Lázaro Cárdenas del Rio –a fe mía el mejor de los Presidentes que tuvimos en el siglo XX- refundó la República a través del Corporativismo, pareció y fue una buena idea acabar con el “Maximato” callista; realizar la Reforma Agraria prometida por la Revolución Mexicana; la expropiación petrolera; ofrecer pactos a los empresarios y la Iglesia; fundamentar el ejercicio del poder político en un régimen del partido único (el PRI), una central de trabajadores (la CTM), y una de campesinos (la CNC), unidas orgánicamente a los intereses del Estado; creando un exitoso sistema de organización que consideró a México como un cuerpo basado en la solidaridad de los grupos sociales más numerosos e influyentes (obreros, maestros, trabajadores de la tierra, militares, empresarios, etc.) mediante el otorgamiento de espacios indiscutibles de poder a esos grupos prioritarios, a cambio de apoyos incondicionales en tiempos de dificultades, transición y amenazas extranjeras. Pero el sistema corporativo concebido en el siglo XX que sirvió a México durante y después del Cardenismo fue corrompiéndose y perdiendo su vigencia para ser hoy, en el siglo XXI, uno de los mayores problemas nacionales. Aunque obreros y campesinos, han sido descorporativizados, la rebelión magisterial es clara prueba de ello, al colapsar entidades completas de la República, hacer naufragar la necesaria reforma educativa que México requiere y haber dejado ayer (fecha de inicio del ciclo escolar 2016-2017) a más de un millón y medio de nuestros niños sin clases, especialmente en Oaxaca, Chiapas y Guerrero, tres de las entidades más pobres de nuestro País. Una minoría radical ha secuestrado la educación en México, por su parte, el Gobierno anuncia que si no hay clases, no habrá diálogo: el choque de trenes es inevitable. Urgen acciones claras, concretas. No podemos, ni debemos vivir así. Triste ha sido el espectáculo de la derrota del Gobierno Mexicano, ante las presiones de vándalos, que si bien es cierto, son miembros de una organización sindical que defiende legítimos intereses de sus agremiados, se han enfocado en objetivos políticos –ajenos a la educación- para comportarse como un intransigente grupo de choque –heredero del hoy obsoleto sistema corporativo- para violenta e irracionalmente mantener privilegios personales fuera de la Ley. A principios de este sexenio, muchos fueron los que dieron por ganada la lucha contra el corporativismo magisterial, cuando fue encarcelada la infame “maestra” Elba Esther Gordillo Morales “líder moral” del sindicato “oficial” –el SNTE- que con el beneplácito gubernamental se fue apoderando del sistema educativo nacional, desplazando al Estado. Muchos miles de millones de pesos e incontables biografías personales dilapidamos los mexicanos con ese arreglo corporativo, a resultas del cual los maestros incrementaron sus privilegios e ingresos, sin que ningún beneficio llegara a los niños y jóvenes que se suponían debían enseñar, ni al Sistema Educativo Nacional en su conjunto. Y sí, la maestra Elba Esther Gordillo hizo escuela, tuvo incontables discípulos y dio clases, pero de corrupción, descaro, impunidad y corporativismo. Lo mismo sirvió a presidentes priistas y panistas, habiendo establecido una maquinaria electoral -pagada con nuestros impuestos- que vendió siempre al mejor postor, a cambio de cargos públicos, canonjías ilegales, complicidades inenarrables y la perpetuación e incremento del poder de su sindicato, familia y persona, en agravio y perjuicio de los mexicanos. Muchos son los políticos mexicanos
y veracruzanos, beneficiarios de esos vergonzosos pactos para expoliar el presupuesto, violar las Leyes y distorsionar políticas públicas. Pero a la caída de Elba Esther y la declinación del poder de su sindicato –el más grande de Latinoamérica- no siguió la democratización de la vida sindical ni una reforma educativa consensuada y eficiente. Así como cuando en el 2000 perdió el PRI la Presidencia de la República, pero ni la corrupción, ni la impunidad, ni el sistema corporativo fueron combatidos por ser de los nuevos gobernantes panistas (eventualidad que debemos los veracruzanos evitar, a toda costa, ante la próxima alternancia en nuestra Entidad), ante la reivindicación de la rectoría Constitucional del Estado respecto a la educación, la oposición al SNTE, el CNTE tomó una fuerza incontenida, abanderó los intereses corporativos heredados de un México que ya no existe para muchos alumnos y egresados de “normales rurales” y maestros irresponsables comprometidos únicamente con sus privilegios y han arrodillado el Gobierno Mexicano que, a fuerza de habernos dado una reforma laboral autoritaria en lugar de una educativa consensuada y; de haber utilizado la fuerza letal del Estado en forma irracional, corrupta e injustificable; no es capaz de cumplir sus más esenciales obligaciones y ha perdido el necesario monopolio de la violencia que caracteriza y hace funcionales a todos los gobiernos contemporáneos. El Gobierno Mexicano tiene miedo de las marchas, plantones, saqueos, vandalismos y bloqueos magisteriales, y es que ¿Cómo dispersar a manifestantes violentos y destructores de vías generales de comunicación si cuando lo hace hay muertos, heridos, desaparecidos? ¿Cómo evitar la violencia terrorista de algunos alumnos de “normales rurales” si el Estado levantó, desapareció y asesinó a más de 50 de Ayotzinapa, durante la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre del 2014, sin que a la fecha se hayan esclarecido estos sucesos? Así, ante la incapacidad política y la inacción de las fuerzas de seguridad gubernamentales, los maestros defensores de privilegios ilegales y corporativos se han empoderado en una nueva mafia sindical que sabiéndose impune y estimulada por sus muchos éxitos al dañar propiedad privada, atacar ciudadanos y hacer nugatorios sus derechos humanos de tránsito y educación, encara al débil, vacilante gobierno de EPN, no sólo para exigir y obtener la restitución de sus privilegios y la liberación de los delincuentes que la integran; hoy presenta con más brutalidad que nunca, la exigencia de la anulación de la reforma y el modelo educativo que en su conjunto, a mi juicio, es el único logro del que el desprestigiado Gobierno Federal encabezado por EPN hubiera podido presumir al finalizar su mandato. ¿Y los niños sin escuela? ¿Y el País que cada día es más pobre, ignorante, reflejando la educación que reciben nuestros educandos? ¿Y los empresarios que quiebran por no poder producir, transportar o vender sus productos? Pues bien gracias, porque no se ve cómo, ni para cuándo, el Gobierno pueda implementar la reforma educativa; desaloje de nuestras calles a violentos agitadores; haga preservar la Ley, la paz, la seguridad pública y el bien común de los mexicanos. El gobierno se está fallando y no justifica su razón de ser al no poder garantizar a los ciudadanos sus más elementales derechos humanos. Pero la historia nos muestra que el fracaso, la crisis de un gobierno no significa el derrumbe de México. Algo responsable, útil, drástico habrá que hacer ya. Debemos evitar que el País se nos quede roto, descompuesto entre las manos, como los niños mexicanos desatendidos y sin poder recibir educación.
Plaza


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