miércoles, 29 de mayo del 2024
 
Por Gaudencio García
Columna: Plana Mayor
PRI: botín de bucaneros
2016-09-03 | 17:28:17
“¿Veracruz en jauja, disfrutando la prosperidad?”. Dicho de la cofradía
El reloj político en Veracruz inexorablemente sigue su marcha, para bien o para mal.
El tiempo no se puede detener, ‘sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse el tiempo’, diría el poeta, diplomático y periodista Renato Leduc. El PRI-Duarte no entendió el mensaje del 5 de junio, no ha querido o se hace como tío Lolo.
Es la hora del juicio político. Aunque por obviedad el juicio lo atrajo la Comisión Nacional de Justicia Partidaria del CEN PRI, para expulsar a Javier Duarte, por su presunta y larga cadena de oprobios a la sociedad civil y al gobierno del estado. El Duartegate en la cresta.
Pero qué paradoja, en casa, la clase política gobernante de la cual es corresponsable de la pérdida de la joya de la corona que hegemonizó por 86 largos años el tricolor: la gubernatura de Veracruz, les dio el síndrome de Alzheimer.
No quieren tocar con el pétalo de una rosa al guía espiritual de la clase priista veracruzana, el tradicional líder de la clase política que representa el titular de Poder Ejecutivo local, Javier Duarte. Le deben todo en los casi seis años de su cuestionado y defenestrado gobierno.
Con la gran mayoría de los servidores públicos se convirtió en su tutor, en su protector, en su dios, en su guía espiritual, en su factótum. En el ocaso del régimen estatal los atrapó el Alzheimer, pero en la limpia, ajustes y restructuración de la cúpula estatal del PRI, les ganó la avaricia, el oportunismo, el cinismo y la doble moral.
Qué curioso, el actual dirigente estatal del PRI, Felipe Amadeo Flores Espinosa se encuentra entre la espada y la pared, entre claroscuros, lealtad o deslealtad, amigos o enemigos. En primer lugar hizo pactos con Duarte desde principio del sexenio con su membrete “Vía Veracruzana”, para negociar puestos para sus correligionarios y su parentela, como lo confirma el togado para su primogénito.
Cualquier expresión, postura o mensajes de Amadeo a la cofradía podría interpretarse como un acto de deslealtad o de guerra en contra de Duarte, que en estos últimos 90 días de su reinado, de su gestión, perdón, se encuentra en el filo de la navaja con la investigación del SAT y de la PGR en sus bienes acumulados.
Los días felices con el presidente Peña Nieto se acabaron. A pesar de los graves señalamientos por presunto actos de corrupción, nepotismo, conflictos de interés, licitaciones a modo y patrimonialismo que obran en contra de Duarte y su gobierno, sus incondicionales y cómplices intentan llevar agua a su molina.
Con el relevo en puerta de Felipe Amadeo y en un aparente juego de pulsadas con el presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, dos piezas del ajedrez, Jorge Carvallo Delfín y Erick Lagos Hernández –peones del fidelismo y actual cónsul en Barcelona-, quienes jugaron contras en la campaña del candidato perdedor a la gubernatura, Héctor Yunes Landa, intentan manipular la supuesta restructuración en beneficio de su causa.
Están buscando a como dé lugar y cueste lo que cueste la dirigencia estatal del PRI, cuyo cargos ocuparon ambos en el desdibujado gobierno duartista, o en su defecto, impulsar a uno de los suyos para que no los descalifiquen como el continuismo del duartismo.
No les bastó la riqueza acumulada en los sexenio de Fidel Herrera y de Javier Duarte, si es lícita o ilícita esos quids los tienen sin cuidado y no les quita el sueño para nada. Lo curioso es que antes estos embates las fuerzas que representan Héctor Yunes y José Yunes, permanezcan pasibles ante las acciones asimétricas de los bucaneros.
Con este epílogo, Amadeo y su brillante dirigencia, tras la debacle del 5 de junio, no se ha sabido comportar a la altura de las circunstancias ante el próximo juicio político que le aguarda a Duarte y sus lacayos por el CEN del PRI. Timoratos, pusilánimes y cretinos, son los adjetivos que se han ganado por lo menos de sus correligionarios.
Debería de preocupar a la clase política gobernante, que a partir del 1 de diciembre del 2016 será expulsada del paraíso del Duartegate que hizo hordas de nuevo ricos, que por primera vez en la historia política contemporánea la cúpula nacional priista será juzgado un gobernador de Veracruz por todas sus tropelías que provocaron la pérdida de la gubernatura en 86 años.
Son lunares que desnudan al líder de la clase política, Javier Duarte, porque su destino ya está marcado para la hoguera, el patíbulo o el destierro de Veracruz. La sociedad civil ya los juzgó: son la deshonra de la auténtica clase política. Si el PRI nacional lo perdona los electores se las estarán cobrando en la justa electoral del 2017 y 2018. ¡La suerte está echada! Comentarios a gau41@hotmail.com


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