viernes, 17 de mayo del 2024
 
Por Celso Erick Garrido del Castillo
Columna: Statusnascendi
Lo más preciado
2016-10-22 | 10:18:35
Estimados lectores, el funesto encuentro de una maleta hallada en el centro de la capital mexicana el 23 de marzo del 2015 con el cuerpo sin vida de una menor de apenas 18 meses, nos puede llevar de la conmoción a la indignación; dado que la menor, además de haber sido brutalmente asesinada con un golpe en la cabeza, mostraba desnutrición, así como rastros de violencia sexual. Un año entero el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal evitó enviar a la menor a la fosa común, ante la consigna de encontrar a la madre, considerando el lamentable supuesto, de que ella también hubiese sido asesinada; para lo cual, muestras de ADN e imágenes fueron enviadas y cotejada con expedientes de niños extraviados tanto en México como en Latinoamérica, dada la posibilidad incluso, de que la menor pudiera ser migrante. No obstante, nadie parecía conocer a la pequeña, tal pareciera que fuera polvo el origen de la menor; la búsqueda al final, fue infructuosa, para lo cual, se procedió a sepultarla en el cementerio de San Isidro en la Ciudad de México, donde Elías Azar, presidente del TSJDF comentó: “Hicimos cuanto estuvo a nuestro alcance en México, como en delegaciones diplomáticas con otros países para saber más de ella; Ángela ha estado muy sola, ahora procuramos darle un cobijo póstumo que tal vez no tuvo en vida”. En las mismas circunstancias, en la España Franquista, se dio inicio a un caso de exterminio político dentro de las cárceles feministas, en este sentido, los recién nacidos fueron quitados de sus madres biológicas y entregados a la institución de Auxilio Social con el objeto de “cortar el lazo republicano” y empezar un adoctrinamiento desde la cuna. De acuerdo, a datos de la Unidad Cívica por la República, se estima que el número de víctimas podría haber alcanzado hasta los 300 mil menores. De igual forma y por inimaginable que parezca, durante la dictadura militar en Argentina (1976-1981) desaparecieron 30,000 personas de todas las edades y condiciones sociales; centenares de bebés fueron secuestrados con sus padres o nacieron durante el cautiverio de sus madres embarazadas. En relación a esto, las Abuelas de la Plaza de Mayo estiman que fueron unos 500 hijos de desaparecidos, los que se apropiaron como “botín de guerra” las fuerzas de represión; incluso, algunos niños fueron entregados directamente a familias de militares, otros abandonados en institutos y otros lastimosamente vendidos. En todos estos casos, estos menores fueron anulados de su identidad y los privaron de vivir con sus legítimas familias, exterminando su derecho a la filiación. En ese mismo orden de idea, el Registro Nacional de Personas Extraviadas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, estableció que en los últimos nueve años han desaparecido 25 mil 358 niños y adolecentes, detallando que la cifra pasó de 669, en 2007, a 4 mil 090, en 2015 . Considerando a los estados
de Tamaulipas como la entidad que más desapariciones de niños y adolescentes del fuero común registra, con 5 mil 622, seguida por el Estado de México, con 2 mil 925. De igual manera, la Red de Madres Buscando a sus Hijos Desaparecidos en México define que “el perfil de los niños robados, que son ideales para el tráfico de órganos, son de edades que oscilan entre los 7 y 10 años. Desde los bebés y hasta los cinco años son sustraídos generalmente para venderlos a parejas que no pueden tener hijos”. De igual forma, según datos de la Fundación Nacional de Investigación de Niños Robados, esta actividad es el tercer negocio más lucrativo a nivel mundial, después del tráfico de armas y de drogas, cuyo mercado representa cerca de los 32 millones de dólares; incluso, según cifras de UNICEF el número de niños desaparecidos cada año a nivel mundial es de un millón 200 mil. Ante los hechos expuestos y en respuesta a la problemática social del robo, extravío, explotación y desaparición de menores en nuestro país, surge la urgencia para remitir al legislativo la necesidad de crear un banco de muestras genéticas de todos los recién nacidos, la cual se aplique desde la prueba del tamiz neonatal; esta, debería hacerse con el objeto de tener una base de datos, que aporte pruebas periciales en caso de identificar por medio del ADN a los menores robados. Hoy, es insólito que tengamos dispositivos de GPS para encontrar un Smartphone, pero acaso, ¿con el alcance tecnológico, no es posible diseñar algún dispositivo que pueda ser adaptado a los menores con el ánimo de inhibir el robo de infantes? Por último, Juan Gelman, poeta argentino, el cual sufrió en carne propia la sustracción de su hijo y nuera embarazada provocado por la dictadura militar; escribió una carta abierta a su nieta desaparecida, la cual 19 años después la pudo encontrar. La misiva le relata la historia que hubiera podido vivir a su lado, donde redacta con viva esperanza el día del encuentro, analógicamente, podríamos decir, que concibió el misterio de dos personas, que esperan sin conocerse. Aunque no es posible cuantificar el amor de los padres por los hijos, la pérdida representa una fragmentación inconsolable en la familia, lo cual enfrenta a los padres a una búsqueda frenética, desoladora e interminable. De ahí, que la prevención de los menores debe ser provista por los padres; del gobierno y las leyes que los protejan. Para concluir, cabría finalizar con la frase de José Saramago: “Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje”.
Muchas gracias. @ErickCelso


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