domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Roberto López Delfín
Columna: Vórtice
Crímenes perfectos
2016-10-25 | 09:02:28
El éxito, cinismo, impunidad de los partidos y políticos corruptos, aparte de ominosos para México, es socialmente tóxico, frustrante, desesperanzador: dos exgobernadores se encuentran en fuga y a pesar de las ordenes de aprehensión en su contra, las autoridades no los han podido ni localizar ni aprehender. Los crímenes de Guillermo Padrés (PAN) y Javier Duarte (PRI) están más que probados, los cómplices de sus delitos han confesado y ambos procesos penales están plenamente acreditados ante la opinión pública e incluso por sus partidos políticos, pero esos “capos” de cárteles político-criminales de alta peligrosidad social están libres, impunes, gozando de los millones de dólares que nos robaron a todos, mientras un ejército de abogados los asisten para quedar libres de las consecuencias, el justo castigo a los cientos de delitos que han cometido las bandas delincuenciales que encabezan. Al evidenciarse todos los días la impunidad de esos y otros “crímenes perfectos” es decir, perpetrados ante la atónita e impotente mirada de los mexicanos, sin sufrir castigo alguno, se evidencia la red de complicidades e incapacidades de nuestros gobiernos y de procuración e impartición de justicia; se expone el miserable nivel de la llamada “clase política y sus partidos”; nuestro País queda en ridículo; se estimula a los que viven o desean vivir fuera de la Ley; se debilita nuestra maltrecha confianza en nuestras instituciones, en la democracia, en el futuro y; se degrada nuestra calidad de vida y el tejido social de nuestro País. ¿Cómo no va acrecentarse el malestar ciudadano ante el cinismo impune, triunfante de personajes como Javier Duarte que antes de huir –hace unos días- se declaraba inocente ante el apoyo de los medios masivos de comunicación, autoridades, diputados, senadores y partidos que lo defendieron? Hoy el Presidente de la República, sus empleados y partido dicen querer detenerlo pero ¿se dieron cuenta recientemente que JDO era un vulgar delincuente? ¿Por qué sólo después de la derrota electoral del PRIgobierno en Veracruz se percataron las autoridades Federales que era un gobernador pésimo y ladrón? Creo que muy pocos ciudadanos –ajenos a la camisa de fuerza de la “disciplina” a un partido o jefe político- tenemos duda de que sí JDO hubiera ganado la elección del 4 de junio pasado, ninguna de las acusaciones que realizó la el SAT y la PGR la semana pasada se hubiera formulado, ni hubiera tenido que pedir licencia a su cargo, ni estaría ahora prófugo de la justicia. JDO tal vez sea reconvenido por algunos de sus delitos, pero no se ve cómo ni para cuando se desmonte el sistema corrupto y corruptor de gobierno que ha permitido alternancias y relevos de poder sin transiciones reales hacia la democracia y respeto al Estado de Derecho, ni castigo a los gobernantes sinvergüenzas y rateros, tal vez por la sencilla razón de que si de veras se aplicará la justicia, tendríamos primero que pedir al Presidente EPN que responda por los delitos que han cometido él, su equipo, la dirigencia y militancia de su partido contra el pueblo de México, cada vez más pobre, triste y sin esperanza. ¿Quién cerraría las rejas de las cárceles para encerrar a los criminales mientras gobierne el PRI mafioso y encubridor de los delitos de sus militantes, aliados, acólitos y simpatizantes? Es urgente el cambio de nuestro régimen político cleptocrático, pues día a día vemos al Estado, a los gobiernos de nuestros 3 niveles de gobierno fallando, permitiendo por omisión y/o complicidad crímenes perfectos como los claramente cometidos por los carteles criminales encabezados por exgobernadores de Veracruz y encubiertos por quien ostenta el poder en el Estado, Flavino Ríos Alvarado, un gris burócrata dinosáurico que representa lo peor del PRI y que hace unos días era el empleado más cercano al criminal
que ahora debería perseguir y capturar. No podemos ser optimistas ante el panorama de podredumbre política generalizada en Veracruz. El pueblo mexicano ha votado ya varias veces por un cambio que nunca se ha dado. Hemos testificado alternancias sin transiciones democráticas sin beneficios reales para México. Los que ayer como candidatos prometieron el fin de la impunidad, hoy sólo piensan en su conveniencia y en la necesidad de ganar –a toda costa- los próximos comicios para sus familiares, allegados y partidos políticos. ¿De qué sirve el costoso Sistema Nacional Anticorrupción sí quien lo encabeza señala el mismo día de la promulgación de las leyes que lo crearon, que todos los mexicanos somos corruptos? ¿Para que se realizan, difunden y hacen públicas detalladas investigaciones de delitos de políticos que no se castigarán? ¿Por qué en un País de malos gobiernos los políticos y sus partidos se tapan con la misma cobija y persisten en el progreso de sus carreras políticas a pesar de haber sido inhabilitados ética y moralmente ante la opinión pública por los fraudes y corruptelas de su biografía? ¿Podemos esperar un cambio de los mismos que durante 5 años 10 meses señalaron a Duarte como ejemplo de la vitalidad y relevo generacional del “Nuevo PRI” y ahora unánimes lo condenan? Sí queremos vivir mejor, más seguros y reactivar nuestra economía debemos ser implacables en nuestra exigencia de que todos los que han saqueado, arruinado a Veracruz sean justamente castigados. No se trata sólo de JDO, hay decenas de cómplices y prestanombres claramente implicados; hay diputados federales y locales que deberán enfrentar a la justicia. No podemos dejarnos engañar con el encarcelamiento de “chivos expiatorios” y criminales menores, cuando los verdaderos capos de la corrupción gubernamental cometen crímenes perfectos y disfrutan de su dinero mal habido con impunidad e incluso con ostentación. Que se acaben los pretextos, la tolerancia y las confabulaciones calculistas de costo – beneficio de castigar la corrupción. Seamos conscientes de que nada servirá nuestra opinión individual, miles de columnas periodísticas, ni tweets si no nos organizamos al margen de los partidos políticos para empezar a poner fin a la inseguridad, la corrupción y la impunidad. Las denuncias judiciales, políticas y/o periodísticas no han detenido la acción de los delincuentes investidos de gobernantes que padecemos. Hay que organizarnos más allá de los partidos políticos, alzar la voz programáticamente utilizando plenamente las opciones jurídicas a nuestro alcance como sociedad civil. Para eso son los procesos electorales: para elegir de entre las opciones a la mejor o cuando menos a la menos mala. Vayamos haciendo público el compromiso que –al margen de los candidatos- no votaremos por los partidos políticos que sean indiferentes o/y cómplices de la corrupción. ¿Cuántos crímenes más sin castigo toleraremos? Tlatelolco, Iguala, San Fernando, Veracruz. Hartos de promesas, requerimos realidades. Veracruz es un caso extremo, por lo que nos servirá para ver quien está a favor de la impunidad de las mafias políticas. No creamos a discursos de candidatos, ni nos dejemos persuadir por amistad o carisma, vayamos haciendo campaña por el voto útil a México: divulguemos que votaremos por los que hoy y en los meses, años por venir signifiquen un verdadero cambio de régimen, persigan y castiguen exitosamente a los corruptos en la vida real y eviten que la corrupción siga floreciendo en las impunidades que están desintegrando política, social y económicamente al País.


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