2016-10-27 | 08:19:17

Los “peces gordos” nadan muy nerviosos en
aguas turbulentas de la corrupción.
Luchan por “no morder la carnada” de
la célebre caña de pescar.
Se desplazan contra corriente para no
ser atrapados por la red de la justicia.
Jadeantes se escabullen para cambiar
de piel, pero ya están en la mira del cañón
del barco ballenero.
Temerosos repasan la vieja conseja: “Si
las barbas de tu vecino ves cortar, pon las
tuyas a remojar”.
Los peces pesados se mueven rolando y
resoplando sin cesar en señal de preocupación.
El agua les llegó hasta el cuello.
Los suegros de Javier Duarte, Tony Macías
y Virginia Tubilla, se desprendieron de
la arrogancia para hundirse en el fango.
Atrás quedaron los desplantes airados
para acuerparse en la disfrazada humildad
por el acoso de la ley.
Desesperados interpusieron amparos
contra la alerta migratoria para no ser
detenidos.
Les urge abandonar el país y refugiarse
en los paraísos fiscales donde lavaron el
dinero malhabido.
Sin embargo, les negaron la protección
federal.
Perdieron el glamour, la dignidad y el
respeto de la sociedad.
La ambición de Karime Macías, ex
primera dama, desprestigió a la familia
Macías Tubilla.
Un rostro que denotaba honestidad pero
actuaba con el disfraz de la honorabilidad.
La voracidad la desenmascaró.
Su hermana Mónica fue presentada ante
la PGR en calidad de indiciada.
Es señalada como integrante de la red de
prestanombres de su cuñado Javier Duarte.
El extodopoderoso Arturo Bermúdez
Zurita, solicitó amparo pero le fue negado.
El SAT lo investiga de pies a cabeza.
Es uno de los principales atracadores
del erario estatal.
Hay otros que se pasean inquietos por
los pasillos de San Lázaro.
Ya percibieron las primeras ráfagas de
la ley.
Los medios de comunicación pusieron
el dedo en la llaga al exhibirlos como actores
directos de la corrupción que tiene a
Veracruz sumido en la quiebra.
Tarek Abdalá, Adolfo Mota y Edgar
Spinoso, están en la lista negra.
Olvidaron que meterle mano al cajón,
es el pecado de los estúpidos.
Creen que el fuero los librará de ir a
prisión.
Sus días están contados como “levanta
dedos”.
Hay diputados electos a quienes se les
hacen eternos los días para rendir protesta
el 5 de noviembre en el Congreso local.
Les urge el tan anhelado fuero que les
da el poder legislativo.
Es el caso de Vicente Benítez y Juan
Manuel del Castillo.
Otros más se refugiaron en Canadá para
evitar la extradición.
Moisés Mansur Cysneiros es uno de ellos.
Persiste una psicosis entre funcionarios,
socios y familiares de Duarte, porque temen
ser encarcelados.
Ayer, muy orondos, se burlaron de la
sociedad de manera arrogante y perversa.
Hoy, con el rostro compungido, esconden
su pasado despótico y arbitrario.
El pueblo indignado exige cárcel y que
devuelvan lo robado.
La expulsión del exgobernador del PRI
no satisface el clamor popular de justicia.
La familia Duarte Macías saqueó a Veracruz,
enlodó su nombre, desprestigió al PRI
y, de paso, al mismo presidente Peña Nieto.
¡Qué bonita famig