domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Roberto López Delfín
Columna: Vórtice
Joder a México
2016-11-01 | 10:12:12
Al ser cuestionado el 25 de octubre pasado por empresarios sobre su posición respecto al infame exgobernador Javier Duarte -aún prófugo de la justicia- el Presidente Enrique Peña Nieto señalo que “ningún Presidente despierta cada mañana pensando como joder a México” esclarecedora declaración, que sin duda pasará a la historia por la dualidad de la afirmación; el extemporáneo deslinde de hechos que no reconoce como propios y; la soterrada disculpa por qué –sin que el Presidente aceptará ningún grado de responsabilidad en la tragedia que vive Veracruz a raíz de los 3 últimos gobernadores del PRI- reconoció equivocaciones y acciones dañinas que han sido cometidas por su gobierno en perjuicio de México. Y es que EPN afirmó en el 2012 que el mismo Javier Duarte que ahora persigue por múltiples delitos el aparato de justicia de su gobierno, era un digno representante del “nuevo PRI” que “haría avanzar a México” lo cual lleva implícito en el caso de Veracruz, el encubrimiento calculado políticamente hacia el correligionario de su partido en ocasión de una militancia compartida, a pesar de que desde hace mucho tiempo fuimos muchos los veracruzanos que denunciamos el mal gobierno, la corrupción y la impunidad del PRI – gobierno que sólo ahora –después de la derrota electoral priista- las autoridades federales comienzan a “descubrir” en Veracruz. Focalizando la discutible aseveración de que ningún Presidente se despierta pensando como joder a México, primero tendríamos que definir que es, abarca e implica “México”. Pero sí tomamos como base que dicha palabra engloba al sujeto de Derecho Internacional conocido como “Estados Unidos Mexicanos” tenemos que decir: 1.- La afirmación denota una profunda ignorancia de nuestra historia. Sin contar a los extranjeros conquistadores que gobernaron nuestro País, son varios los presidentes que desearon “joder” y jodieron a México. Tal vez los mejores ejemplos de ello sean Victoriano Huerta y Antonio López de Santa Anna ambos cegados por su egolatría y desmedida ambición de poder. El primero deshonro al ejercito, traicionó, conspiró contra las instituciones y personas que había jurado proteger y ordenó los asesinatos brutales, proditorios del Presidente Francisco I. Madero y su vicepresidente José María Pino Suárez, así como el del senador Belisario Domínguez, entre otras linduras. Es impensable que Victoriano Huerta, que fue investido legalmente Presidente de la República por el Congreso de la Unión, no despertará sabiendo al día(s) siguiente(s) de su toma de protesta que “jodió” a México al decapitar al primer gobierno democrático del siglo pasado y a los líderes de la Revolución Mexicana; por lo que sus espurias acciones desencadenarían una larga y sangrienta guerra civil que degradaron al movimiento social que ya había depuesto al dictador Porfirio Díaz –otro Presidente que sin duda jodió a nuestro País al abismar las desigualdades sociales- en una brutal guerra de facciones que costaría la vida de centenares de miles de mexicanos inocentes. El caso del xalapeño Antonio López de Santa Anna es también aleccionador: al haber sido capturado en 1847 mientras se deleitaba con una atractiva y complaciente mujer negra que los norteamericanos habían puesto de cebo para atraparle, prefirió entregar una “legal e institucionalmente” una parte del territorio nacional -Texas- a cambio de su libertad personal, que sin duda antepuso al bien de México.
Tenemos así que, suponiendo sin conceder las mejores intenciones a los presidentes de nuestro País, el simple hecho de anteponer sus intereses personales o los de su grupo sobre el beneficio de “México” basta para que dañe a la Patria en forma notoria, irreversible, indiscutible. 2.- Como hemos señalado para “joder” a alguien o a México no hace falta querer hacerlo. Los estúpidos –lo hemos señalado- se caracterizan por hacer el daño en forma inconsciente, en su empeño por obtener un beneficio para sí mismos, para su colectividad o para una persona o grupo de personas que desean favorecer, por lo que para efectos históricos, en los perjuicios sufridos por nuestro País es anecdótico sí un gobernante desea o no joder a México, pues para efectos prácticos, el daño que causa es independiente de su intención y constituye un agravio objetivo que debe ser sufrido por él, su colectividad, el grupo de personas o la Nación que –en el mejor de los casos- deseaba favorecer. Triste pero cierto. 3.- La afirmación es propia de una mentalidad autoritaria, típicamente priista. En nuestro País la “cultura política” de los gobernantes ha sido que, por el sólo hecho de ostentar un cargo público, la persona que lo ocupa merece dignidades, privilegios y confianzas independientemente de su desempeño como gobernante o eventuales delitos cometidos en el servicio a la República. O Sea, en la mentalidad de los autócratas mexicanos, de cualquier partido, simpatía o militancia política, las personas que ostentan un cargo público pertenecen a una categoría “aparte” y “superior” a la de sus gobernados, por lo que deben se vitoreados como si fueren algo así como seleccionados nacionales, que representarán a nuestro País en una justa internacional. En su torcida mentalidad autoritaria y antidemocrática “el señor Presidente”, “el señor gobernador”, senadores, diputados y en general los burócratas del poder deben ser merecedores de nuestro respeto aunque no lo hayan ganado ni lo merezcan, así cometan crímenes y sus victimas clamen el justo castigo a sus delitos. Por las razones expuestas, afirmo que: Primero.- Considero que es un hecho histórico que hayamos padecido en México presidentes de la República que se despertaron pensando únicamente en su conveniencia pura y simple, lo que implica por acción u omisión que consideraron que sus acciones y las de sus gobiernos joderían a México, pero o nos les importó o/y les pareció aceptable ese precio a cambio de mantener sus fueros, dignidades, proyectos de vida e investiduras. Segundo.- El camino al infierno esta empedrado de buenas intenciones. Abstrayéndonos del hecho de sí un presidente es buena o mala persona, sus acciones joden o pueden persistir durante años jodiendo a México, por lo que termina siendo irrelevante para las víctimas de los perjuicios que ha causado si tales males se realizaron pensando específicamente en dañarlos. Tercero.- El Presidente EPN esta jodiendo a México, pues el balance de las acciones de su gobierno es claramente negativo; nuestra economía y divisa se desploman; la inseguridad y la violencia se empoderan impunes de nuestro País ante la incapacidad de su administración; hay más de 30 mil desaparecidos en su gobierno, lo cual es una catástrofe humanitaria; el Primer mandatario ha encubierto a los políticos ladrones de su partido y ninguno de los múltiples y documentados casos corrupción de gobiernos y gobernadores de su correligionarios han sido castigados. Pero tal vez lo peor, es que ante sus fracasos y desatinos EPN no acepte sus errores y persiste en el apoyo a las personas, partidos y políticas públicas que han fallado, anteponiendo su imagen, las conveniencias electorales y el respaldo a su grupo político, partido y aliados, al bien de México y los mexicanos. Y eso jode.


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