viernes, 31 de mayo del 2024
 
Por Gaudencio García
Columna: Plana Mayor
¿Flavino, ajeno al Duartegate?
2016-11-18 | 10:20:39
“Durum est sed ita lex scripta est”. Es duro, pero así fue redactada la ley. Domicio Ulpiano
La fuga concertada u oficiosa del abominable cártel de las empresas fantasma en Veracruz, Javier Duarte, por las altas esferas del poder público, contaminado por la patología del síndrome de Hybris, fue un acto desaseado y execrable. Pero lo más grave es quién le facilitó una aeronave oficial para esfumarse en forma furtiva.
Ante todo este abanico de complicidades aviesas para vulnerar la ley y el imperio del derecho que tuvo el propósito de proteger al autor del Duartegate y gobernador con licencia, Javier Duarte, que deja al estado sumido en la peor bancarrota de los anales políticos en Veracruz, se suma la suspicacia y candidez del gobernador interino, Flavino Ríos Alvarado.
Veracruz está a punto de dinamitar por la irritación y exacerbación popular, por el incumplimiento de pagos en prestaciones sociales, aguinaldos, bono de fin de año y salarios rezagados, pero el gobierno interino miente, desvía los fondos etiquetados para los 212 municipios y rompe con facilidad su promesa.
El gobierno estatal que hereda Duarte es un auténtico desorden administrativo, un desgarriate. Desde 2011 la Auditoría Superior de la Federación detectó desviación de los dineros púbicos etiquetados. Lo sabían los seis secretarios de Finanzas del quebranto patrimonial del gobierno duartista. No hicieron nada para ponerle un coto al licencioso prófugo de la justicia.
De Rafael Murillo Pérez hasta el ascenso y caída de Antonio Gómez Pelegrín. Todos, sin excepción alguna, son corresponsables de los actos de impunidad y de patrimonialismo que cometió Duarte. Lo sabe también la nueva titular de la Sefiplan, Clementina Guerrero, por el equipo de transición del gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares.
Se entiende y percibe en las altas esferas del poder público el motivo de los conciliábulos recurrentes de los duartistas en la residencia particular del exOficial Mayor de la SEV y actual diputado federal, Edgard Spinoso Carrera, como ocurrió el martes 15 de noviembre en Xalapa. En cualquier momento, el rejuego en barandillas los puede hacer que pierdan su inmunidad y de ahí derecho a la cárcel.
Tampoco están a salvo, los dos diputados locales, que perversamente idearon con el jefe del clan, salvaconductos con la nueva LXIV Legislatura local, a los que, por cierto, a partir de este jueves que iniciaron las comparecencias de los secretarios de despacho, Fiscal General y la coordinadora general de Comunicación Social, no podrán defenderlos por los oprobios y una larga lista de cuentas por aclarar que dejaron en el duartismo.
Juan Manuel del Castillo González, del PRI, y Vicente Benítez González, del Partido Nueva Alianza, duartistas acendrados, sí destacaron en el régimen de la Prosperidad no fue precisamente por sus cualidades profesionales, si no por su trapecismo político para tener un control férreo del intríngulis político estatal, inmovilizando o sacando del juego a la auténtica clase política que fue desbancada de los entresijos del poder público.
¿Pero a qué vienen todas estas perlas? ¿Por qué planteamos que el gobernador interino, Flavino Ríos Alvarado, exsecretario de Gobierno y exsecretario de Educación, actúa con suspicacia o ingenuidad? ¿No sabía nada de las acusaciones que se ventilaban en la PGR en contra de su jefe y amigo? ¿Nada?
Primero, un día después de haber solicitado licencia ante la Legislatura local de su encargo –miércoles 12 de octubre-, Javier Duarte, para afrontar los cargos de corrupción que le imputa la PGR, desaparece furtivamente de Xalapa y la región. Un juez federal había obsequiado orden de aprehensión contra el gobernador con licencia, acusado presuntamente por los delitos de delincuencia organizada, peculado e incumplimiento de un deber legal.
La prensa local y nacional difundió varias versiones que apuntaba que el gobernador interino le había facilitado un helicóptero para desplazarse a México o Puebla. Flavino lo negó, juró y perjuró que él no le facilitó nave alguna para su escape y que ignoraba al otro día de su licencia que la PGR hubiese tenido una orden de aprehensión contra Duarte. Pero hace unas semanas, salió el peine, la verdad oculta.
Si le prestó una aeronave para trasladarse a Coatzacoalcos. Y de ahí desapareció. Ya no supo nada de él. Y ahora, para el colmo de los colmos al rendir el sexto y último Informe de Gobierno el 15 de noviembre, por 48 días para el que fue nombrado para concluir el sexenio del desastre, Flavino se lavó las manos como Poncio Pilatos con los trastupijes de Duarte y su horda. “Me engañó a mí y a todos los que confiaron en él”. Y luego se curó en salud: “Era mi amigo. Soy ajeno a los negocios de él y de sus amigos (…). Soy honesto, no he desviado ningún centavo”.
Por sentido común, quien fue secretario de Salud y secretario de Gobierno en el régimen de Duarte, no sabía las andanzas y trapacerías de su jefe. ¿Acaso piensa que la sociedad civil y los ciudadanos de a pie son ingenuos o padecen del síndrome de Alzheimer? No sea simulador ni abuse del “pinche poder”. Será la PGR la que defina si el gobernador interno es ajeno o no del Duartegate. Comentarios a gau41@hotmail.com


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