viernes, 31 de mayo del 2024
 
Por Jair Robles
Columna: Los medios en la era digital
Los medios en la era digital
2016-11-27 | 09:28:23
Una de las reflexiones que han surgido a partir de la victoria de Donald Trump en las pasadas elecciones presidenciales de los Estados Unidos, tiene que ver con el papel que los medios de comunicación jugaron durante todo el proceso electoral y la influencia de ¨los medios alternativos¨, -que principalmente difunden sus contenidos vía las redes sociales.

A partir de que el internet se ha vuelto el principal foro para la diseminación e intercambio de información, se cayeron muchas de la barreras que favorecían la concentración de los medios de comunicación. Hoy en día casi cualquier persona puede crear una página de internet y publicar todo tipo de información, desde recetas de cocina, instrucciones para cualquier tipo de oficio y noticias ya sean reales o fabricadas.

Al mismo tiempo, las redes sociales han potencializado la capacidad de alcance de esta información. Cuando un video, fotografía o noticia, se vuelve ¨viral¨, es posible que sea vista por millones de personas en todo el mundo en cuestión de días si no es que horas.

Al comienzo de las elecciones de los Estados Unidos, los medios de comunicación tradicionales, le daban cobertura a la campaña de Donald Trump de forma ilimitada, porque su personalidad y la disparates de su discurso, les garantizaba mayores audiencias y por lo tanto mayores ingresos. Sin embargo Trump, desde un principio criticó la cobertura que estos medios hacían de su campaña y los identificaba como parte del aparato corrupto que él se encargaría de acabar, de llegar a la presidencia.

Al mismo tiempo aprovechó toda esta atención de los medios para a través de ellos dar difusión a ideas e historias -muchas de ellas, llenas de falsedades o medias verdades-, en cadena nacional. El hecho de que Trump se atreviera a manejar estas historias de conspiración en los medios tradicionales, sirvió en gran medida para levantar el entusiasmo de sus seguidores. De acuerdo a sus simpatizantes, Trump era el único que se atrevía a decir “la verdad”, en lugar de manejar un discurso políticamente correcto.

Para el momento en que sus posibilidades de contender por la presidencia se volvieron una realidad, ya era muy tarde para los medios tradicionales de cuestionar sus posturas. Entre más lo cuestionaban, más se validaba el discurso de Trump en contra de los medios, ante sus seguidores.

Su triunfo, no significa únicamente la derrota de Hillary Clinton, el partido demócrata y el gobierno de Barack Obama, sino que también ha sido la derrota de los medios tradicionales de comunicación. Que ya sea por error de análisis o por intereses creados, nunca creyeron que Trump fuera a ganar la presidencia de ese país. Por más que las encuestas le daban el triunfo a Hillary, por más que los comentaristas de televisión, los articulistas y columnistas de los medios más influyentes argumentaban cómo y por qué ganaría Clinton y por más que los artistas de Hollywood y de la industria del entretenimiento en ese país se pronunciaban en contra de Trump, una gran proporción de la gente votó de manera diferente.

Este debe ser un fuerte llamado de atención para los medios de comunicación tradicionales en otros países. El enojo y frustración que permea las sociedades, no está enfocado únicamente en contra de los gobiernos y sus políticos, no es únicamente un repudio al modelo económico neoliberal y globalizador. Este rechazo incluye también a los medios de comunicación tradicionales y dominantes, que han ayudado a mantener el status quo.

Los medios de comunicación tendrán que hacer un gran esfuerzo por mantener su influencia en un mercado de la información que ha entrado a un terreno nuevo y desconocido, donde lo más importante ha dejado de ser quién obtiene la primicia, o quién tiene acceso a las élites del poder, sino que hoy en día la nota más relevante es la que más impacto tiene, ya sea si está basada en hechos o no. La objetividad pierde su atractivo ante una sociedad que se acostumbra a ver y conocer únicamente lo que confirma sus ideas preestablecidas.

Ese es uno de los retos que enfrentan los periodistas y los medios de comunicación, así como una de las más grandes amenazas de las democracias, que han pasado de la comparación de ideas y proyectos a la po-arización y la descalificación.


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