lunes, 01 de julio del 2024
 
Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
Cosmovisión
2016-12-21 | 21:18:43
Una mujer dedicada a la docencia

Desde muy joven Edelmira García Díaz, ha sido dueña de una belleza inaudita, con una personalidad altiva, pero a la vez de una mujer muy sencilla, callada, sensible en el fondo y con una mirada profunda que escudriña el alma.

Su extraordinaria belleza y personalidad desde siempre ha cautivado a toda la comunidad desde que empezó como alumna de la Facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana, en donde en aquellos tiempos se detenía el trafico a su paso de aquella jovencita de la que desde siempre se enamoraron más de mil y por lo mismo muchos corazones quedaron destrozados por el amor imposible de quien estaba muy empeñada en su estudio para ser periodista.

Con las mejores y excelentes calificaciones de una mujer que se declaraba abiertamente en ser periodista, cuando apenas las mujeres podían soñar en cuando menos ser amas de casa y realmente no hace mucho tiempo.

Culminó su carrera de periodismo y siendo una niña, por su gran talento comienza su labor docente en la Facultad de Periodismo que luego se convirtió en la actual Facultad de Comunicación de la UV en donde ha sido maestra de las materias más importantes con el ejercicio del periodismo y por ello hoy es orgullosamente la decana de toda una gran comunidad académica.

Durante varios lustros y hasta décadas, a su paso los alumnos enamorados de su belleza y personalidad, a tal grado que hasta repetían la materia para quedarse más tiempo aprendiendo de la excelsa maestra, muy rigurosa, estricta y exigente, pero en el fondo como toda mujer con un corazón grande como el de una madre que ama a sus hijos y dando tiempo a sus alumnas y alumnos en calidad para el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La extrema rigurosidad del nivel en aquellos tiempos de la maestra Edelmira García Díaz, hasta podía hacer ver en sus alumnos aquella legendaria figura del ángel bello de los tiempos de la segunda guerra mundial, pero aquí la historia era diferente, a la maestra se le podía odiar o amar, pero también de aquello de que la letra con la sangre entra, se tenía que dominar todos los conceptos de las materias que impartía con la solemnidad y la formalidad que sólo una gran mujer puede hacerlo con el alto nivel académico de combinar inteligencia, capacidad experiencia y su belleza que ya era un halago o un plus para sus alumnos.

Al que esto escribe, la maestra lo marcó tanto, que con la serenidad y paciencia de ella que siempre mostró con todos sus alumnos, hablando genéricamente, lo pudo soltar hasta el gran final de un momento histórico, casi para llorar o gritar.

Se trató de la experiencia más amarga o la más dulce, visto desde la óptica que sea, pero la maestra Edelmira, como una autentica dama de hierro, no otorgaba la calificación hasta que el alumno dominaba los conocimientos de algunas de sus materias.

Se le recuerda, y gracias a ello, para aprobar su materia de periodismo, hubo que aprenderse todo a la perfección de sus contenidos en los temas de géneros periodísticos, análisis de la información, la historia del periodismo y todo lo que tenía que ver con una redacción precisa y eficaz.

Al final siempre con su voz dulce y cálida, que nunca dejó de tener a pesar de la frialdad de un tempano de hielo o de un iceberg, el más grande que hundió al Titanic, en el tema de las calificaciones llegó el momento decisivo, que nunca se podrá olvidar se trató del examen a última oportunidad de la materia en donde se decidía el destino para lograr la licenciatura o el fin del esfuerzo (gracias por participar en aquella como muchos que se tenían que ir de regreso a sus casas o a las redacción sin el ansiado título)

Aquí, se decidía todo, en un número de una calificación que podía poner un alto en el camino o el banderazo de salida a una nueva vida en el intento por ser profesionista.

La maestra Edelmira García Díaz, al parecer se tocó el corazón como sucedió con muchos y puso un ocho en la boleta, que más bien pareció un diez de un doctorado en ese momento que poco se veían en la universidad y que en ese tiempo, el único maestro que ostentó el grado de doctor con una tesis de tres tomos, fue el maestro de investigación de las ciencias, don Guillermo Héctor Rodríguez.

Con el ocho en la boleta, a celebrar en los besos y abrazos con las eternas Nachita, Luz del Alba, la maestra Nadia. Compartir en la bohemia con los compañeros Marco Polo Villanueva y Felipe Mendióla. Así como con toda la comunidad compartir el momento del logro, con los maestros Nacho Oropeza, Paco Blanco, Manuel Salinas, Dámaso Nájera, Alberto Juárez, Gerardo Macías, el licenciado Orozco, Paco González, Romeo Figueroa y la maestra Sofía Esponda, entre otros que escapan a la memoria.

La maestra que en sus años mozos fue bastonera de Alba Lorenzo, y después se consolidó como catedrática, directora de la Facultad de Comunicación, jefa de la UV y vocal del Colegio de Periodistas de Veracruz con el maestro José Pablo Robles Martínez, director y presidente de esta institución.

Muchos años después, como diría Gabriel García Márquez en Cien años de Soledad, la maestra Edelmira, en los pasillos diría al entonces reportero de Telever y corresponsal de Televisa: yo siempre dije que ibas a llegar lejos.

En ese instante en segundos vino a la mente aquellos días amargos de duro aprendizaje y desvelos que al final dieron su fruto por el esfuerzo de la catedrática que enseñó periodismo a un buen número de generaciones con rigor y pasión.

Y sigue al pie del cañón frente al aula, rodeada de jóvenes compartiendo el conocimiento en la era del ciberespacio y los teléfonos inteligentes, en donde se convirtió en parte de la nueva generación que sabe decodificar el lenguaje de los jóvenes que a muchos se les dificulta hasta para encender una computadora, navegar por internet o las redes sociales con un nuevo lenguaje encriptado de la juventud de hoy del futuro, que pocos pueden descifrar con el talento y la decisión de la maestra Edelmira, siempre querida, respetada y recordada por sus exalumnos.

Vigente más que nunca llena de energía y dispuesta a dar todo su esfuerzo por compartir el conocimiento. Así las cosas.


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