viernes, 14 de junio del 2024
 
Por Marco Antonio Medina Pérez
Columna: La escena veracruzana
La escena veracruzana
2017-01-02 | 09:29:13
Iniciamos 2017 en medio de certidumbres y esperanzas. El gobierno de Peña Nieto se empeña en continuar con la misma línea que ha conducido a su administración al fracaso y al país al despeñadero.

Por su parte, Yunes Linares se apresta a conducir a Veracruz con el mismo perfil autoritario que caracterizó a los gobiernos anteriores y que tiene a nuestro estado en la bancarrota.

En vez de reorientar la economía hacia el mercado interno y hacer los ajustes necesarios en el presupuesto de egresos de la Federación para hacer frente a los cambios que se avecinan con la política proteccionista que aplicará Donald Trump y su gabinete de multimillonarios, Peña Nieto y el señor Meade han decidido porfiar en el modelo económico neoliberal y continuar protegiendo al sector financiero.

Decíamos en un artículo anterior que existía el peligro de que a la élite dirigente del país se le ocurriera competir con los Estados Unidos por los flujos financieros internacionales en vez de reorientar de una vez y por todas la economía hacia la inversión productiva, el empleo y el crecimiento.

Las dos medidas que se han acordado últimamente: aumentar la tasa de interés y anticipar la liberación del precio de la gasolina y el diésel, van en la misma dirección de siempre. Todo ello porque se piensa inercialmente, bajo la misma lógica que privó en las décadas anteriores, que México debía cumplir con un papel definido en la globalidad como si se tratara de una fatalidad.

Durante décadas se hizo todo lo posible para que PEMEX no desplegara toda su capacidad productiva, bajo la premisa de que era mejor dejar que los procesos avanzados de mejoramiento del petróleo se desarrollaran en los países con la capacidad, tecnología y vocación productiva para hacerlo.

Esto era estar a tono con la globalidad, se decía. México debía especializarse en lo que era su fuerte, mano de obra barata y extracción de hidrocarburos, entre otros. Se dejaron de construir refinerías y las que quedaron en pie redujeron drásticamente su producción.

Se comenzó a importar gasolinas. Todo ello en medio de la mayor corrupción y los negocios jugosos para unos cuantos funcionarios y empresarios dedicados a esas operaciones.

Obviamente, la mayor importación hizo que el precio se tuviera que alinear a los precios internacionales y que los burócratas del régimen comenzaran a explicar que el precio de venta al público de las gasolinas estaba subsidiado y que ello estaba carcomiendo las finanzas nacionales.

Por ello ahora el señor Meade sale a explicarnos que no había otra alternativa: o se sube el precio de las gasolinas o habría más deuda, más impuestos o más recortes al gasto. Primero crean el problema y luego nos vienen a decir que no hay solución a dicho problema sino creando más problemas.

Pero además, el gobierno de Peña encontró en el impuesto a las gasolinas y el diésel la varita mágica para reponer los faltantes en los ingresos públicos, producto de la reforma energética en curso y el abatimiento de los precios internacionales del petróleo. Tan sólo el próximo año piensan recaudar por este impuesto 284 mil millones, directos de los bolsillos de todos nosotros. Lo de siempre, tapar un hoyo destapando otro.

En la escena veracruzana ya se han tomado dos decisiones que afianzan una política autoritaria. Con la fuerza del Pacto por México en tierras veracruzanas y la sola oposición de los 12 de MORENA, se aprobó el paquete financiero y se otorgó al ejecutivo estatal la potestad de rehacerlo para según él, subsanar el déficit estructural del presupuesto que asciende a 20 mil millones de pesos.

Con toda premeditación, se esperó a que se agotara el tiempo legislativo para informar que el proyecto presentado por Flavino Ríos tenía serias deficiencias y no se ajustaba al Plan de Desarrollo.

De esta manera se evitó una intervención a fondo de los legisladores y se mantuvo en sus líneas generales un presupuesto alejado de las necesidades de reactivación económica y de generación de empleos, como se requiere en la actualidad.

Y se deja para dentro de 90 días algunos ajustes que deberán presentarse al Congreso, como ajustes y no como un proyecto global. Por otro lado, se aprobó como Fiscal General del Estado a la persona que apuntaló el ejecutivo local con anticipación, de tal manera que se trata en los hechos de una designación directa del ejecutivo. Lo de siempre, la política al servicio del autoritarismo.

No obstante, en 2017 también iniciamos con la esperanza puesta en el despertar de los veracruzanos y en las posibilidades de que este despertar se manifieste en los próximos comicios municipales. Ello podría abrir las puertas para que en el 2018 haya un verdadero cambio en Veracruz y en el país.

marco.a.medinaperez@ gmail.com
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