jueves, 13 de junio del 2024
 
Por Marco Antonio Medina Pérez
Columna: La escena veracruzana
Mejor gallina, que águila Certidumbres y esperanzas
2017-01-03 | 10:19:28
Iniciamos 2017 en medio de certidumbres
y esperanzas. El gobierno de Peña
Nieto se empeña en continuar con la
misma línea que ha conducido a su
administración al fracaso y al país al
despeñadero.
Por su parte, Yunes Linares se apresta
a conducir a Veracruz con el mismo
perfil autoritario que caracterizó a
los gobiernos anteriores y que tiene a
nuestro estado en la bancarrota.
En vez de reorientar la economía
hacia el mercado interno y hacer los
ajustes necesarios en el presupuesto
de egresos de la Federación para hacer
frente a los cambios que se avecinan con
la política proteccionista que aplicará
Donald Trump y su gabinete de multimillonarios,
Peña Nieto y el señor
Meade han decidido porfiar en el modelo
económico neoliberal y continuar
protegiendo al sector financiero.
Decíamos en un artículo anterior
que existía el peligro de que a la élite
dirigente del país se le ocurriera competir
con los Estados Unidos por los flujos
financieros internacionales en vez de
reorientar de una vez y por todas la
economía hacia la inversión productiva,
el empleo y el crecimiento.
Las dos medidas que se han acordado
últimamente: aumentar la tasa
de interés y anticipar la liberación del
precio de la gasolina y el diésel, van en
la misma dirección de siempre. Todo
ello porque se piensa inercialmente,
bajo la misma lógica que privó en las
décadas anteriores, que México debía
cumplir con un papel definido en la
globalidad como si se tratara de una
fatalidad.
Durante décadas se hizo todo lo posible
para que PEMEX no desplegara
toda su capacidad productiva, bajo la
premisa de que era mejor dejar que los
procesos avanzados de mejoramiento
del petróleo se desarrollaran en los
países con la capacidad, tecnología y
vocación productiva para hacerlo.
Esto era estar a tono con la globalidad,
se decía. México debía especializarse
en lo que era su fuerte,
mano de obra barata y extracción de
hidrocarburos, entre otros. Se dejaron
de construir refinerías y las que quedaron
en pie redujeron drásticamente
su producción.
Se comenzó a importar gasolinas.
Todo ello en medio de la mayor corrupción
y los negocios jugosos para unos
cuantos funcionarios y empresarios
dedicados a esas operaciones.
Obviamente, la mayor importación
hizo que el precio se tuviera que alinear
a los precios internacionales y que los
burócratas del régimen comenzaran a
explicar que el precio de venta al público
de las gasolinas estaba subsidiado y que
ello estaba carcomiendo las finanzas
nacionales.
Por ello ahora el señor Meade sale a
explicarnos que no había otra alternativa:
o se sube el precio de las gasolinas
o habría más deuda, más impuestos o
más recortes al gasto. Primero crean
el problema y luego nos vienen a decir
que no hay solución a dicho problema
sino creando más problemas.
Pero además, el gobierno de Peña
encontró en el impuesto a las gasolinas
y el diésel la varita mágica para reponer
los faltantes en los ingresos públicos,
producto de la reforma energética en
curso y el abatimiento de los precios
internacionales del petróleo. Tan sólo el
próximo año piensan recaudar por este
impuesto 284 mil millones, directos
de los bolsillos de todos nosotros. Lo
de siempre, tapar un hoyo destapando
otro.
En la escena veracruzana ya se han
tomado dos decisiones que afianzan
una política autoritaria. Con la fuerza
del Pacto por México en tierras veracruzanas
y la sola oposición de los 12
de MORENA, se aprobó el paquete
financiero y se otorgó al ejecutivo
estatal la potestad de rehacerlo para
según él, subsanar el déficit estructural
del presupuesto que asciende a 20 mil
millones de pesos.
Con toda premeditación, se esperó
a que se agotara el tiempo legislativo
para informar que el proyecto presentado
por Flavino Ríos tenía serias
deficiencias y no se ajustaba al Plan de
Desarrollo.
De esta manera se evitó una intervención
a fondo de los legisladores y
se mantuvo en sus líneas generales un
presupuesto alejado de las necesidades
de reactivación económica y de generación
de empleos, como se requiere
en la actualidad.
Y se deja para dentro de 90 días algunos
ajustes que deberán presentarse
al Congreso, como ajustes y no como un
proyecto global. Por otro lado, se aprobó
como Fiscal General del Estado a la
persona que apuntaló el ejecutivo local
con anticipación, de tal manera que se
trata en los hechos de una designación
directa del ejecutivo. Lo de siempre, la
política al servicio del autoritarismo.
No obstante, en 2017 también iniciamos
con la esperanza puesta en el
despertar de los veracruzanos y en las
posibilidades de que este despertar se
manifieste en los próximos comicios
municipales. Ello podría abrir las
puertas para que en el 2018 haya un
verdadero cambio en Veracruz y en el
país.
marco.a.medinaperez@
gmail.com
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