domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Cecilio García Cruz
Columna: Jesús te ampare
‘Escuela de rateros…’
2017-01-12 | 11:18:41
Cuando eran niños de cuna humilde, nunca imaginaron que su juventud sería un nicho enorme de riqueza. Una fortuna obtenida de manera súbita e inexplicable. El Fidelismo los parió y promovió en el escenario político veracruzano. Por ello fueron motejados como “Los niños de la fidelidad”. Y les dio consejos como Don Quijote a Sancho Panza: “Lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas hermosean las manos”. “No comas ni ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería”. “Come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”. “Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto, ni cumple palabra”. Pero en un período corto, “Los niños de la fidelidad” se sintieron adultos. Corrieron sin saber caminar; perdieron el equilibrio y lo poco que tenían de cordura. Le dieron la espalda a su creador: cometieron un parricidio mediático e inesperado. Unos inquietos, traviesos y enamorados. Otros golosos. Pero todos proclives a la “cleptomanía”. Con más debilidades que virtudes. Depredadores caprichosos. Buenos para el “trampolín”. Malos para la política. Y pésimos para conservar el fiel de la balanza. En 12 años se encumbraron; les cambió la vida, el rostro y el bolsillo. Principalmente a Duarte, heredero universal de la silla fideleana. Por eso ni el gasolinazo “prioritario” de Peña Nieto, ni la cuesta de enero los afectó. Les hizo “lo que el viento a Juárez”… Un dicho popular nacido de una historia que involucró al mismísimo “Benemérito de las Américas”. Hay varias teorías acerca de esta conseja. ¿Pero qué le hizo el aire a Juárez? Esta es una versión: Por los años treinta, un terrible ciclón azotó las costas de Tamaulipas. El puerto de Tampico fue el más afectado. Los vientos arrasaron palmeras, árboles y techos. Los edificios fueron dañados en forma severa. La población salió al día siguiente de sus refugios para atestiguar aquella destrucción. Entre tanto derrumbe y pérdida de vidas, en la plaza quedó, sin daño alguno, el monumento a Don Benito Juárez. Y desde entonces, se popularizó este dicho norteño.
Cada vez que alguien recibe una amenaza o se quiere exhibir como invencible, a toda voz fanfarronea y dice: “A mí me hacen, lo que el viento a Juárez…” Y, precisamente, con este énfasis de sorna, se expresan a voz en cuello “Los Niños de la fidelidad” ante un Veracruz humillado y saqueado. Son poseedores de un enorme patrimonio: Javier, Karime, Deantes, Bermúdez, Charleston, Spinosso, Del Castillo, Gina y Silva, por mencionar unos cuantos. Mansiones, ranchos, hoteles, autos de lujo, joyas, yates, inversiones e inmuebles en el extranjero, son algunas de las propiedades adquiridas por “Los voraces niños de la Fidelidad”. Viven como jeques pero con la conciencia intranquila. Saben que están en el ojo del huracán y monitoreados por el gobernador Miguel Ángel, quien “donde pone el ojo, pone la bala”. Algunos filtraron información confidencial del sexenio duartista (vómito negro), a cambio de obtener impunidad. Por cierto, sigue su curso una delicada investigación relacionada con la gestión de Gina Domínguez Colío y Alberto Silva Ramos. Ambos ex coordinadores de Comunicación Social de Duarte y Karime. Entre los dos “pagaron” facturas por 8 mil 500 millones de pesos a empresas inexistentes. Negocio redondo pero detectado por la actual administración. El mandatario Yunes Linares calificó de irresponsable y reprobable este gasto, “porque hay miles de veracruzanos que viven en extrema pobreza”. Gina y Silva, fueron los más cercanos e incondicionales colaboradores del exgobernador Javier Duarte. Tres en uno con las mismas características: cleptómanos, arrogantes e inestables. Los “trastupijes” de los titulares de CS debieron tener el visto bueno del jefe (así le llamaban) para posteriormente repartirse el botín. Este es un hecho inédito en la historia política de nuestra entidad. A Miguel Alemán Velasco no le tembló la mano cuando detectó irregularidades administrativas de su coordinador de Comunicación Social. Sabás Huesca Rebolledo fue recluido de inmediato en Pacho Viejo para cumplir una condena por el delito en que incurrió. Pero las fechorías de Sabás se quedaron cortas. Jamás se comparan con los “enjuagues” multimillonarios orquestados por “Gina” y “El Cisne”. Aquél pisó cárcel; éstos, disfrutan lo “saqueado”, libres y con fuero. Una auténtica escuela de rateros con alumnos perniciosos que superaron al maestro.


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