viernes, 03 de mayo del 2024
 
Por María Elvira Santamaría
Columna: En Pocas Palabras
Media vuelta al totalitarismo
2017-01-17 | 22:35:08
“En una época donde a la mentira le llamamos “posverdad” y al totalitarismo social “corrección política”, no es difícil quedar a expensas de un grupo -por pequeño que sea-, organizado y dispuesto a imponer cualquier disparate ante una mayoría horrorizada de que la etiqueten si se le ocurre oponerse”.
Esto escribe Jorge Marirrodriga en su columna El Acento, publicada por El País el pasado día 11, que lleva el título de “Más Platón y menos Dora, la exploradora”.
En él nos alerta sobre el “antirracismo racista” y la gravedad de que tal fenómeno se haya infiltrado hasta en las universidades, donde debe florecer el conocimiento universal, la tolerancia y las ideas plurales.
El articulista parte del absurdo en que están cayendo estudiantes de una universidad británica que exigen sacar del programa a varios filósofos como Platón, Descartes y Kant, por “blancos y colonialistas”.
No sintamos el tema ajeno y banal, desgraciadamente no lo es aunque quisiéramos. La línea que separa el antirracismo del racismo es muy delgada y se difumina en la vida cotidiana. Solo advertimos su vulneración cuando nos afecta pero no cuando nosotros la cruzamos.
Ahora quizá estamos más sensibles a ello por la hostilidad expresa del nuevo presidente de los Estados Unidos Donald Trump, magnífico ejemplo de la corriente totalitaria hacia la que se están encaminando varios países, unos por la ruta del populismo y otros a través de los partidos conservadores.
Dirigidos como estamos por la reacción en masa a que nos llevan las redes sociales, nos hemos desprendido de unos prejuicios pero estamos abrazando otros igual o más peligrosos, que nos convierten en turba alfabetizada, linchadora y anónima, que arremete miedosa, como una gran ola, contra aquello que le es desconocido o diferente, llámese pueblo, raza, preferencias sexuales, política o religión.
Esa intolerancia a lo que se oponga a nuestra visión de las cosas, ha tocado la puerta en las universidades, y todo indica que ya ha encontrado resquicios para introducirse y minar su esencia.
El internet es velocidad, es cercanía, es información, sí. Pero la inmediatez de la misma no nos hace automáticamente mejor informados. Quizá estemos captando más datos, imágenes y referencias en nuestro cerebro sobre lo que pasa en muchas partes del mundo, pero ello no nos asegura estar comprendiendo claramente lo que acontece ni valorarlo en su justa dimensión.
Ni siquiera necesariamente nos hace más libres por el hecho de opinar y de juzgar sobre todo lo que se publica en Facebook, Twitter, Instagram u otras redes. Por el contrario, puede que nos haya vuelto más frívolos y superficiales, que nos haya adormecido ante la gravedad de muchas cosas, nos supedite a opinar como otros, o nos intimide por las virulentas reacciones de “los seguidores” al pretender disentir.
Jorge Marirrodriga concluye su artículo diciendo: “En estos tiempos del “arden las redes sociales”, uno de los últimos reductos de pensamiento libre y reflexivo es la Universidad. Lo que suceda en esa institución ad intra —perdón por el uso del latín imperialista— resulta crucial para conformar la sociedad de los próximos años. Si la Universidad también cae en manos de la nueva inquisición del totalitarismo ofendido apoyado por los indignados de guardia en las redes sociales —inquisición que ya deja sentir su larga mano en otros ámbitos—, tal vez sea mejor cantar como Javier Krahe: “Pero dejadme, ay, que yo prefiera la hoguera, la hoguera, la hoguera”.
Atentos, el totalitarismo social, no es una serie de Netflix.


NOSOTROS

Periódico digital en tiempo real con información preferentemente del Estado de Veracruz México


NOSOTROS

Periódico digital en tiempo real con información preferentemente del Estado de Veracruz México