martes, 14 de mayo del 2024
 
Por Roberto López Delfín
Columna: Vórtice
¿Un soldado en cada hijo?
2017-02-14 | 08:41:50
Nuestros gobernantes han abusado históricamente del nacionalismo para afianzarse en el poder, aunque sus errores y biografías no los acrediten para merecer nuestro respaldo.

Muy en su lógica autoritaria, se nos pide apoyarlos incondicionalmente en tiempos de paz, como si en época de crisis la crítica estuviere prohibida y sumarnos a las iniciativas de nuestros gobernantes fuera un deber patriótico cuyo desacato merece el calificativo de traición a la patria.

Si bien es cierto nuestro Himno Nacional es la exaltada marcha guerrera de un País que usualmente ha sido derrotado en los campos de batalla por extranjeros, al no haber conflagración bélica, no se nos puede someter, silenciar, ni ordenar más allá de la Ley, pues a la Patria, un ciudadano en cada hijo le dio.

Hace unos días se realizaron con pobre poder de convocatoria y asistencia, pero mucha publicidad y difusión una serie de marchas de los más diversos convocantes para pedir “unidad nacional” en torno a las políticas amenazantes de Donald Trump.

Cuando menos la mitad de estas marchas fue invocada por el gobierno y aliados para tratar de concitar apoyo al desgastado Presidente EPN, su gobierno y partido político, por lo que, sin perder de vista que todos tenemos el derecho de manifestarnos pacíficamente en todo tiempo, considero necesario focalizar que dichas marchas se realizaron por motivaciones abstractas de rechazo, no en torno a propuestas concretas de acción.

Comprendo que un Presidente en crisis desee elevar a cualquier costo el bajísimo nivel de aceptación a su persona y ejercicio del poder, pero afirmar que quien no se manifieste en su apoyo en tiempos de peligro para la República es un despropósito ridículo, especialmente, si él, su gobierno y partido son peligrosos para México.

¿Porqué debemos manifestarnos contra Donald Trump un Presidente extranjero y no contra la incapacidad de nuestro gobierno para hacer frente a sus amenazas? Razones sobran para movilizarnos en torno a la defensa de los intereses de México y los mexicanos, pero no nos engañemos, Donald Trump no es la causa de nuestros males.

Los verdaderos problemas de México no vienen exclusivamente del exterior. La corrupción, la impunidad, la inseguridad, la desigualdad y la injusticia si bien pueden amplificarse por factores internacionales, se debe a que hemos padecido y tolerado en nuestro País el fracaso de sistemas políticos, económicos y sociales encabezados por mexicanos criminales, sectarios, ignorantes y demagogos –políticos profesionales- que se han beneficiado de mentirnos una y otra vez.

Analicemos -por ejemplo- la política económica neoliberal y globalizadora que desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari se nos impuso y ha venido siendo reforzada por todos y cada uno de sus sucesores.

Ese planteamiento orientado a la maquila para el mercado externo, muy especialmente el norteamericano, generó prosperidad y riqueza para muchos conciudadanos, especialmente en las entidades del centro y norte de México y suscitó rechazo en amplios sectores de la población, en los estados mesoamericanos, en el sur-sureste de la República, especialmente en los estados de Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Tabasco y Chiapas a cuya población rural jamás llegaron los prometidos beneficios del TLCAN, próximo a renegociarse.

En toda realidad nacional hay ganadores y perdedores. Que no se vuelvan a acallar, a ignorar las voces de los desfavorecidos, los opositores, en aras de un concepto pervertido de la “Unidad Nacional”.

Ni como individuos, ni como sociedad, debemos dar razón, permitir que prevalezca el que más grite, más se manifieste o el que difunda sus posiciones en el mayor número de medios masivos de comunicación, siendo que las televisoras y radiodifusoras operan bajo concesiones oficiales otorgadas y refrendadas al amparo del poder público, por lo que pueden y han sido influenciados sus contenidos informativos por la censura gubernamental o por la autocensura que los propietarios de dichos medios han impuesto a los periodistas con respeto a su profesión, para congraciarse con los políticos y partidos en el poder.

A nivel nacional están los casos de Carmen Aristegui y Víctor Trujillo, que a pesar del éxito comercial y popularidad de sus informativos y noticieros fueron marginados de los medios masivos de comunicación, por atreverse a revelar crímenes contra los mexicanos que, no me queda duda, el próximo sexenio seguramente serán ampliamente difundidos por los mismos medios que hoy promueven la imagen de los ladrones como gobernantes ejemplares, que a pesar de sus acciones cuestionables y malos gobiernos, debemos apoyar, mostrar unidad y respaldar sin reservas.

En Veracruz nosotros tenemos la experiencia de cómo los medios de comunicación que encubrieron a JDO –aún prófugo de la justicia- ahora condenan sus delitos, mientras muchos desaparecen insolventes por haber vivido décadas de vender loas a los gobernantes.

La unidad nacional aún en tiempos de crisis, puede legítimamente solicitarse y es dable en torno a acciones y propuestas concretas, no en torno a gobernantes ni personajes empoderados, ya sea en Veracruz o a nivel nacional.

Es absurdo convocar a la “Unidad Nacional” en torno a EPN en abstracto por el sólo hecho de que “es el Presidente”. Las manifestaciones de apoyo para Lázaro Cárdenas por la expropiación petrolera se dieron en forma posterior a dicha determinación y si bien es cierto, generaron un fuerte apoyo popular a un Presidente honesto e intachable, en estricto sentido no fueron a favor de él, respaldaron la valiente recuperación de nuestros recursos naturales.

Por ningún motivo renunciemos a nuestra pluralidad, libertad de expresión, análisis crítico, ni enriquecedora diversidad como mexicanos por vitorear al Presidente de la República, como si fuere nuestra enseña Patria o la encarnación viviente de nuestra Nación pues EPN es únicamente un detentador temporal del poder con un pésimo balance como gobernante.

Debemos unirnos en torno a causas positivas muy concretas como la defensa de los derechos humanos de los mexicanos y la promoción de los productos, la soberanía, la dignidad y la economía mexicana. Ni por un momento debemos dejar de ejercer nuestros derechos ciudadanos.

No permitamos que nos distraigan de nuestros verdaderos y ancestrales problemas -pobreza, injusticia social, marginación, corrupción, inseguridad- con convocatorias a la “Unidad Nacional” en torno a un “soberano” local o nacional, pues somos depositarios, agentes individuales de la soberanía y el bienestar de la Nación.

En tiempos en que no estamos en guerra con una potencia extranjera, ninguno de nosotros, ni siquiera el Presidente de la República puede hablar por todos los mexicanos y no debemos someternos unánimes a los caprichos de su voluntad, más allá de lo legalmente establecido. En el ejercicio y respeto de nuestras libertades esta nuestro potencial de progreso.





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