domingo, 19 de mayo del 2024
 
Por Manuel del Ángel Rocha
Columna: Acontracorriente
El general en su laberinto
2017-02-15 | 10:30:25
Al fin, para regocijo y sosiego social, cayó un pez grande de la administración duartista. Arturo Bermúdez Zurita, exsecretario de Seguridad Pública en la anterior administración fue detenido por la Fiscalía General del Estado, por los delitos de tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito y abuso de autoridad.

El exjefe de la Seguridad estatal y dueño de todas las confianzas de Javier Duarte, siendo titular del área, gozó de los más altos presupuestos que gobierno estatal puede ejercer, pero a la par, Veracruz resultó el más vulnerable, toda vez que el secuestro, la desaparición forzosa, la tortura y la inseguridad general aumentaron a nivel de drama, que solo fue para la sociedad, porque para el gobierno, solo “gansitos y frutsis” robaba la delincuencia.

El mando único que se implemento en diferentes municipios a propuesta de la Secretaría de Gobernación, solo sirvió para detonar la violencia de manera mucho más agresiva de cómo se había manifestado.

La inseguridad se enseñoreo en el territorio estatal y la criminalidad aumentó, afectando a todas las capas sociales sin distingo. Arturo Bermúdez, siempre fue el referente de Duarte, creyendo que en seguridad todo marchaba bien, aun a sabiendas que en reiteradas ocasiones quedó de manifiesto que su corporación participaba en flagrancia, de la mano de los grupos de la delincuencia organizada.

Arturo Bermúdez que inicio en la administración de exgobernador Miguel Alemán Velasco, como simple ayudante o “carga maleta”, del entonces poderoso subsecretario de Administración, y consentido del exgobernador, Sergio Maya Alemán, donde siempre se mantuvo cerca de quien movía el dinero.

Con perseverancia espero la llegada de Fidel Herrera, que colocaría también a su consentido Javier Duarte, en la misma subsecretaría, para posteriormente lanzarlo como su candidato a gobernador.

Heredado del alemanismo, Bermúdez Zurita no se le despegaría jamás a Duarte, a quien siempre sirvió con atingencia, y donde en complicidad, amasó fortunas.

Como parte del legado que Fidel entregaría a Duarte, es el señalamiento que la administración saliente era protectora del cartel de los zetas, ubicándolo como el grupo delincuencial dominante, y señalado de cometer toda clase de horrores en cada porción del territorio veracruzano.

En una ola violencia imparable, Javier Duarte asumió el cargo nombrando como secretario de Seguridad Pública a Bermúdez Zurita, sin haber tenido que ver nunca con rubros de seguridad, salvo la propia, que le brindaba el “general”, como gusta que le llamen los incondicionales a Zurita.

De 2011 a 2016, Veracruz sufre una ola de violencia mayor a la registrada anteriormente, donde las ejecuciones ligadas al crimen organizado y la desapariciones de personas es el murmullo colectivo en la entidad.

Había pasado la etapa de las extorsiones y pago para que los secuestros cometidos en contra de personas con alguna capacidad económica, escalaran a las desapariciones forzadas.

La confrontación entre los zetas, el cartel del golfo, y las ramificaciones del cartel de Jalisco y Michoacán, hicieran acto de presencia sin que el flamante secretario de Seguridad pudiese acotarlos, por el contrario.

En la zona Veracruz-Boca del Río se dio un incremento capital de ejecuciones, ubicándola como uno de los puntos más violentos a nivel nacional, sin que las demás zonas metropolitanas de la entidad, como Coatzacoalcos-Minatitlán, Poza Rica-Tuxpan y Córdoba-Orizaba, permanecieran indiferentes a la ola criminal.

Desde Gobernación se implemento el programa Veracruz Seguro, bajo el control de la Marina, sin que ello inhibiera o disminuyera la brutalidad del crimen organizado, pero también muy secundado por la autoridad estatal, que mantuvo la crisis de seguridad con un mínimo de información oficial.

A pesar de los hechos de sangre en contra de periodistas veracruzanos, la represión selectiva de sectores críticos, el pánico y bisbiseo de la psicosis social, Bermúdez permaneció inmutable como brazo derecho de Duarte en materia de seguridad.

Hoy el “general” se revuelve en su laberinto, porque duerme en prisión, en calidad de ladrón, un estatus que aunque probablemente soñó, nunca imaginó vivirlo.

Su estrategia seguida, diametralmente opuesta a la de su patrón Duarte (de darse a la fuga), lo ponen, para beneplácito social, con el uniforme a rayas, pero que en difusión de los textoservidores de la fidelidad-prospera, las pifias de la FGE, pronto lo pondrían en libertad, lo que celebran anticipadamente (festinan el latrocinio), que ha pregunta y respuesta directas del gobernador Yunes Linares, “solo risa me causan tales comentarios”.

Quiere decir que el “general” seguirá tras las rejas, porque está en cárcel estatal, aun cuando los abogados defensores aleguen que se violó el Debido Proceso, y los personeros de la prensa de la fidelidad duartista, también lo celebren.



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