jueves, 20 de junio del 2024
 
Por Yuriria Sierra
Columna: No tiene sed de venganza
No tiene sed de venganza
2017-02-19 | 09:43:15
“Esa otrora todopoderosa mujer que hizo del exceso (en los lujos, en la negociación, en el poder) su más infalible aliado, esa mujer que controlaba a uno de los sindicatos más numerosos y temibles del país, esa mujer que tuvo comiendo de su mano a, por lo menos, cuatro presidentes, que fue la más grande prestidigitadora política y la mayor propagandista de su propia leyenda quedó, hace tres años, reducida a una tristísima imagen de delincuente común en la rejilla de prácticas.
De los encuentros tumultuarios, de ser la permanente invitada a todos los presídiums, de ser la aduana y filtro, gran dadora de poder y privilegios, Elba Esther, de la noche a la mañana se quedó completamente sola.
Porque así de cabrón es el poder: un espejismo de mil colores, mil abrazos, mil personas.
Se acaba y casi todo aquello termina en el más temido de todos los parajes: el de la soledad…”, escribí esto hace casi un año. Era marzo de 2016, nos enterábamos que Mónica Arriola, la hija de Elba Esther Gordillo y entonces, también senadora, perdía la vida en una batalla contra el cáncer. En esos días, supimos que a la maestra se le dio oportunidad de despedirse de su hija, obtuvo un permiso para asistir a sus servicios funerarios.
Pensamos que, si otro hubiera sido el momento de este lamentable hecho, Gordillo habría estado rodeada de una atención propia de un personaje al que muchos se rinden, o le rinden pleitesía, de ese que nace del miedo o la ambición. Pero no fue así, incluso, la ley comenzó a ensañarse con ella, nada más por el hecho de ser Elba Esther Gordillo.
Aquel personaje adicto al poder y a todo lo que viene con él: atención, lujo y excesos, no era más que una ciudadana que ahora debía enfrentarse a un sistema sin aliados, por el contrario, a uno que estaba dispuesto a sacrificarla.
La petición que hizo su defensa para que se le concediera la prisión domiciliaria, se convirtió en largo suplicio lleno de insensateces. Perdón, por muy atinado que sea nuestro juicio sobre el tipo de personaje que representa Gordillo, la ley sí le concede ese derecho, el de ir a casa, a su edad, y desde ahí seguir su proceso.
Ni las diez enfermedades anotadas y validadas en su expediente médico habían podido asegurarle que tendría acceso a esa posibilidad. Insensatez jurídica. Tuvieron que pasar dos años de la solicitud, la muerte de su hija y una batalla por un amparo para que esto se hiciera realidad. O al menos, para que se la abriera una nueva oportunidad.
Ayer, finalmente se anunció la resolución del amparo, Maquiaelba recibe un beneficio, aunque éste sí por estar escrito en la ley. En los próximos días tendrá que definirse si la prisión domiciliaria es un hecho, dice su defensa que no pasará de dos semanas.
Entonces, sabremos cuándo es que saldrá de prisión para seguir su proceso desde su casa. También falta por saber a cuál de sus varias propiedades se irá a encerrar.
Y es que, en estos cuatro años, esas pocas imágenes suyas que han salido a la luz pública representan una irónica metáfora: hace unas semanas supimos que sus varias casas y departamentos en California están en venta o renta. Gordillo se quedó sin ese tan importante músculo del que siempre presumió: el dinero.
Que Elba Esther gane la prisión domiciliaria es un acto de misericordia que la ley ya contempla, para ella o cualquier otro indiciado. Tiene más de 70 años y un estado de salud deteriorado.
La maestra es hoy ese personaje que nunca quiso ser: uno tan vulnerable como cualquier ciudadano de a pie. Ya no cuenta con aquellos amigos que le temían.
“Ella está contenta, no sale con sed de venganza, sale con sed de vida…”, me dijo Marco Antonio del Toro, abogado de Elba Esther Gordillo, en entrevista para Imagen Radio.


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